El Tercer Ojo - Algo sobre las palabras y sus usos.
En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara
Recientemente (21/02/21), en el Semanario Proceso, el Poeta Javier Sicilia publicó un breve artículo cuyo título es “Traidores”; desde el párrafo primero y de manera directa define lo que es traición: “entregar a alguien al enemigo”.
Desde luego que, sin un gran esfuerzo de interpretación, podemos comprender que la palabra “traición” refiera un acto realizado por alguien que, en los hechos, desdice o contradice algo (un compromiso, una idea o creencia) que, previamente al acto referido o calificado, aquel expresaba o asumía públicamente, frente a otros seres que no son él mismo.
Valiéndonos de los usos que califican una serie de actos para atribuirlos al sujeto de la actividad que los manifiesta, consecuentemente se aplica el calificativo de “traidores” a quienes muestran claramente actos de traición.
Es decir, que la “traición” es un acto realizado por un conjunto de seres humanos que, por ello, serán considerados como “traidores”.
Ergo, “traidores” y “traición” son dos sustantivos que pueden referirse a los actos y los seres que muestran tales.
Además de ser sustantivos, por su naturaleza se tornan adjetivos que califican tanto al sujeto de acto en cuestión como a los actos mismos.
“Traición” y “traidores” son dos términos que aplicados al Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, así como a algunos de sus actos, merecen algunas precisiones.
Primera ¿Quiénes son los traicionados?
Segunda ¿En qué sentido fueron traicionados?
Tercer ¿Es suficiente el uso de este sustantivo y adjetivo para caracterizar una persona, un gobierno y sus políticas?
No tengo duda de que, en efecto, existen personas, comunidades y organizaciones sociales que tienen un sentimiento de traición, es decir, que se siente traicionados por el Presidente, el Gobierno en turno, y por sus políticas y formas de expresión de éstas.
Es preciso diferenciar y deslindar a estas personas, comunidades u organizaciones de las otras personas o grupos que no solo no fueron traicionados, sino que con el acceso de Andrés Manuel López Obrador y su gobierno perdieron los privilegios que siempre han tenido, que sienten perdidos y que desean recuperar.
También debemos señalar que este segundo sector de miembros de la sociedad trata de utilizar, para sus fines aviesos o explícitos, las expresiones de desencanto, frustración, desengaño y sentimiento de frustración, ante los actos efectivos de traición, que manifiestan las personas, comunidades u organizaciones sociales traicionadas.
No cabe duda que los movimientos de víctimas de la violencia estructural que nos agobia, de la delincuencia, de los secuestros y desapariciones tienen justa razón al expresar su sentimientos de haber sido traicionados; asimismo, las comunidades que son objetos del saqueo de sus recursos naturales, su territorio, tradiciones y cultura han sido traicionados; quienes esperaban la aplicación de la justicia, “caiga quien caiga” y no la perciben y, por el contrario, observan una evitación de la misma, concuerdan en reconocer la traición.
Es una clara traición cuando antes de su acceso al poder, obtenido legítima e incuestionablemente mediante el último proceso electoral nacional, asumía compromisos que hoy por hoy, no únicamente son incumplidos, sino que, todavía más, tales acciones perpetúan el saqueo, la impunidad y la corrupción.
Sin embargo, debe tenerse claro que jamás, el proyecto de AMLO fue explícito en la transformación radical –de raíz—del Modo de Producción y Reproducción de las condiciones materiales e ideales de existencia de México. En dicho sentido allí no hay traición.
Lisa y llanamente debemos admitir que este gobierno y su proyecto son la expresión de una manera diferente de proyectar la administración del mismo Modo de Producción y Reproducción de las condiciones materiales e ideales de existencia de México.
Al decir del propio poeta Javier Sicilia, es una intención de administrar de otra manera el “infierno” que vivimos los mexicanos.
La presencia de la epidemia y pandemia del COVID-19, se adicionó a los asuntos objeto de análisis de esta colaboración, empero, no los elimina.
¿Hay traición? Sí, ¿desencanto y frustración? También, pero no es suficiente para comprender y explicar una confrontación polarizada que prexistía a este gobierno.
Las prácticas de negociación y conciliación para asegurar la “gobernabilidad”, la suya, así como las de confrontación con los otros sectores que tratan de recuperar su estancia en el poder, son percibidos más como pugnas entre quienes se disputan la administración del “infierno” que verdaderos y efectivos intentos de transformar en bien de pueblos y comunidades, de ciudadanos ajenos a esta disputa, la realidad sociopolítica y económica nacional