TERCERO INTERESADO - “Entre dos Repúblicas” - Parte II

En opinión de Carlos Tercero

TERCERO INTERESADO - “Entre dos Repúblicas” - Parte II

Continuando con el ejercicio de trasladar a nuestros días, bajo el prisma del pensamiento liberal y democrático de Norberto Bobbio, la selección de citas y frases de su obra “Entre dos Repúblicas: en los orígenes de la democracia italiana”, con temas propios de la reflexión a dos siglos de nuestra República; el autor sentencia que, invocamos al estado como a una divina providencia, salvo para servirnos de él, cuando podemos disponer de él como un instrumento para nuestros fines. Lo adoramos como a un dios terrenal cuando no estamos en condiciones de alcanzarlo; cuando nos hemos apoderado de él, lo sometemos a nuestros arbitrios, como a un mecanismo sin alma. Ello, al tiempo de designar al estado como la más alta expresión histórica del hombre colectivo; el ordenamiento externo de la voluntad común de los individuos que viven en una sociedad determinada.

Nos alerta sobre el totalitarismo, fenómeno de politización sistémica de la vida del hombre, de reducción a política, es decir, a instrumento del estado, de la cultura y del arte, de la filosofía y de la religión, además de los bienes y los afectos.

Marca la distinción entre sociedad y comunidad que expresa la diferencia entre la agrupación de individuos que se unen con el fin de perseguir un interés común y el grupo de personas que resultan estar ligadas por azar en razón de un vínculo de sangre, de raza o de nación, independientemente de la finalidad perseguida. La transición de la sociedad cerrada a la sociedad abierta es la transición del tribalismo al humanitarismo.

Habla de la proclividad a la tentación de hacer que la oscuridad del instinto triunfe sobre la evidencia de la razón, la pasión estremecedora sobre la inteligencia moderadora, las supersticiones más desacreditadas sobre el saber científico, el abandono al furor ciego del fanatismo sobre la obediencia a los principios de una educación civilizada. Toda agrupación esconde dentro de sí esta tentación a encerrarse en el círculo mágico de su autosuficiencia, y ahí tenemos que de la clase surge el clasismo, de la nación el nacionalismo, de la raza el racismo.

En cuanto a la libertad positiva, nos dice que la democracia avanza no tanto en proporción de la extensión meramente cuantitativa del sufragio, como en proporción de la multiplicación de las instituciones de autogobierno. Para contrarrestar el apoliticismo, es preciso hacer obligatorio el voto, considerándolo ya no solamente un derecho, sino también un deber. Y al mismo tiempo, contrarrestar en la política los excesos de doctrinarismo en la teoría y de maquiavelismo en la práctica. Advierte sobre el fenómeno de la transición del voto por el partido, al voto por la persona, que es también, pero no necesariamente, un voto dado al partido o conglomerado de partidos que esa persona representa, así como la personalización de la política, favorecida por la televisión, que muestra las caras más que las ideas de las personas, y a menudo, al exigir respuestas breves, prefiere la ocurrencia que el razonamiento.

En un sesgo a la política social, subraya como la mayor parte de los hombres viven, están obligados a vivir al día, y poco o nada recuerdan del pasado histórico o tienen una memoria distorsionada de este. Sentenciando: sigo prefiriendo la severa justicia a la generosa solidaridad. La generosa solidaridad siempre ha existido, incluso cuando los mendigos abarrotaban los peldaños de las iglesias.

Da una concepción ética de la política, contrastando que, cuanto más arraigados están los valores en lo profundo de los hombres, tanto más servirán de guía para los comportamientos concretos, también en la política, dando por política no ya la razón de Estado o el arte de gobierno, sino el acto de promover el bien público.  Nos dice que la democracia vive y se refuerza mediante la opinión pública, que se forma libremente y de la misma forma se transforma en consenso.

Finalmente, en este parafraseo del pensamiento de Bobbio en los temas de la república, tenemos que, si el pueblo es el sujeto y no el objeto del gobierno democrático, entonces debe tener la posibilidad de ejercer su poder.

Carlos Tercero

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