El Tercer Ojo Algo más sobre la Inteligencia Artificial (IA)

El Tercer Ojo   Algo más sobre la Inteligencia Artificial (IA)

Estimados lectores de nuestra colaboración semanal El Tercer Ojo, en El Regional del Sur, dando continuidad a nuestra colaboración anterior, me propongo compartir con ustedes unas notas que considero importantes con respecto al libro La inteligencia artificial no piensa (El cerebro tampoco), (2023), de Miguel Benayasag y Ariel Pennisi, editado en Buenos Aires, Argentina, por la editorial Prometeo.

 

Cómo podrán recordar, la colaboración fue intitulada de la siguiente manera: Quien ama, sufre, piensa o decide no es el cerebro, ni el inconsciente, ni la inteligencia… Quien ama, sufre, piensa o decide es el ser humano. (https://elregional.com.mx/el-tercer-ojo-quien-ama-sufre-piensa-o-decide-no-es-el-cerebro-ni-el-inconsciente-ni-la-inteligencia-quien-ama-sufre-piensa-o-decide-es-el-ser-humano); en este breve ensayo presenté algunas premisas y supuestos teóricos, de carácter epistemológico y lógico, al respecto; en principio, afirmaba en mi colaboración citada que me parecía imprescindible distinguir muy precisamente lo que debemos entender bajo los sustantivos “Pensamiento”, “Inteligencia” (artificial o humana) y “Procesamiento de la Información” (PI); debo resaltar el hecho de que no advertí que era también necesario definir o explicar lo que es el cerebro (humano) y la “Inteligencia Artificial”.

 

Por otro lado, expuse mi argumentación partiendo de la crítica a la “Falacia Mereológica”, los “Reduccionismos” y, por supuesto, el “Eliminacionismo” del sujeto activo de la actividad, léase el Ser Humano.

 

Ahora bien, considero fundamental recuperar una idea que, aunque la señalé, debe resaltarse tal cual la presenta Miguel Benayasag: “El cerebro no secreta el pensamiento como la vesícula biliar no secreta la bilis; el cerebro y el cuerpo entero, con todas sus relaciones, desde el biotipo intestinal hasta el contexto histórico, participan de la interfaz, ya que ninguno de los vectores produce por sí mismo al pensamiento simbólico, sino que esa producción tiene un nivel de autonomía y los vectores participan de la autoprotección del pensamiento”; ello nos permite asumir que, además de la idea mereológica que se critica, también se considera a ésta como una forma o expresión de los reduccionismos. Asimismo, y ello es necesario ser destacado, se manifiesta, casi “sin querer queriendo”, en la misma cita de Benasayag, el pensamiento, otra vez, reduccionista y eliminacionista, pues en esta idea, a pesar de que pudiera parecer sumamente clara y crítica, lo expresado evidencia una reducción del Ser Humano, intencional y propositivo, al “cerebro y al cuerpo entero” y, pomposamente dicho, a “vectores” e intersecciones.

 

Al parecer sigue siendo sumamente pregnante en nuestra exposiciones y discursos, con sus expresiones, el pensamiento reduccionista y, menos evidentemente, eliminacionista del sujeto de la actividad y su carácter activo e intencional.

 

Por otro lado, utilizar expresiones de carácter verbal, tales como pensar, imaginar, solucionar problemas, procesar información, recordar, querer, etcétera y, a su vez, trasladarlos a sustantivos tales como memoria, pensamiento, razonamiento, imaginación, inteligencia, etcétera y, finalmente, atribuir las primeras expresiones verbales a varios de los sustantivos citados, sin criterios metodológicos y teóricos claros, ha obedecido, sin duda a las ideas reduccionistas, eliminacionistas y, por supuesto, eclécticas.

 

Para cerrar esta colaboración quiero mostrar otra tesis del propio Benasayag: “(...) sin inteligencia artificial hay pensamiento, pero sin cerebro no. Sólo que el cerebro aislado no piensa (como en las películas de El Santo –el Enmascarado de Plata– se creía –comentario mío), es una interface que hace parte de un conjunto orgánico en el que todas las variantes en esa relación múltiple que las caracteriza y que es irreductible impulsan, dotan de energía y de todo lo necesario para que esa combinatoria que llamamos pensamiento simbólico exista”.