Democracia, incompleta.
En opinión de Dagoberto Santos Trigo.
Una asignatura pendiente, que la democracia no ha resuelto en su totalidad, es el apoyo integral a los pueblos y comunidades indígenas del país.
Sobre todo, porque el avance político y el fortalecimiento de la participación ciudadana tienen que ser sostenidos, jamás interrumpidos, con el objetivo de dar firmeza a las estructuras del estado mexicano.
Estamos en el vestíbulo del Proceso Electoral Concurrente 2023-2024 (que será el más importante de la historia del país).
Por tanto, resulta indispensable fomentar transversalmente la inclusión y la igualdad sustantiva, como elementos obligatorios hacia el afianzamiento del desarrollo representativo, que debe imperar en un Estado con comicios transparentes y cíclicos, donde las decisiones recaen en la voluntad popular, la cual ha adquirido un crecimiento exponencial a consecuencia de los progresos de la representación en la esfera política.
No obstante, incluso con esos visibles ascensos, persisten la pobreza, la desigualdad, la violencia política contra las mujeres en razón de género, la marginación y la segregación de los pueblos originarios. ¡Es algo inadmisible!
Sin duda alguna, la calidad de nuestra democracia debe fortalecerse a cada instante. Es una tarea global y continua.
Verdad categórica: MIENTRAS PERSISTAN LA CULTURA DE LA SIMULACIÓN Y LA DEMAGOGIA, QUE, EN GRAN MEDIDA, SON PRACTICADAS POR LAS FUERZAS POLÍTICAS, NUESTROS PUEBLOS ANCESTRALES NO VAN A ENCONTRAR UNA AUTÉNTICA REPRESENTACIÓN NI UNA VOZ ESTRIDENTE EN LOS PARLAMENTOS NACIONAL Y ESTATALES.
No podemos permitir que las conductas regresivas de ciertos gobernantes atenten contra la calidad democrática.
No es saludable, políticamente hablando, retornar a la fragilidad de las instituciones y las autoridades, puesto que se podría generar un distanciamiento irreversible y extremo con la ciudadanía. Iríamos sobre una senda contraria al idealismo social.
Enfáticamente, expreso que ¡ES UNA URGENCIA! continuar salvaguardando los procesos de transición de una democracia electoral a una de CIUDADANAS Y CIUDADANOS.
No solo es una labor del INE y los OPLES, sino de los tres niveles de gobierno y la sociedad en su conjunto.
Sólo así, con la fusión de esfuerzos éticos y comprometidos, SE LOGRARÁ EL EMPODERAMIENTO DE LOS PUEBLOS Y COMUNIDADES INDÍGENAS, respetando sus formas de organización política; es decir: los sistemas normativos propios.
Una ciudadanía integral está conformada, básicamente, de dos derechos primordiales:
1. La libertad individual.
2. La libertad de expresión, pensamiento y religión.
No olvidemos nuestro pasado. Durante más de siete décadas, el régimen unipartidista en que estábamos inmersos redujo las posibilidades de participar políticamente. Había un control corporativo.
La inercia ineludible es generar una tendencia hacia la promoción del interés de la población en las elecciones, a fin de ir revirtiendo el estado de precariedad en que aún están nuestras comunidades ancestrales.
Es decir, tenemos que identificar los obstáculos y poner soluciones. La deliberación pura es una forma integral de construir ciudadanía.
LA SEGREGACIÓN DE ESTOS GRUPOS, QUE SON LA ESENCIA DE NUESTRA IDENTIDAD CULTURAL, AFECTA LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN SUS LOCALIDADES.
Los mecanismos de participación no deben ser delimitados, ni estar ausentes de la agenda pública, dado que estaríamos yendo en detrimento de la república moderna.
En Morelos tenemos tres distritos indígenas (de un total de 12). Sin embargo, hay algunos partidos políticos que todavía se resisten a esta realidad, lo cual es lamentable. Nuestros pueblos originarios son un baluarte de la humanidad. Constituyen un patrimonio inmenso, a través de su cosmovisión, tradiciones, artesanía, indumentaria, música, danza y gastronomía.
Es mi deber reiterar que Morelos y el país necesitan de mujeres y hombres indígenas que surjan, efectivamente, de sus comunidades y poblados. ¡Basta de la hipocresía y falsedad políticas!