Escala de Grises - Violencia en tiempo de elecciones

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises - Violencia en tiempo de elecciones

El domingo 19 de mayo se llevó a cabo el tercer y último debate presidencial, bajo el título “Democracia y Gobierno: diálogos constructivos”. A pesar de las millones de pancartas, de los recorridos y los múltiples esfuerzos por posicionarse como la opción favorita para el electorado, el desgaste de casi un año se hizo presente.

 

De acuerdo con las cifras difundidas por el Instituto Nacional Electoral, el tercer debate presidencial fue el menos visto de esta temporada: tan sólo 11,6 millones de personas se dieron cita para escuchar las propuestas (y peleas) entre candidaturas, dos millones menos que en la transmisión previa.

 

A pesar de que los temas que se pusieron sobre la mesa fueron migración y política exterior, política social, seguridad y crimen organizado; democracia, pluralismo y decisión de poderes, el interés del electorado que acudirá a votar este 2 de junio parece haberse apagado.

 

¿Cuáles son las causas de este fenómeno? ¿El hartazgo de escuchar los mismos argumentos y reclamos que en las emisiones pasadas? ¿El cansancio de ver las mismas caras y los mismos nombres que acechan por las calles de todo el territorio nacional con su propaganda? ¿La desconfianza en el proceso? ¿La preocupación por temas más importantes?

 

El desinterés, aunque pueda sonar superficial, puede ser una consecuencia más de la negligencia interminable de un Estado que, independientemente de los colores o partidos que tenga en puestos de poder, sigue bajo un contexto de violencia, impunidad, inseguridad, desigualdad y otros tantos problemas estructurales.

 

El INE se ha comprometido en difundir información sobre las candidaturas, sus propuestas, su postura sobre temas de interés colectivo e, incluso, su forma de hacer frente a los cuestionamientos que se les realizan con la intención de que la ciudadanía emita un voto informado.

 

Sin embargo, cuando el mismo fin de semana que se realiza el debate se convierte en el más violento de este 2024 (hasta el momento), las prioridades se transforman. La realidad que se vive actualmente en el país se sobrepone a cualquier otro escenario hipotético que pueda surgir.

 

Los ataques a la población cobran mayor relevancia que los ataques realizados por partidos políticos y sus representantes. Según la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, del 17 al 19 de mayo se registraron 280 homicidios dolosos, 104 únicamente durante el domingo, el día del tercer debate presidencial.

 

Las autoridades afirman que los estados con mayores índices de violencia son Guanajuato, Baja California, el Estado de México, Chihuahua, Jalisco y Morelos. En estas entidades se concentra casi el 46% de los crímenes cometidos, lo que nos deja ver un panorama alarmante, especialmente en tiempo de elecciones.

 

A pesar de que en este espacio hemos afirmado que la violencia no se reduce únicamente a un territorio, hay que cuestionarnos cuáles son las razones por las que seis estados concentran un porcentaje elevado de delitos, entre los que se encuentran los homicidios dolosos.

 

¿Cuáles son las causas estructurales que contribuyen a un ambiente lleno de violencia? ¿Cuáles son las alternativas para poder hacerle frente y proteger a la población de más crímenes? ¿Realmente la solución está en el despliegue de más elementos de la Guardia Nacional? ¿La estrategia de militarizar el país realmente está funcionando? La respuesta es evidente.

 

Lo que las autoridades se niegan a aceptar es que la violencia no sólo depende de la cantidad de elementos militares que se encuentren en el territorio nacional, sino también del poco interés que el personal de seguridad invierte en resolver las denuncias que se levantan en cada Ministerio Público del país.

 

La situación actual es el resultado de las redes de corrupción y nexos con los grupos criminales, de la negligencia de las autoridades para hacer su trabajo y de la nula contención que se hace de problemas sistemáticos como la violencia de género o el crimen organizado, por mencionar sólo algunos.

 

No basta con lanzar propuestas al aire y pretender que la mejor opción está pintada de ciertos colores. Se requiere de un compromiso real para que las candidaturas se posicionen más allá de lo “políticamente correcto” sobre los problemas que aquejan a una población cada vez más desencantada de sus promesas.

 

El voto es libre y secreto:

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