Ana Luisa y la Digna rabia.

En opinión de Aura Hernández

Ana Luisa y la Digna rabia.

“Estos son los únicos momentos en que siento la soledad verdadera: cuando uno se enfrenta a la violencia impune”

 

Ryszard Kapuscinsky

 

Como Manuel Atienza, Ana Luisa también creía que el derecho sirve para hacer justicia. Después de un tiempo de buscarla por todos lados y luchar contra el flagelo más grande que afecta al sistema de justicia en su conjunto, que es la impunidad, la madre de Ana Karen decidió que acortaría el camino si estudiaba derecho.

Fue en diciembre de 2012, cuando la vida de Ana Luisa Garduño Juárez cambió radicalmente. Su hija de apenas 17 años fue víctima de feminicidio y ella decidió que se haría justicia y en eso incluyó no solo su activismo sino una educación formal en la carrera de Licenciada en derecho.

Casi 10 años después no solo no hubo justicia para Karen y su familia a quien, con regateos burocráticos, se le escatimaron los derechos a los que como víctima tenía derecho, sino que su mismo asesinato es posible que corra la misma suerte y engrose las listas de la impunidad.

Ana Luisa se convirtió en activista por los desaparecidos y fundó dos organizaciones para el acompañamiento de casos como el suyo. Lo hizo igual que Marisela Escobedo en Chihuahua, igual que Irinea Buendía en el Estado de México y también igual que centenares de madres, duele decirlo, lo hacen en nuestro país a partir del inicio de la declaración de “guerra contra el narcotráfico” y también por esa cultura de la violencia que permea el día a día de las y los mexicanos.

Madres que muchas veces se enfrentan a las estructuras policiacas y de procuración de justicia en su búsqueda de justicia como lo fue el caso de Ana Luisa, que aún después de muerta fue revictimizada cuando de manera sesgada y de mala fe, el parte oficial de las autoridades informó que fue asesinada en un bar a las once y media de la noche, sin aclarar que ese bar era su centro de trabajo y patrimonio familiar. Por ello será fundamental que la investigación del caso considere la perspectiva de género y la labor que desempeñaba como defensora de derechos humanos.

Ante la magnitud de la impunidad pareciera que el oficio de “madres buscadoras” llegó a nuestro país para quedarse. Madres que buscan a sus hijos y sueñan encontrarlos, madres resignadas a encontrarlos de cualquier manera, y madres que los perdieron como producto de la violencia y que le apuestan a que haya justicia, como es el caso que nos ocupa.

El fenómeno no parece tener fin. Dudo que el reforzamiento policiaco que se anunció el fin de semana en Morelos dé resultados si no es acompañado por otro tipo de medidas, que atiendan de manera integral el problema tan grave inseguridad que nos golpea en la cara día a día con casos como el de Ana Luisa y tantos otros. Es necesario que las autoridades se comprometan auténticamente en resolverlo: ¡que no  miren arriba! Como la famosa película de Netflix.

Para no abonar en la idea de que el derecho no sirve para hacer justicia, y a propósito de impunidad, una buena noticia -aunque su origen haya sido una mala-, es la sentencia que emitió la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en la que condena al Estado mexicano, por el caso del asesinato de la defensora de derechos humanos Digna Ochoa y Plácido.

Entre otros resolutivos, la sentencia establece la responsabilidad del Estado por las “graves falencias” ocurridas durante la investigación de su muerte y por el sesgo de estereotipos de género que se imprimió a la misma, lo que afectó el derecho a la honra y a la dignidad de Digna Ochoa.

La sentencia ordena al Estado mexicano “promover y continuar las investigaciones para determinar las circunstancias de la muerte de la señora Digna Ochoa” y sancionar a los responsables de su asesinato. El hecho dio como resultado la reapertura de las investigaciones y que el Estado mexicano reconociera su responsabilidad y sus omisiones en parte.

Sería muy bueno, en medio de tanto malo, que la sentencia del Caso Digna Ochoa y Familiares vs México se usara ya como referente para la investigación del caso de Ana Luisa Garduño, pues además de que es jurisprudencia obligatoria para México, se lo debemos a la abogada Ana Luisa, quien creía que el derecho si sirve para hacer justicia.