¿De quién son los muertos?
En opinión de José María Román Román
Campeones del fracaso, México víctima del Covit 19 se encamina a ocupar el primer lugar en la América de habla Hispana, incluso, de no cambiar la trayectoria, proporcionalmente tendremos más muertes que Brasil, el gigante Sudamericano.
Llevamos para éste fin de semana probablemente cerca o rebasemos los 30 mil muertos, Brasil supera ligeramente los 50 mil, pero con una agravante, la población Mexicana es proporcionalmente o ligeramente la mitad de la brasileña. En esa proporción estamos al lado de dos populistas que enfrentan la pandemia con criterio semejante: negar su realidad y desdeñar sus efectos, pasando por menospreciar su existencia.
Esta cuenta de muertes, al igual que antes, se atribuye por obvias razones al gobernante en turno y así como en el pasado las muertes de la violencia se acumularon a Peña Nieto y a Calderón, ahora se le acumula con justa razón a AMLO, no a Gatell, conste. Porque AMLO es la autoridad suprema que toma las decisiones en dos sentidos: uno, atendiendo el consejo de los expertos que deben ser los mejores de la nación y dos, atendiendo a la congruencia y a la razón lógica de los acontecimientos. Cuando fue elegido presidente, aceptó el encargo y la responsabilidad y en función de eso fue contratado por la mayoría de los ciudadanos que fueron a emitir su voto, que no la mayoría de los votantes tomados en su número total.
Hay algunos individuos reflexivos de mala fe tal como de buena fe que catalogan su responsabilidad de muertes en función de los porcentajes de votación y tienen cierta razón. AMLO, sacó el 30 y fracción de porcentaje de votos de las cantidades totales de votantes y más del 62% del voto emitido, luego entonces le corresponde al menos ese mismo porcentaje de responsabilidad por haber sido omiso en la toma prudente y a tiempo de las decisiones para proteger la vida y la salud de al menos ese porcentaje de población. Es decir, sería responsable indirecto de la muerte de 10 mil o más mexicanos que por exceso de confianza no tomaron en serio los efectos y las consecuencias de la pandemia. En esa función, el Presidente es el culpable, máxime que contribuyó con sus simpatizantes a fomentar el desdén al mal al negarse a tomar la temperatura al subir a los aviones, al negarse a usar cobre bocas, al negarse a reconocer la gravedad del mal que ya se miraba en China y en Europa desde el mes de Enero. Más lejos aún aumentó su responsabilidad al seguir negándose a usar cubre bocas y al decir que una estampita se protegía del mal y que bastaba la honradez para estar protegido.
Miles, y yo agregaría que millones de simpatizantes y votantes de este señor siguieron a ciegas sus opiniones y consejos, como aquel de que salieran a los restaurantes y reuniones en plena pandemia y su desarrollo o el beso en una reunión que le dio a una infante.
No creo ni considero que AMLO opere de mala fe con sus actos, pero me niego a creer que un hombre a su nivel opere así por ignorancia, máxime que él sabe o se supone que debe saber que lo que diga o haga tiene efectos inmediatos en quienes creen en él y a ciegas ejecutan los actos imitativos correspondientes.
La historia de AMLO y la historia de México pondrán en su lugar el grado de irresponsabilidad, así como lo harán con Tromph y Bolsonaro en EU y Brasil, los otros dos irresponsables que condujeron con su desdén y desprecio a que sus ciudadanos sufrieran la consecuencia cuyos efectos económicos y en saldo de muertes aún está por determinar.
No sé e ignoro si duerma bien el Presidente con ese cargo en su conciencia, pero sí sé que tarde o temprano la culpa obvia saltará a la vista y lo señalará como el depredador económico y de la salud del País.
En poco tiempo sabremos los alcances verdaderos del Covit 19 en la economía Nacional por los despidos y por el cierre de empresas y pequeños negocios, los muertos, ésos seguramente le darán el lugar que merece a un Presidente que omitió asumir su papel para ayudar al pueblo que juró mejoraría. Queda claro por principio que más de 10 millones de pobres se sumarán a los ya dejados por gobiernos anteriores. Quedará AMLO como el destructor del sistema de Salud (Seguro Popular) ahora más ineficiente que en el pasado bajo un esquema inútil y como el hombre que agrega a la mortandad del Covit, los muertos producto de la delincuencia organizada, cuyos números rebasan a los gobiernos pasados y que engrosarán el desprecio al gobernante que pudo y no quiso reducir la magnitud de la tragedia.