Breves de Abogados y Políticos - Cinismo de Graco y Capella
En opinión de Alejandro Corona Markina
Ahora resulta que Graco Luis Ramírez Garrido Abreu y su esbirro Alberto Capella Ibarra, se muestran preocupados por la inseguridad en Morelos y a propósito del atentado que sufrió el político y empresario morelense, Javier Faustino Estrada González, cínicamente se atrevieron a referirse del tema. Debieron preocuparse y actuar cuando eran gobierno y no ahora que ven los toros desde la barrera.
El primero escribió en sus redes sociales: “En este sexenio de inútil y corruptos advenedizos han ejecutado a 5 personas vinculadas a actividades políticas. La descomposición del Gobierno de Morena no tiene límites”. El otro cínico comentó: “El terrible atentado contra Javier Estrada que tiene en riesgo su vida en Morelos es consecuencia de esa broma política en el 2015 traducida en la peor tragedia institucional llamada Cuauhtémoc que ha convertido a esa entidad en un monumento de impunidad, corrupción y crimen”.
¿Tan pronto olvidaron el caso nunca resuelto de Gisela Mota, ex diputada federal y que unas horas antes de su terrible asesinato había tomado protesta como presidenta municipal de Temixco? Qué poca, realmente qué poca madre tienen.
Pero ahorita les vamos a refrescar la memoria, por si acaso lo olvidaron: era la madrugada del 2 de enero de 2016. Agotada por las actividades del día anterior -donde protestó el cargo de Presidenta Municipal de Temixco-, Gisela Mota Ocampo dormía en el domicilio de sus padres (con quienes vivía), ubicado en Calle Lázaro Cárdenas, colonia Pueblo Viejo, del municipio de Temixco, Morelos. Antes de tomar posesión del cargo edilicio, había manifestado su intención de separar a la municipalidad del fallido Mando Único policiaco, impuesto por el corrupto Graco Ramírez Garrido Abreu y que controlaba su secuaz Alberto Capella Ibarra. La mañana había sido de discursos y protocolo, la tarde de baile y algarabía.
De pronto, irrumpieron encapuchados en la vivienda y se escucharon gritos de espanto. En pijama, Gisela Mota Ocampo acudió a ver que sucedía, encontrándose a su familia sometida a los agresores, entre ellos a su señora madre, Juanita Ocampo, actual alcaldesa de Temixco y su sobrinito recién nacido.
La misma Juanita Ocampo relataría más tarde que, de manera valiente y al ver que su familia era agredida físicamente, Gisela Mota pidió con lágrimas en los ojos que “soltaran a todos los demás” y dijo que era ella a quien buscaban: “yo soy Gisela”. De inmediato, los victimarios (entre ellos un menor de edad y una mujer) la jalaron bruscamente a una de las recámaras y descargaron sin piedad seis balazos contra la humanidad de la alcaldesa, de tan sólo 33 años de edad.
Luego, los asesinos -que al menos respetaron la vida de los demás-, huyeron del lugar. Es obvio que ellos ni siquiera sabían el aspecto de quién era el objetivo, ni tampoco conocían bien el lugar donde cometieron el crimen. Fueron seguidos por el padre de Gisela y los muy estúpidos salieron hacia Tetlama, donde se encajonaron en las barrancas y así, sin escapatoria, fueron detenidos tres de ellos: el menor de edad (que ya salió libre), la mujer y otro tipo más, en tanto que dos bandidos fueron abatidos, pero no por la eficacia del Mando Único, sino por la valentía del padre de Gisela que los siguió y en todo momento reportó la ubicación de los delincuentes a la policía.
Graco Ramírez prometió una exhaustiva investigación del caso para dar con el autor intelectual del homicidio y nunca hubo nada. Lo cierto es que se especuló (y nunca se aclaró) que la muerte de Gisela fue un “aviso” para aquellos munícipes recién llegados y que buscaran salir del Mando Único, para que mejor se “cuadraran” a las órdenes del corrupto Capella, pues el trato de éste era con los “Rojos”.
Lo demás es historia conocida: Capella se fue a Quinta Roo como Secretario de Seguridad Pública, donde fue corrido con una patada en el trasero por inepto (ahora dizque es consultor) y Graco administra los bienes obtenidos con el dinero que se robó de Morelos, principalmente sus Viñedos en Baja California. Del asunto de Gisela nunca volverán a hablar este par de sinvergüenzas.