El Tercer Ojo - ¨Nostalgiando un poco: sobre la librería Gandhi¨
En opinión de J. Enrique Alvarez A
A: Alejandro Milton
Corría el mes de junio del año de 1971 cuando se inauguró la hoy muy reconocida Librería Gandhi, en la Av. Miguel Ángel de Quevedo, muy cerca de la Av. Universidad y de la Ciudad Universitaria de la UNAM, en el sur del entonces Distrito Federal (hoy Ciudad de México).
Esa década, la que transcurre de 1970 a 1980, fue bastante significativa para muchos de quienes la transitamos cual jinetes montados sobre corceles, armados con un espíritu de búsqueda sin término y con una necesidad irrenunciable de transformación radical de nuestra sociedad, además de ir empuñando un espíritu solidario con quienes desde otras naciones luchaban y cabalgaban caballos similares a los nuestros y con sueños muy semejantes.
Al comenzar el decenio referido, en la hermana república de Chile había triunfado democráticamente la Unidad Popular con el Dr. Salvador Allende a la cabeza, en las elecciones presidenciales. El sueño parecía una realidad al alcance de las manos; pensábamos y creíamos que al “vuelta de la esquina” estaba el acceso al socialismo.
Después del triunfo de la Revolución Cubana a principios de la década de 1960, por fin, otra nación, por medios pacíficos, a diferencia de Cuba, llegaba al poder con el ideal socialista.
Nosotros, los jóvenes de ese entonces, llenos de alegría entonábamos los cantos de Violeta Parra, Víctor Jara, Quilapayún, Inti Illimani, Atahualpa Yupanqui, los Chalchaleros, Horacio Guarany, Alí Primera, entre otros, y escuchábamos a Joan Manuel Serrat, Paco Ibáñez, Soledad Bravo, Mercedes Sosa y algunos otros más.
Peñas y lugares de reunión y canto surgieron en varios lugares del país y del Distrito Federal (El Cóndor Pasa, Peña Gallos, El Sapo Cancionero, El Mesón de la Guitarra, Vedanta, etc.); también fueron emergiendo Ferias de Libro, y librerías como la Librería Gandhi, Salvador Allende, El Sótano, La Casa del Libro, entre algunas otras más.
Sin embargo, a diferencia de las demás –que ocuparon un lugar cimero en la búsqueda de libros y literatura contemporánea y universal—la Librería Gandhi, en el piso superior, tenía un lugar que jugaba el rol de ser un centro de juego de ajedrez, de cafetería y de contacto entre diversos personajes que algunas tardes, luego o antes de ver, buscar, hojear o comprar libros, se llenaba y mostraba un ambiente cultural de jóvenes y no tan jóvenes.
Aún recuerdo a Manuel, a Alejandro Milton y a Enrique en la librería; a Chabelo y Genaro en la cafetería; a Bernardo (asiduo concurrente y jugador de ajedrez) y otros más que bebiendo café (algunos el famoso Café Gandhi) o discutiendo y charlando sobre temas diversos y variados, departíamos en un espacio que muy pronto, en todo el Distrito Federal y, por qué no decirlo, el país mismo, fue reconocido como el centro cultural y librero de mayor importancia.
Una vez por semana, por lo menos, la Librería Gandhi, era visitada por mí y desde ese entonces, salvo este periodo de “arresto domiciliario” y “distanciamiento físico”, la he visitado hasta el mes de marzo de este “año de la pandemia del COVID-19”, año 2020.
La cafetería de la Librería Gandhi fue el primer lugar donde invité a mi esposa a beber café, platicar y compartir sueños.
En dicho lugar fui convirtiéndome en buscador de libros y en un ser que, por lo menos, cuatro veces al mes o una vez por semana, deambulaba mirando, palpando y aspirando el aroma de las hojas de papel de texto diversos; y después de ello, subía a beber café, charlar, saludar a viejos camaradas (que no camaradas viejos) o jugar ajedrez.
Todavía conservo en mi memoria la figura Mauricio Achar, deambulando por la cafetería algunas tardes, con su barba cubriéndole el rostro y charlando con sus amigos.
Era un tiempo en el que quizás, más allá de Librería Gandhi, disponíamos de pocos espacios dedicados a la labor de difusión de la producción editorial así como a la apertura de un espacio para departir, compartir y crear.
A prácticamente cumplido medio siglo de la creación de dicho espacio distintivo de la cultura en la hoy Ciudad de México, hemos sido informados por la misma empresa, Librerías Gandhi, que la otrora y original Librería Gandhi, después transformada en Librería Gandhi Oportunidades, será cerrada definitivamente como tal y será reconvertida en oficinas corporativas.
Más que el significado, el sentido que para muchos de nosotros tuvo y mantiene dicho espacio y lugar, no merma con esta determinación. Quienes tuvimos la fortuna y la vivencia imborrable de esos tiempos seguramente mantendremos el recuerdo que nunca muere.
Vaya este nostálgico escrito como una muestra viva de que la realidad es dinámica y nunca estática.
Finamente, quienes aún mantenemos viva la llama de esa búsqueda sin término, seguiremos buscando y recordando.