Secreto a voces - La conquista: pastores buenos y malos

En opinión de Rafael Alfaro Izarraraz

Secreto a voces - La conquista: pastores buenos y malos

La soberbia Europa lame sus heridas que su docilidad le ha marcado ante Estados Unidos y el conflicto Ruso-ucraniano. Alemania, la heredera del “Ser” retomado de la filosofía griega con fines imperiales y del que el hombre sería su “pastor” (o sea, Occidente) se debate entre el Dasein hedeggeriano (el estar ahí) a la deriva, nada más escuchando el desplazamiento de los misiles que definen el nuevo orden mundial del SER imperial del mundo ahora con tendencias a ubicarse en un nuevo punto de la geopolítica: el continente asiático.

La orgullosa Alemania disciplinada por EU en una guerra de un imperio en decadencia, en donde la aliada se somete y ya no participa del botín porque son otros tiempos. Alemania, la heredera del Sacro Imperio Romano convertido en germánico; Alemania, la cuna de los grandes filósofos irruptivos Hegel, Marx, Nietzsche, Heidegger, Sloterdikjk, entre otros; de las grandes firmas automotrices y de la bioquímica y biotecnología, pero también de los huevos de la serpiente: de aspiraciones infelizmente bionecrófilas como el nazismo, sacrifica a su rebaño ante el altar de un orden mundial que creó pero que ahora languidece.

Tiene razón Sloterdijk cuando ironiza acerca de la filosofía heideggeriana que nombra a occidente como el heredero de la humanidad erigiéndose en el “pastor” del rebaño (el Ser filosófico). Dice Sloterdijk y difundido ampliamente por el profesor Adolfo Vásquez Rocca (filósofo chileno), que existen pastores buenos y malos. Los que utilizan su rebaño para subsistir y los que lo utilizan para reproducirlo hasta niveles en donde la ganancia y la acumulación de riquezas no tienen límite y, derivado de ello, el debilitamiento de principios morales si es que alguna vez los tuvieron.

Nadie escucha al ser porque del otro lado ni en este existe tal cosa. La filosofía y los filósofos han servido para refinar el ejercicio del poder, traducirlo en “inteligentes” y “racionales” reflexiones para empoderar a quienes poseen el poder de dominar. Nadie escuchó a los rusos que a tiempo dieron cuenta de que la OTAN, es decir EU, se acercaba a sus fronteras con el fin de disuadir la unión de sus adversarios: China y Rusia. Igualmente, nadie escucha a los ucranianos (salvo su pastor Europa y EU) porque hablan  en el lenguaje de la deriva ominosa del Ser hitleriano.

Así como Hegel miraba a Napoleón montado en su corcel al mando del ejército francés conquistando Europa, y el filósofo alemán veía la personificación (objetivación) del ser en Napoleón, así llegaron unos siglos antes los conquistadores europeos, españoles e ingleses y portugueses a nuestras tierras americanas. Españoles, portugueses e ingleses no miraron otra cosa que bárbaros. Los conquistadores eran tan ignorantes que los que se dicen “descubridores” de América como Colón murió sin darse cuenta que había llegado a tierras desconocidas.

Aunque después la ciencia (que les ayudó a agilizar la conquista) les corrigió la plana diciendo que hay “prueba” y “error” para justificar que no se equivocaron sino que la conquista era un plan en el que caben todas esas opciones y otras más, los “pastores cárnicos” creen que se encontraron con nuevos rebaños a los cuales habría que “cuidar”.  Con la cruz en la mano edificaron sobre nuestra cultura enormes edificios a las que llamaron iglesias cuyas torres se podían mirar desde cualquier parte como símbolo de que el rebaño era cuidado por pastores modernos.

Durante la invasión, en los hechos, como apunta el profesor Enrique Dussel, no hubo un encuentro entre un pastor que descubre a “otro”. El pecho de los invasores se llenó de aire fresco y su pensamiento fue inundado de ideas relativas a que ellos eran hombres de otra estirpe, civilizados. Las técnicas de guerra más avanzadas les permitieron no sin brava e histórica resistencia, establecer un férreo dominio sobre un “rebaño” irreverente por siglos. Indios, mujeres, negros, mulatos, pobres, son condenados a la nada.

Se inicia la modernidad europea sustentada en la sangre y la vida dejada por el rebaño en los socavones de las minas de plata y oro del Potosí y Guanajuato, entre los más importantes. Para proteger sus intereses se crean poderosos ejércitos imperiales en nuestras tierras. Se salvan espacios conquistados como ahora Costa Rica en donde no había minas de plata y oro que proteger ni riquezas que trasladar a Europa. Con el tiempo la producción de bienes metálicos recrea el interés de otros “pastores” que esperan impacientes disputarle al ladrón el botín.

La invasión que vivió nuestro continente en el pasado no la entienden los europeos ni los estadounidenses que también viven en la creencia de ser herederos del ser, se sienten de origen celta, centroeuropeos, responsables del destino de la humanidad. En la época en que ahora vivimos el credo del “pastor” del “ser” ellos lo han traducido en sentirse algo así como los “guardianes” de la democracia en el mundo que al final de cuentas es la misma creencia que aquí hemos descrito y que tuvo su origen en el mito de que occidente era sinónimo de “pastor” del rebaño, la humanidad.   

Son pastores cárnicos, respaldados por empresas multinacionales que ven a mujeres y hombre como rebaño, como un agente que puede reproducir sus ganancias bajo la producción de otros bienes. La filosofía de los señores y del eterno retorno de lo mismo, del poder, de la filosofía nietzschiana nos deja helados. Mirarnos a los países desarrollados como si fuese el espejo que reproduce la imagen de nosotros mismos en un futuro, según las creencias de Marx, dejó de ser fiable. Quienes “progresan” tienen como sustento el subdesarrollo de otros.

“… el colonialismo es un proceso que se relaciona con la ocupación militar y el control territorial, económico, jurídico y político de los pueblos colonizados por parte de una fuerza imperial extranjera; la colonialidad, en cambio, hace referencia a la lógica cultural de dominación colonial y a los dispositivos de herencia colonial que continúan operando en nuestros días, pese a que el colonialismo, en lo fundamental, ha finalizado1. Mientras que el colonialismo cesó, casi en su totalidad, entre los siglos XIX y XX en América Latina y el Caribe, así como en África y Asia, la que no ha concluido aún es la colonialidad” (ver: Mújica García, Juan Antonio, & Fabelo Corzo, José Ramón. (2019). La colonialidad del ser: la infravaloración de la vida humana en el sur-global. Estudios de filosofía práctica e historia de las ideas).

La conquista ha tomado nuevas rutas y la independencia, lo que se llama la independencia, está inconclusa.