El tercer ojo - ¡Albricias! ya se tendrá la vacuna contra el covid 19 retos por venir
En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara
Al parecer, contra muchos de los pronósticos hechos públicos por prestidigitadores, adivinos, oraculeros, pitonisas, augures, nigromantes y otra gama de personajes que sólo con sus creencias, supuestos saberes o “poderes”, propalaron que la “Peste del año 2020”, el SARS Cov-2, secundario a la presencia súbita, sorpresiva e inesperada del COVID-19, no hallaría la puerta de salida en poco tiempo (compréndase que a lo largo de la historia de la humanidad no se habían identificado los agentes causales de ciertas enfermedades infecciosas, sean bacterias o virus, ni las herramientas para fortalecer la inmunidad contra éstos como pueden serlo las vacunas, en tan corto periodo temporal), como ahora parece mostrarse, en menos de un año, y que contra nuestros sueños y deseos estaríamos presos de miedo, distanciamiento físico y confinamiento domiciliario durante muchos días, meses y, tal vez, algunos años, hoy tenemos la promesa de una vacuna próxima a ser aplicada a la población.
También, a lo largo de la historia de la medicina y de la atención a los procesos de salud-enfermedad, hemos sido testigos del valor que tiene el descubrimiento, la producción, distribución y aplicación masiva (léase universal y gratuita) de las vacunas a la población como estrategia prínceps, en el ámbito de la salud pública, para la prevención y, de ser ello posible, la erradicación de algunas enfermedades que han puesto en jaque a la humanidad o a poblaciones determinadas en el mundo.
Hasta aquí no tengo la menor duda de que ello es necesario reconocerlo; sin embargo, con el origen y desarrollo del Modo de Producción Capitalista, primero, y del Imperialismo Capitalista, en su fase Neoliberal, después, hemos podido observar que la apropiación privada de los grandes monopolios de la investigación, producción y distribución de los recursos en salud ha sido tal que muy pocas empresas, en muy pocas manos, de un reducido grupo de naciones poseen tales recursos y, desde luego, las enormes ganancias que enriquecen aún más a los mismos grupos monopólicos.
En esta contradicción pareciera que la presencia de estas calamidades son benéficas para ellos, muy pocos, mientras que para las amplias mayorías de la población se tornan en verdaderos pandemónium que pregonan la enfermedad, la muerte y el dolor –físico y psíquico—.
Lamentablemente no termina aquí el dilema o reto a afrontar. Todavía se muestran los fenómenos propios de nuestros Estados y gobiernos de las naciones subordinadas en este mecanismo de división de las relaciones de dominio-subordinación. La corrupción, la impunidad, la incompetencia y más, colocan a nuestros países en una especie de cadalso que pone, al pie de la horca, la población, debida a la carencia de tales recursos.
No basta con señalar estas dos cuestiones estructurales que obstaculizan la verdadera instrumentación de una gran campaña de vacunación. No basta con atacar la corrupción y la impunidad; tampoco es suficiente la denuncia de este Modelo de Desarrollo Desigual e injusto.
Aún resta un elemento que considero esencial e ineludible a la hora de organizar un programa de adquisición, distribución y aplicación de vacunas.
No basta con poseer las vacunas y distribuirlas a lo largo y ancho de México. ¡No!
Es necesario reconocer que, hasta ahora, quienes han recibido la responsabilidad de afrontar para contener, disminuir y, hasta donde ello sea posible, erradicar el SARS Cov-2, no han admitido la imprescindible trascendencia de apoyar esta actividad con la presencia de los profesionales que disponen de los elementos de juicio y saber indispensables en el ámbito psicosocial. Me refiero aquí a los psicólogos y la psicología.
Estos profesionales son quienes podrían enfrentarse con el conjunto de creencias, atribuciones, supuestos y demás eventos de carácter psicológico que fortalecen los grandes mitos que envuelven la efectividad y el valor de las vacunas y de los procesos de vacunación.
La presencia de estos fenómenos de naturaleza representacional es la que asegura, paradójicamente, la determinación de no vacunarse uno mismo o de no hacerlo con los seres más cercanos a ese uno. Asimismo, son estos, y no otras, los fenómenos psicológicos que conducen a otros, que no son pocos, a propalar sus creencias, como si fuesen verdades, contra las vacunas y los procesos de vacunación. No desconsidero las creencias de naturaleza religiosa o pseudocientífica.
Dentro de estas grandes creencias se encuentran, además y lo reitero, las de algunas religiones, las “teorías” conspiranoicas y las apreciaciones de carácter político-económico, desde luego, las que difunden los grandes mitos sobre las vacunas.
- Uno de los primeros mitos arguye que administrarle a alguien cualquier número de vacunas, ya sea al mismo tiempo o en un corto período de tiempo, puede abatir o debilitar el sistema inmunitario natural.
- Enseguida, que basta con buena alimentación, ejercitación y buenos hábitos de higiene para mantener la salud sin la necesidad de vacunarse.
- De la misma manera, que las vacunas podían tener efectos indeseables secundarios, de mediano y largo plazo y que, en el peor de los casos, estos pudieran acarrear la muerte.
- Que las vacunas son las responsables directas de la “explosión epidemiológica” de los Trastornos del Espectro Autista o de la “muerte súbita” en los niños.
- Las vacunas, en realidad, no son efectivas ni eficientes, es decir, no funcionan.
- Después de haber adquirido o padecido una enfermedad, el organismo humano “adquiere” una inmunidad tal que es superior a la que aportan las vacunas.
- Las vacunas poseen “microchips” que al ser introducidos dentro de nuestros organismos aseguran el control de nuestros pensamientos, sentimientos y nuestros actos; ello permite a otros “poderes” controlarnos más fácilmente.
Ya abordaremos estas cuestiones en nuestra próxima colaboración. Mientras tanto va este enlace para aportar una muy breve y sucinta información al respecto.
https://www.paho.org/es/temas/inmunizacion/refutando-mitos-sobre-inmunizacion