El tercer ojo - Una pequeña digresión sobre la epidemia y pandemia Del covid-19. A propósito de la publicación del documento «La gestión de la pandemia en México: análisis preliminar y recomendaciones urgentes” (segunda parte).

En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara

El tercer ojo -   Una pequeña digresión sobre la epidemia y pandemia Del covid-19. A propósito de la publicación del documento «La gestión de la pandemia en México: análisis preliminar y recomendaciones urgentes” (segunda parte).

Decía en la colaboración precedente que: “el documento firmado por seis ex secretarios de salud de los gobiernos anteriores al que ahora gestiona el infierno que vivimos –Javier Sicilia Dixit—, todos ellos integrantes de los cuatro últimos gobiernos emanados del PRI y del PAN y que gestionaron las políticas públicas de salud en México los últimos veinte años” (…) son, asimismo, responsables del estado en el cual entregaron un sistema de salud devastado y privatizado. El gobierno en turno ha sido, hasta ahora, incapaz de afrontar las demandas sociales en este ámbito del quehacer gubernamental (pero no solo de éste) y, al decir de Les Luthiers, “Equivocarse es humano, pero responsabilizar a los otros de ello es aun más humano”. Ambos, quienes firman el documento en comento y quienes dicen afrontar hoy las demandas y necesidades (urgentes y no) de nuestra sociedad, calzan exactamente con esta “cualidad humana”.

 

Agrego, por otro lado, que “a toro pasado”, quienes firman y publicitan el “Documento”, se encargan de sistematizar lo que aprecian como yerros y lo separan de lo que atribuyen como “irresponsabilidades”, llegando a sugerir implícitamente que el panorama sería distinto si se hubieran realizado de otra manera la actividad ante esta calamidad y otras acciones se hubieran instrumentado. Sería, ¡Vamos!, no solo diferente, sino la mortalidad, prevalencia y transmisión, sin duda, señalan, sería menos grave. Y, desde luego, el “otro modo”, ellos, también sin dudarlo, lo tenían claro.

 

El corolario de ello, considero, es: calzar con el aforismo de Les Luthiers es el objetivo.

 

Para terminar esta digresión entraré ahora al análisis propiamente dicho de los elementos de juicio presentados.

 

Sobre la Vigilancia Centinela de la Infección Respiratoria Aguda Grave (IRAG). Recuperemos para esta reflexión dos premisas expuestas en el “Documento”:

 

  • Por definición, durante el curso de una pandemia nunca se cuenta con información suficiente. Es así porque un agente nuevo produce la enfermedad también nueva y nos coloca en una circunstancia de carácter inédito: los seres humanos nunca se han enfrentado con ese mal y no conocen sus características esenciales ni su forma de propagación.

 

  • (…) En una epidemia es necesario tomar decisiones con información limitada, reconocer patrones sobre la marcha y establecer supuestos lógicos acerca de lo que es posible y probable. En otras palabras: se debe trabajar con hipótesis sobre enfermedades parecidas y conocidas, con previsiones basadas en la evidencia disponible, intentando una amplia captación de datos y un ordenamiento riguroso de ellos, así como la construcción de modelos epidemiológicos técnicamente válidos.

 

Con base en estas premisas nos es dable reconocer que la OMS y la OPS han recomendado, a partir de la epidemia de A(H1N1) del año 2009: La Vigilancia Centinela

porque es la manera más eficaz de recopilar datos oportunos y de buena calidad. Se lleva a cabo normalmente con la vigilancia basada en indicadores e incluye recopilar datos de un número limitado de sitios de vigilancia de manera sistemática y rutinaria. Lo ideal es que los sitios se elijan a fin de que sean representativos de la población para que la información recopilada pueda aplicarse a la población en su totalidad (…) El espectro de infecciones de influenza varía mucho en cuanto a la gravedad y se usan diversos sistemas basados en indicadores para vigilar estos síndromes. En concreto, la vigilancia centinela de Enfermedades Tipo Influenza (ETI) se centra en las manifestaciones leves de influenza en pacientes ambulatorios mientras la vigilancia centinela de Infecciones Respiratoria Agudas Graves (IRAG) se usa para monitorear a las personas con enfermedad más grave que se han sido admitidas a un hospital por su enfermedad respiratoria”. (OMS-OPS Guía operativa para la vigilancia centinela de la Infección Respiratoria Aguda Grave (IRAG) Septiembre del 2014)

Esta estrategia instrumentada nos permite advertir que las enfermedades derivadas del COVID-19 se consideraron en principio como enfermedades de tipo IRAG. Sin embargo, esto lo omiten en su “Documento” los firmantes y promotores y la descripción grosera que hacen del mismo no concuerda con la que he referido de la propia OMS-OPS. Además, es destacable el hecho de que el documento de la OMS-OPS aparece en el año 2014, cinco años después de la epidemia de A(H1N1) y prácticamente otros cinco antes de ésta.

 

En su “Documento” los firmantes agregarán un elemento que consideramos importante: “A ese mecanismo se añadió una novedad: un «modelo matemático predictivo» que ayudaría a estimar la evolución del virus en la población nacional. Merced a dicho modelo se calculó que el llamado contagio comunitario de la covid-19 se iniciaría en nuestro país durante los últimos días de marzo de 2020. El hecho es decisivo porque sobre esa primera aproximación se tomaron las decisiones iniciales que, a su vez, determinaron el curso ulterior de la gestión de la epidemia”.

 

Al Perecer, con base en esta estrategia y la predicción del inicio de la fase epidémica, el Gobierno Federal determinó instrumentar: “el conjunto de medidas de aislamiento social concentradas en la Jornada Nacional de Sana Distancia, que dio inicio el día 23 de marzo último”.

 

A partir de aquí el seguimiento epidemiológico (transmisibilidad, mortalidad, letalidad y comorbilidad) se ha enfrentado a cuestionamientos, atribuciones, imputaciones y rebatinga sobre las acciones y programas a seguir (pruebas o test, cubrebocas, suspensión de actividades colectivas y públicas, distanciamiento físico, sana distancia, reconversión hospitalaria, semáforos, etcétera).

 

Las cuestiones relativas a las consecuencias sociales, económicas, políticas, educativas, psicológicas también han saltado a la palestra de las discusiones; sin embargo, han mantenido un bajo perfil, cuando no nulo, en la información pública y mediática.

 

Todo ha sido COVID-19 y desaparición de la realidad compleja que afrontamos, tanto para el gobierno en turno como para los firmantes del “Documento”. (Continuará).