Caricatura Política - Los funerales de fifí y el ganso
En opinión de Sergio Dorado
En tanto que nace, crece, se reproduce y muere, la lengua es similar a un ser viviente. Incluso metafóricamente se podría decir que tiene hígado y corazón. Hígado como cuando su servidor siembra una página de soeces y se siente feliz por tanta libertad. Y corazón como cuando el mismo servidor se pone ridículo e intenta pertrechar un poema que se le enchueca por todas partes, hasta rayar en cursilería espantosa. Y así otros órganos del cuerpo imaginario de la lengua, que para ahorrar espacio y riesgo de ponerse chabacano, mejor ahí le dejamos.
Un hecho fehaciente de la muerte de una lengua es el latín, que a su fallecimiento jamás se usó más como medio de comunicación común de un país, sino solamente de grupos pequeños tales como el clero o los científicos que bautizaron a la guayaba psidiumguajava. Pero que espero usted no tenga la ocurrencia de ir al kiosko de la ciudad y pida un licuado de psidiumguajaba, porque el juguero seguramente lo va a ver entre asombrado y divertido al preguntar: ¿De qué qué qué? Y a lo mejor hasta diligentemente lo canaliza a la botica más cercana porque a él el par de palabras le suenan a suspensión medicinal contra la taponadura inferior de guayaba excesiva.
Por otra parte, y ya en pleno vuelo sobre el asunto, el nacimiento de una lengua se encuentra con facilidad en algunas entidades federativas de los Estados Unidos, donde nuestros paisanos mexicanos, más fértiles que los norteamericanos, por cierto, empiezan a ensanchar una lengua nueva que próximamente dejará de ser español o inglés. Pero más allá del orgullo machista que la fertilidad provoca en la tierra nacional del Águila y la Serpiente, el hecho mismo es prueba fehaciente de que la lengua es similar a un ser vivo que nace, crece, se reproduce y muere.
Y bueno, si las lenguas son similares y sienten lo que un ser vivo, también han de merecer un funeral cuando se van, ¿o no?, incluso hasta un cementerio peculiar exclusivo para sepultar palabras que de pronto se infartan y pasan a mejor vida sin que con nuestras lágrimas de duelo sincero podamos remediarlo.
Por eso aquí propongo al presidente de México, si usted no tiene inconveniente, comprar una corona gigantesca aunque austera para el funeral de la palabra fifí, que para desconsuelo del humor periodístico, ya colgó los tenis. ¿O qué le parece otropar de coronas para el ganso o el dedito niégalo todo? Éstos merecieran incluso una misa de cuerpo presente presidida por monseñor Castro y Castro y el vozarrón de “Paquito” el del barrio bajo de la 53 echándose a todo pulmón el “Aria de la SuiteNo. 3” de Joan Sebastian Bach, acompañado con clavecín y el órgano que retumba en lo alto de la bóveda de catedral para no echar a la Edad Media en el saco del olvido perenne.
Ahora que, habida cuenta de que el número de bajas lingüísticas es ya significativo, los fifíes de antes, que tras la muerte del último de ellos regresaron a ser ciudadanos, siguen en espera de vocablos inéditos. Desean por ello que el español luzca, en definitiva, su ultra fertilidad cuasi humana y el diccionario se sienta a gusto acomodando alfabéticamente vocablos nuevos en su rico jardín de retoños lingüísticos un lunes por la mañana.
Incluso se propone por ahí el vocablo buldog para referirse al líder sindical de Pemex, tanto por la redondez y rugosidad del rostro como por el hábito de morder a todo el que se le acerca sin letrero de perro bravo como advertencia. Aunque claro, la lengua es de tal riqueza que otros vocablos también luchan a muerte por estar presentes en el foro de las mañaneras.
Incluso el otro día una capulina nutridísima de carbohidrato se peleó con un camaleón mimético en la calle “Dr. Guillermo Gándara” de la ciudad, porque ambos quieren ensanchar primero el diccionario del presidente; y esto así muy a pesar de que el camaleón, por orden alfabético antecede con claridad a su contraparte, la capulina ingresó a la tómbola mágica una iniciativa de ley sobre intercambio de orden de las letras “m” y “p” en el alfabeto guayabero; para que la “p” finalmente vaya sin peligro por delante; y asegura,por lo demás, que con todas las de la ley y debido al hondo conocimiento y experiencia de la capulina en disciplina legislativa y otros trucos pecuniarios amenos al paladar, pronto se publicará con letras áureas en el Diario Oficial Tierra y Libertad de nuestro Generalísimo Emiliano Zapata Salazar.
Como sea, que descansen en paz fifí y el ganso.