Serpientes y escaleras - Reconciliación

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Reconciliación

La mejor manera de hacer política y ejercer el poder es conciliando.

 

Reconciliación

Suceda lo que suceda en las elecciones del próximo domingo 06 de junio la prioridad para el gobierno de Cuauhtémoc Blanco debe ser la construcción de un escenario de reconciliación social y política. Los números que arroje el proceso electoral determinarán como quedará la conformación del poder en la entidad durante la segunda mitad del sexenio, pero el trabajo que hagan sus operadores en las siguientes semanas será determinante para el devenir de la entidad y para su futuro político.

Sin que sea una comparación, vale recordar lo que pasó en Morelos durante la transición de gobierno entre Jorge Carrillo Olea (Jorge el Malo) y Jorge Morales Barud (Jorge el Bueno). Tomo ese momento de la historia morelense como ejemplo no por la caída del jefe del ejecutivo, sino porque en un momento de convulsión generalizada el mandatario sustituto apostó por la reconciliación como eje de su administración. Y funcionó.

Lo que vemos hoy en las campañas políticas no es distinto a lo que vive Morelos desde hace varios años; el enfado ciudadano tiene como origen el deterioro de la calidad de vida en la entidad, pero se nutre con malas acciones y terribles decisiones tomadas por las distintas autoridades.

Veámoslo de esta forma: desde la época Jorge Carrillo Olea la tierra de Zapata vive conflictos permanentes en diferentes rubros; la crisis política en aquella época estalló por el problema de inseguridad, pero durante los siguientes veinte años la historia se ha complicado porque muchas figuras públicas han utilizado la sangre como discurso o como bandera para atacar a las autoridades.

La historia es compleja porque a lo largo dos décadas de conflictos permanentes la situación en la entidad no ha mejorado, el estado ha caído en un letargo que lo sacó de la lógica de crecimiento regional y nos rezagó en el desarrollo del país. Morelos a diferencia de otros estados de la zona centro de México ha quedado fuera de los programas nacionales de modernización y perdió la competitividad que históricamente tuvo por ser un lugar bien comunicado, a cuarenta minutos de la capital y con acceso directo al puerto.

Por supuesto que esta situación tiene que ver con la falta de visión de las autoridades estatales, pero está directamente ligada al ritmo de la política local en los últimos años. Por un lado tenemos gobernantes que no saben ponerse de acuerdo entre sí, que lucran con los conflictos y dejan de lado la agenda social; por otro aparece una ciudadanía que ya se metió al juego de los partidos, que le hace el caldo gordo a los gobernantes y con una pobre memoria que hace que las crisis se repitan.

El panorama que tenemos en la víspera del proceso electoral es claro en dos sentidos: desde el punto de vista partidista habrá un reacomodo de fuerzas en el congreso y en los municipios con la llegada de figuras distintas, algunas con ánimo de revancha y otras que serían susceptibles a participar en un juicio contra el mandatario; por otro está el estado, atrasado en su desarrollo, parado en su economía y tratando de salir de las crisis que le deja la pandemia.

Precisamente por esto hago énfasis en la oportunidad que tiene el jefe del ejecutivo para replantear las cosas y construir una nueva narrativa política; no me refiero de ninguna manera a darse por vencido o quemar las naves a mitad del camino, sino a intentar una nueva forma de comunicación política con todas las fuerzas del estado e iniciar una etapa de reconciliación social con la suma de todas las voluntades, más allá de lo que determine el resultado en las urnas.

Morelos enfrenta problemas muy serios en diferentes ámbitos, en lo urgente está el tema de la inseguridad que se agrava por la vecindad con estados muy violentos que nos exportan grupos delictivos o nos toman como paso para el tráfico de drogas, armas o personas; y también hay asuntos de fondo que tienen que ver con el desarrollo económico y ambiental, con el crecimiento y el desarrollo, con el empleo, con la infraestructura, con la educación o con la salud.

A lo largo de los últimos cuatro sexenios (cinco contando al actual) las autoridades estatales han dedicado muchísimo tiempo y esfuerzo en conflictos políticos, en enfrentamientos personales, en luchas de poder y ataques partidistas. En todos estos años la guerra entre actores de poder no ha parado: las descalificaciones inician en las campañas y se siguen a lo largo de los gobiernos. Nadie se ha preocupado por llamar a la reconciliación a partir de acciones concretas que reconozcan el liderazgo de todos, que respeten las opiniones por distintas que sean y que antepongan el interés general por encima de las ambiciones personales.

La administración de Jorge Morales Barud no es recordada por el desarrollo o la infraestructura que logró, sino porque representó una pausa en la lucha de poder y dio paso a una mejor relación entre sociedad y gobierno. El problema es que con la llegada de Sergio Estrada Cajigal la situación se volvió a complicar y el mandatario entrante prefirió imponer su voz a la fuerza que continuar el diálogo plural con todos los personajes sociales y políticos de la entidad.

Estos primeros tres años de gobierno de Cuauhtémoc Blanco han sido sumamente complicados y los siguientes podrían serlo aún más; el talón de Aquiles de la administración estatal ha sido la operación política, la falta de diálogo con las fuerzas sociales y partidistas y la nula construcción de acuerdos que abonen a la gobernabilidad. Se entiende que el jefe del ejecutivo es neófito en este tipo de temas, pero se supondría que su oficina política concibe la importancia de esto y actúa en consecuencia.

La lucha entre los partidos políticos y los actores de poder se mueve en una lógica electoral con la mira puesta en la sucesión; la actuación del gobernador, en cambio, debe caminar por una vía distinta, porque la administración está a mitad del camino y el ejecutivo no se puede ni se debe pelear con nadie por esta razón.

Obvio Cuauhtémoc Blanco tiene simpatías, tiene en Jorge Argüelles a un representante de sus intereses y a un amigo al que le gustaría ver en la capital y luego en la gubernatura; pero en este momento el mandatario debe privilegiar la estabilidad de su administración y concentrarse en construir las bases de una buena relación entre poderes para la segunda mitad de su mandato más allá de quien gane la próxima elección.

Durante la segunda mitad del sexenio, pase lo que pase el 06 de junio, el nombre del juego debe ser reconciliación, diálogo y acuerdos, porque las cosas van a cambiar en lo estatal, en lo federal y hasta la fuerza del presidente Andrés Manuel López Obrador puede disminuir. Por el bien de todos, empezando por Cuauhtémoc Blanco, es fundamental que la tensión política baje en todos lados.

En un estado tranquilo y en paz, es más fácil que sucedan cosas buenas.

                                          

 

  • posdata

El regreso a las aulas, dicen los transportistas, ayudará a la reactivación económica del estado. Cierto.

La Universidad Autónoma del Estado de Morelos tiene una matrícula superior a los 45 mil alumnos y de acuerdo con información oficial proporcionada por las autoridades estatales en Morelos hay cerca de medio millón de alumnos que cursan la educación media y media superior. De ese tamaño es el impacto de los estudiantes en el transporte.

El retorno a clases es prioritario para el gobierno de México no solo por el impacto en la economía, sino por el efecto que está provocando en millones de alumnos en todo el territorio nacional. La educación virtual se ha prolongado por más de un año y hay alumnos que ya iniciaron su enseñanza y todavía no conocen un salón de clases.

El sindicato de maestros advierte que el regreso a clases presenciales depende de que los maestros y el personal educativo este vacunado y la entidad se encuentre en semáforo verde; lo primero ya se ha dado y lo segundo podría lograrse en las próximas semanas si todos continuamos con las medidas de sanidad.

El reto para que el retorno a la educación en los salones sea seguro depende de todos, de las autoridades responsables de la vacunación, de los directivos de escuelas que tienen que cuidar que se cubran con todas las medidas de sanidad y por supuesto de los padres de familia y alumnos, quienes deben ser los primeros en cuidarse.

No hay manera de alargar más la enseñanza virtual, muchos colegios particulares han hecho inversiones importantes en la adecuación de sus instalaciones para atender las nuevas necesidades, pero en las escuelas públicas eso no existe y en muchos casos el esfuerzo será monumental para dotar de los elementos mínimos para tratar de garantizar un retorno seguro, como el agua de los baños.

Si todo continúa conforme lo planean las autoridades federales en coordinación con las de Morelos, el regreso a clases en nuestro estado se dará en el mes de agosto, aunque desde ahora algunos planteles privados han abierto sus puertas para actividades deportivas y recreativas, como una medida experimental para prepararse a las nuevas condiciones de operación.

Estemos todos listos para esta etapa; el regreso a clases implica muchas cosas, además de la reactivación económica.

  • nota

El jaloneo electoral y político en los últimos días de campaña es intensa; inició la guerra de encuestas y el llamado al voto útil. Mañana está programado un debate entre ocho candidatos y en poco más de una semana concluirán los tiempos de propaganda.

Esta es una de las campañas más extrañas que me ha tocado observar; a pesar de toda la información que se difunde, personalmente no tengo claridad de quién puede ganar la elección del domingo 06 de junio.

Lo único seguro es que la contienda se ha cerrado entre dos candidatos: Jorge Argüelles y José Luis Urióstegui.

  • post it

Alguien que debería estar seriamente preocupado por el resultado de la elección en Cuernavaca es Antonio Villalobos. El actual presidente municipal de la capital no tiene chance de ganar la elección y de hecho está muy lejos de las primeras cuatro posiciones de la contienda.

Quien triunfe y sea el próximo alcalde de la capital iniciará de inmediato el proceso de entrega recepción y tendrá derecho a conocer la manera como funciona la administración municipal; algunos, dicen, tienen listas algunas acciones legales en contra de Villalobos Adán, porque no estarían en el ánimo de que continúe al frente del ayuntamiento por otros seis meses.

Sea quien sea el alcalde electo habrá investigaciones y auditorías al gobierno actual y en todos los escenarios el panorama es complicado para Antonio Villalobos. A esta altura de la contienda el edil puede continuar sintiéndose la reencarnación de Pepe El Toro, pero en unas semanas más verá como la situación cambia, los equilibrios de poder son diferentes y empieza la persecución. ¿Y quién lo va a defender si con todos se ha peleado?

Insisto: a Villalobos Adán no le debería preocupar el lugar que ocupará en la contienda, sino la persona que tendrá su posición durante los siguientes tres años. Más claro: cualquiera que llegue lo va a investigar, pero habrá algunos que no tendrán piedad ni respetarán el apellido de su familia.

Conste.

  • redes sociales

Lo admito: en unos cuantos días más terminará el proceso electoral y no conozco a los 19 candidatos que compiten por la presidencia municipal de Cuernavaca. Peor: a casi tres años de que iniciaron su periodo como diputados locales no puedo recordar el nombre de los 20 integrantes del parlamento morelense.

¿Cuántos más como yo?

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