TERCERO INTERESADO - Gabinetes simétricos

En opinión de Carlos Tercero

TERCERO INTERESADO - Gabinetes simétricos

En los tres niveles de gobierno, las y los titulares ejecutivos, designan su equipo de trabajo (gabinete), dispuesto a reforzar temáticamente, en cada uno de los sectores y asuntos que implican la presencia, acción y ejercicio transversal de gobierno, la agenda pública que se asume por mandato popular y lo que preferentemente se apuntala con el consenso social.

Las decisiones de esta integración, no siempre guardan una lógica o siguen un procedimiento que garantice que en la conformación de dicho gabinete se tome la mejor decisión; la carga personal, emocional, hace proclive el que se privilegien los apegos, los compromisos de grupo o de partido, incluso con el noble logro social y democrático de las acciones afirmativas, la inclusión, paridad y diversidad, son factores que llegan a superponerse a las capacidades, luego entonces, entre el afecto de fácil tendencia a defecto y, lo políticamente correcto que llega a involucionar a lo incorrecto, los equipos de trabajo corren un alto riesgo de no guardar simetría, de no estar a la altura de la confianza popular depositada en quien ganó en las urnas, ni tampoco de la oportunidad que la o el gobernante concede para formar parte del gobierno.

Esa confusión entre ser parte fundamental de un gabinete, de un equipo de gobierno, y no de una comparsa, deriva de la selección de perfiles cuya circunstancia es la de ser beneficiario de los afectos, de los acuerdos políticos, del cumplimiento de cuotas, o simple y sencillamente de la suerte; que deja de lado la ponderación de la experiencia, la trayectoria, la capacidad y honestidad probada, que sería lo congruente para acompañar al titular de la presidencia, gubernatura o presidencia municipal, en la tarea de conducir el destino social correspondiente, en lo que por supuesto la confianza y lealtad representan, igualmente factores de obvia consideración.

Nunca es mal momento para enderezar el rumbo. Ni la opinión pública, ni las presiones del círculo rojo, deben detener o aplazar los cambios y ajustes que garanticen que un gobierno verdaderamente se deposite y quede en manos de las personas mejor calificadas. En una analogía geométrica, las mentes cuadradas no guardan simetría con la formación de cuadros, las personalidades obtusas jamás podrán ser paralelas a la rectitud de quienes traen consigo un bagaje profesional, los círculos concéntricos de poder impiden la integración del triángulo perfecto entre sociedad-gobierno-desarrollo. Aunado a estas asimetrías, es claro que el aceptar un cargo para el que no se está capacitado es deshonesto, la ineficiencia también es corrupción; la falta de resultados y la soberbia que emerge como escudo protector de quien se sabe que no sabe, e intenta compensar sus carencias con embustes e intrigas en búsqueda de congraciarse con quien manda, sobre todo ante la amenaza del éxito ajeno que le opaca, perjudica y entorpece a los gobiernos.

La juventud, nunca es sinónimo de inexperiencia mucho menos de falta de talento o capacidad, sin embargo, si no hay una formación previa, una trayectoria, no se pueden esperar saltos cuánticos que confieran de un día a otro, las tablas para estar en un gabinete, por tanto, sus fallas serán solo atribuibles a quien insensatamente lo designa. La imposición de improvisados será en automático origen de infortunadas y costosas ocurrencias.

Esta realidad obliga, hace prioritario, que los titulares de gobierno y sus equipos, se den tiempo para analizar, evaluar y planear; de calibrar y ejecutar una estrategia definida. Existe la creencia inducida de que “hay que estar en territorio y no en el escritorio”, “seguir en modo campaña”, pero se requiere un justo medio, priorizar la agenda alineada a la estrategia y fortalecerla con comunicación política, sin caer en la tentación de posicionar que se hace mucho, aunque ello considere acciones intrascendentes, irrelevantes o sin la menor rentabilidad política. El que cada miembro del gabinete ande pegado al jefe o jefa de evento en evento, aunque nada tengan que ver con su área, solo les aparta y distrae de su verdadera encomienda, atribuciones y funciones.

Son evidentes las ventajas de contar con un gabinete “simétrico”, armónico al o la gobernante, que le lleve a cumplir, de la mejor manera, el noble precepto de mandar obedeciendo.

Carlos Tercero

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