Cuando sea demasiado tarde… - ¿Qué fue lo que aprendimos?

En opinión de Gabriel Dorantes Argandar

Cuando sea demasiado tarde… - ¿Qué fue lo que aprendimos?

Buen día, apreciado lector. Nuevamente es sábado y nos volvemos a encontrar por estos lares. Primero que nada, quiero agradecer a todos aquellos que me manifestaron su solidaridad y sus comentarios en virtud de la columna de la semana pasada. Al parecer esto de ser buen vecino es algo que no se aprecia mucho hoy en día, y es mucha la gente que está acostumbrada a amedrentar a sus vecinos y vivir en el conflicto. ¿Recuerdan que los habitantes anteriores de esa casita usaban mi timbre porque no querían arreglar el suyo? Fue todo un viacrucis arreglarlo, y cuando la abuelita fallece en la recámara principal de ese departamento, los familiares que vinieron a despedirse de ella estuvieron (adivinó usted bien) usando mi timbre para que se les diera acceso. La verdad es que me molestó un poco, pero con el hecho se anunciaba la partida de esa familia, lo que dio paso a los agradables vecinos actuales. Ya no puedo contarles mucho más de los detalles de lo ocurrido esta semana por no exceder el de por sí exceso que cometí la semana pasada, pero sí hay mucho qué decir al respecto, así que vamos allá.

            Primero que nada, comenzaré por recomendarle instalar cámaras en su propiedad. Su servidor invirtió en infraestructura que yo sólo he podido gestionar, pero una vez hecha la labor, fue grande el arrepentimiento de no haber contratado un servicio de vigilancia de circuito cerrado. Los paquetes sencillos con cuatro cámaras rondan sobre los tres mil pesos, pero los paquetes más complicados pueden llegar a más de diez mil. ¿Creen ustedes que no se ha ensuciado mi coche en una semana? Quién diría que la cosa se arreglaría de esta manera. Siempre he pensado que los muros altos hacen buenos vecinos, pero estoy descubriendo que las cámaras los hacen portarse todavía mejor. Se cumple una semana sin incidentes y pareciera (pareciera) que esta gente entendió la lección. ¿Cuál es la necesidad de tener que vivir tales circunstancias con sus vecinos? ¿A quién acudiría usted ante una emergencia? ¿No cree usted que conviene llevarse bien con aquellos con quien usted convive todos los días?

            Varios de mis colegas psicólogos encontraron gran humor en el tema del excremento de perro y los mecanismos de defensa de naturaleza histéricos, todos coincidimos en que el ejemplo es de libro de texto, resulta que aún entre las personas histéricas hay quienes se pasan de ordinarias. Toda esta situación es muy lamentable, es increíble lo mucho que se ha devaluado la lógica de la comunidad entre vecinos, sobre todo cuando nuestras puertas dan de frente las unas con las otras, ¡nos tenemos que ver las caras diario! Las normas de convivencia son fundamentales en estos casos, pero más fundamental es la voluntad de respetarlas y respetar el bienestar de nuestros vecinos. ¿No siente usted que es ofensivo para sus vecinos hacer fiestas en espacios comunes hasta altas horas de la madrugada? Todo el mundo tiene una experiencia de algún vecino que pone música a todo volumen durante todo el día y toda la noche para que todos disfruten del gusto musical que uno tiene. ¿Qué tan difícil es comprarse un juego de audífonos para que no tengamos todos que disfrutar de su mal gusto?

            Otra cosa que me volví a encontrar es algo que ya estoy denominando la estrategia clásica de manipulación. ¿Se han encontrado con personas que por un lado te agreden, y luego por el otro se hacen las víctimas? Lo he visto en gran medida en varios lugares en los que he trabajado, casi que es un pasatiempo de muchas personas. Uno llega felizmente a atender los asuntos propios, y se encuentra con que hay una persona o un grupo de persona que se dedican a hostigar psicológicamente a uno, mientras que por el otro lado van esparciendo rumores al respecto del comportamiento de uno, hasta que queda uno aislado del grupo, en una especie de indefensión derivada de que las personas que se encuentran por fuera de la dinámica tienden a creer los rumores que se sostienen entre varias personas. Pues bien, me lo volví a encontrar esta semana en la dinámica con los vecinos agradables: ¿por qué habría de ensuciar el coche del vecino, si hasta le recibo los paquetes?

            La cosa en Cuernavaca cada vez está peor. El viernes por la mañana trataron de asesinar una familia sobre avenida Universidad, esta semana asesinaron a una persona que se resistió a un asalto, y secuestraron a otra, ambos sobre la autopista México-Cuernavaca, y muchos otros hechos que ocurrieron nada más en el glorioso estado de Morelos. La autoridad no va a solucionar el problema, no sólo no puede con la violencia, no le interesa resolverla y, por el contrario, son muchas las autoridades coludidas con el crimen organizado. La única manera que vamos a sobrevivir esta masacre es si nos cuidamos entre nosotros, entre familiares y vecinos. Sea usted el vecino que le gustaría tener, busque formar lazos de cooperación con aquellos que tiene usted cerca. Quién sabe, igual y un día tiene usted un problema que requiere de una mano amiga, y se encuentra con que el vecino no está dispuesto a ayudarle porque fue usted quien comenzó el conflicto.

            Porque la comunidad no ha muerto, pero Paulo Freire se llevaría las manos a la cabeza.