El Tercer Ojo-Breve historia de la medicina y de la relación médico-paciente (vigésimo segunda parte)

En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara

El Tercer Ojo-Breve historia de la medicina y de la relación médico-paciente (vigésimo segunda parte)
Queridos lectores, ustedes que han tenido la paciencia para seguir esta “Breve Historia de la Medicina y de la Relación Médico-Paciente”, a través de nuestra columna El Tercer Ojo, habrán podido percatarse de que, pese al término Breve,ya se anuncia con este artículo la XXII colaboración y, seguramente, se adivinará un número aún indeterminado de artículos dedicados a esta cuestión. Ello obedece, como resulta comprensible, a lo vasto –en extensión y profundidad— de nuestro objeto de interés.
Hemos realizado hasta ahora una narrativa historiográfica de condiciones, eventos, creencias y supuestos que se relacionan directamente con los orígenes y el desarrollo de la práctica médica hasta los siglos XVIII-XIX de nuestra era, sin embargo, no hemos abordado aún los fundamentos filosóficos, teóricos o científicos que nos permitan comprender y explicar los orígenes y el desarrollo de la vida, de la salud y de la enfermedad.
Pues bien, a partir de esta colaboración trataremos de describir y explicar estas cuestiones.
Podemos admitir, en principio, como ya se dijo, que el pensamiento mágico fue, sin duda alguna el instrumento conceptual con el que se trató de comprender y explicar el continuum salud-enfermedad; fuerzas externas y ajenas al propio ser humano, a sus condiciones materiales de existencia, fueron el hontanar del cual devenían los procesos de salud-enfermedad. Fuesen fuerzas ocultas, demoniacas, divinas o de naturaleza similar, éstas fueron concebidas como la explicación causal de tales procesos; en consecuencia, las estrategias para explicar, comprender y atender dichos problemas se centraron en ritos mágicos, demoniacos o religiosos.
Sin embargo, trascendiendo tales “explicaciones” es que aparece una relación antitética entre dos modelos que pretendieron resolver el mismo problema: el “vitalismo” y el “mecanicismo”.
El “vitalismo” sostiene que “las actividades naturales del cuerpo son gobernadas por una fuerza especial y privativa de los seres vivientes que les permite seguir viviendo”. Es decir, que existe un “principio vital” que rige a la vida y sus manifestaciones, y que éstas no se rigen por las mimas leyes naturales que gobiernan a la materia inerte. Creían y afirmaban que los cambios físicos y químicos que ocurren en la materia inanimada no son suficientes para explicar tales fenómenos. Expresaban que: “la vida requiere que ocurran de manera armoniosa una inmensa multitud de fenómenos físicos y químicos y esa coordinación efectiva sólo puede ocurrir si aceptamos la función rectora del `principio vital’”. Del Élan Vital.
Los orígenes del vitalismo puedenhallarse hasta el Estagirita Aristóteles; puede seguirse a través del médico y químico alemán Georg Ernst Stahl, quien introdujo el concepto de “flogisto”, como principio que pretendía explicar los fenómenos químicos y físicos que ocurren en la naturaleza. Stahl también creía que los órganos del cuerpo humano; “estaban sujetos a las leyes de la física”, pero sugirió que el alma, “anima”, armonizaba dichas funciones físicas; de ahí que “animismo” y “vitalismo” sean dos términos para referirse a la misma creencia.
Élan Vital, es un concepto introducido por el filósofo francés Henri Bergson en su obra La Evolución Creadora; suele traducirse como “fuerza o impulso vital”. El Élan Vital es una fuerza hipotética que causa la evolución y desarrollo de los organismos.
Esta concepción vitalista tuvo una serie de repercusiones de trascendencia para la medicina. Esta idea sugería que “El alma, Élan Vital, gobernaba los fenómenos fisiológicos, y que las condiciones del alma eran causa de la salud y la enfermedad; de este modo, la práctica médica dedicó una importante atención a las pasiones que agitaban el alma del paciente”.
Asimismo, otro concepto del pensamiento de Stahl fue lo que él denominaba“movimiento tónico” (motus tonicus), consistente en “el movimiento alternado decontracción y relajación” que atribuyó a todos los tejidos, excepto los huesos.
En contraposición, “el mecanicismo”, impulsado ampliamente a partir del pensamiento del filósofo francés René Descartes, trató de comprender y explicar la naturaleza del proceso salud-enfermedad con base en el comportamiento mecánico del propio cuerpo, mientras que el componente espiritual sería un agregado.
(Continuará…)