El Tercer Ojo - El Consejo de Seguridad de la ONU y el “Derecho de veto”

En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara

El Tercer Ojo - El Consejo de Seguridad de la ONU y el “Derecho de veto”

Apreciados seguidores de nuestra columna semanal El tercer ojo, una vez que hube transitado la senda de la inhibición de escriba, por razones ajenas a mi voluntad y que demandaban mi atención directa, me apresto a escribir una reflexión sobre un asunto que recientemente ha evidenciado, muy claramente ante los ojos del mundo, la inutilidad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el carácter antidemocrático de su Consejo de Seguridad.

 

Hemos sido testigos de la  incapacidad de dicho organismo para asegurar la paz y el desarrollo sustentable y sostenible de nuestro mundo –sea por omisión y ausencia de acciones claras y exigibles a las naciones y Estados que sustentan su actuación en los mecanismos de la guerra, la coerción y el chantaje; o sea resultado de la parálisis que deriva del antidemocrático ejercicio del “Derecho de veto” que poseen y ejercen unas cuantas naciones (los cinco miembros permanentes: China, Francia, Reino Unido, Rusia y los Estados Unidos), de algunas propuestas para instrumentar acciones exigibles que afectarían los intereses de alguno de los “miembros permanentes”, o algún estado o nación aliada de algunos de ellos. Ese “veto” se aplica dentro del también antidemocrático Consejo de Seguridad de la ONU.

 

En el lapso de tiempo de un par de años hemos podido conocer que los eventos que impactan con guerras a naciones como Rusia, Ucrania, Irán, Israel, Palestina, Siria, por no enunciar las que se muestran en el continente africano, entre otras regiones, han sido objeto del desinterés y la inatención de tal organismo y de su Consejo de Seguridad; y cuando el Consejo de Seguridad de la ONU ha realizado reuniones para analizar y encontrar alternativas de solución a tales asuntos, o los Estados Unidos o Rusia han paralizado cualquier acción con el ejercicio de su “Derecho de veto”.

 

Según se puede observar en la historia del funcionamiento de Consejo de Seguridad de la ONU, el ejercicio del poder de veto se refiere al “Derecho a vetar,” ejercido sólo por cualquiera de los  miembros permanentes del Consejo, permitiéndoles impedir la aprobación de cualquier resolución que afecte sus intereses o los de sus aliados; un voto negativo de un miembro permanente podría bloquear también la elección de un Secretario General que consideren que afectaría sus intereses. Por ello, bajo esta estructura y funcionamiento, se aprecia claramente la subordinación del organismo a los intereses de una u otra potencia.

 

Revisando la historia del ejercicio de los “vetos” en el Consejo de Seguridad de mayor a menor se expresa así; en primer lugar se encuentra la ex URSS-Rusia, enseguida los Estados Unidos, luego Reino Unido, sigue Francia y, al final China.

 

Los asuntos por los cuales se ha ejercido el “veto” son, entre otros, los siguientes: la cuestión de Argelia (1954-1962), la Guerra de Corea (1950, 1953), el Canal de Suez (1956), Hungría (1956), Viet Nam (1946-75), la Guerra Chino-Vietnamita (1979), la cuestión de Afganistán (1979-88), Panamá (1989), Irak (2003), Georgia (2008) y Ucrania (2022). Las naciones involucradas en dichos asuntos y que ejercieron el “Derecho de veto” fueron: Francia, Reino Unido, URSS, Estados Unidos, China, Estados Unidos y Rusia. Hasta el año de 2017 el ejercicio del “veto” ha contado con el número de 241 ocasiones.

 

Pero aún hay más datos; En la historia del las reuniones del Consejo de Seguridad, prácticamente la mitad de los vetos fueron emitidos por la extinta URSS, hasta el año de 1965. A partir de 1966, de los 153 vetos emitidos, 119 fueron manifiestos por uno de los tres miembros de la OTAN del Consejo: Estados Unidos, Reino Unido y Francia.

 

Si consideramos el último par de años de esta segundo decenio del siglo XXI, confirmaremos que los asuntos más acuciantes y que ponen en riesgo la existencia de la humanidad, han sido anulados de las resoluciones del Consejo de Seguridad por el ejercicio del veto por Estados Unidos  y por Rusia.

 

Mientras sigamos sujetos a esta dinámica antidemocrática estaremos pendiendo de los hilos que mueven las naciones que integran a la OTAN, a la Comunidad Europea, a Reino Unido –comandados por el Imperialismo Estadounidense– y a su contraparte, Rusia.

 

Los arsenales nucleares de los cuales disponen prometen “una dulce certidumbre de lo peor”, mientras que las naciones referidas se encargan de mantener una economía de guerra y sostenida por la industria militar que les favorece y, claro está, se defienden y apoyan entre ellos. Así se muestra con los apoyos al Estado Sionista de Israel y a Ucrania.