Serpientes y escaleras - El reto de gobernar

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - El reto de gobernar

Morena ganó la gubernatura; la oposición gobernará a la mayoría de los morelenses

 

El reto de gobernar

Entender lo que sucedió en la elección del dos de junio es importante porque los números muestran el ánimo social que rodeará al gobierno siguiente. Margarita González Saravia ganó de manera contundente, pero Morena no puede considerar como una victoria el resultado de Morelos. Si el equipo de la gobernadora no entiende el mensaje social, tendrán un sexenio sumamente complicado.

Para contextualizar lo que sucedió, lectora lector queridos, basta un ejercicio simple: si no conoces los resultados y te dijeran que en un estado conformado por 36 municipios la oposición ganó 31, incluyendo la capital y los más grandes e importantes, mientras que Morena solo triunfó en cinco y luego te preguntaran quién ganó la gubernatura ¿Cuál sería tu respuesta?

Aunque en el equipo ganador se vanaglorian del triunfo e insisten que desde el principio sabían que tenían la elección ganada, la verdad es que tanto a nivel federal como estatal siempre estuvieron encendidas las alarmas de alerta por la dificultad que presentaba esta contienda. El mismo presidente Andrés Manuel López Obrador en su última visita a Morelos felicitó a Margarita González Saravia por su victoria y reconoció que era una elección muy difícil por todos los elementos que la rodearon.

Pongamos las cosas en claro: a pesar de que Morena estará al frente del Ejecutivo, en Morelos la oposición gobernará a más del 75 por ciento de los habitantes, estará al frente de los ayuntamientos más importantes y a pesar de que no tendrán la mayoría en el congreso local, puede formar un bloque que haga la vida muy difícil a la gobernadora.

En ningún caso se puede hablar de fraude, como lo afirma la excandidata del FAM, lo que sí existió fue un voto diferenciado como nunca se había presentado en Morelos; la forma de sufragar de la gente confirma que sí existe un deseo de cambio en el estado, lo que no hubo fue una propuesta atractiva de la oposición en la gubernatura.

Entender esta situación es fundamental para el equipo ganador porque esa será la estructura social en donde construirán el gobierno; aunque existe una base morenista muy importante que se identificó plenamente con Margarita González Saravia, los resultados de la elección exponen que también hay enfado contra Morena y sobre todo contra la forma como han gobernado los representantes de ese partido, empezando por Cuauhtémoc Blanco.  

Hoy el equipo de la gobernadora está viviendo un sueño de felicitaciones, buenos deseos y aplausos, la futura jefa del ejecutivo tiene una agenda social muy intensa, pero lejana de la realidad que enfrentará cuando asuma formalmente el cargo. En este momento todos le ofrecen buena cara, la escuchan y esperan lo mejor de ella; los reclamos no le llegan porque no tiene aún responsabilidad de los problemas y quienes la saludan no hacen referencia a ellos porque no la quieren hacer enfadar. Todo cambiará el primero de octubre.

En lo político el escenario será complejo porque para la oposición es sumamente lucrativo pelear y negociar; los llamados a la unidad de la gobernadora y sus buenos deseos suenan bien en el discurso, pero no cambian en nada la actitud de una oposición que ya estudió los resultados de la elección pasada y entendió que hay un caldo de cultivo social listo para que en tres años, cuando se renueve el congreso y la gobernadora se someta a la revocación de mandato, puedan recuperar más posiciones y eventualmente poner en riesgo la continuidad de la administración estatal.

A González Saravia se le debe reconocer su buena voluntad, su congruencia y los buenos deseos que expresa en todos lados, pero también vale la pena notar algunos rasgos de inocencia o romanticismo que pueden generar problemas en su administración y colocarla en la misma posición en la que han caído los últimos cinco gobernadores.

La dama ofrece un gobierno de puertas abiertas, de diálogo y atención a los sectores más desprotegidos, pero para lograrlo es necesario tener las herramientas necesarias para ello, empezando por un presupuesto equilibrado, acorde al proyecto que plantea y no sujeto a los intereses de los diputados, como ha ocurrido en las últimas legislaturas.

Entender esto pasa por tener un buen equipo de trabajo que anticipe y resuelva problemas, que comunique adecuada y oportunamente las cosas y que, como lo quiere la gobernadora, le permita estar cerca de la gente mientras los secretarios hacen su trabajo.

El planteamiento de gobierno de Margarita González Saravia es simple, pero no por fácil de realizar; empieza por un buen gabinete, se acompaña de una buena operación legislativa y necesita de un partido que ayude en temas en donde ninguno de los poderes puede entrar.

Desde que se fundó, Morena no ha tenido liderazgo en Morelos, sus dirigentes han sido burócratas de partido, militantes con cargo y en el caso de Ulises Bravo, causante de división. Cuauhtémoc Blanco nunca tuvo acompañamiento partidista, pero nunca le interesó; al principio la dirigencia de la 4T se erigió como opositora a su administración y luego, cuando su hermano tomó las riendas del partido, Morena se quedó sin representatividad ni calidad moral para defenderlo.

Como cabeza de la 4T en Morelos Margarita González Saravia debe tener claridad que para cumplir sus promesas de campaña y sobre todo para que su gobierno no quede envuelto en los mismos problemas de las últimas administraciones, es fundamental que se acompañe de un equipo político eficiente que coadyuve en la solución de problemas, que genere condiciones para gobernar y salga en su defensa en caso de ser necesario.

En el gobierno requiere colaboradores profesionales, que conozcan el estado y a su gente; en el congreso una bancada que la apoye, que apruebe sus iniciativas y le brinde herramientas para trabajar. Y en el partido urge retomar la agenda política y operar en temas y terrenos donde ni el gobierno ni el congreso lo pueden hacer. La dirigencia estatal del partido debe ser un contrapeso a la oposición y un espacio que fortalezca la figura gubernamental.

Hace años el partido gobernante era un espacio de poder que fortalecía el trabajo institucional, que alzaba la voz en temas que afectaban la gobernabilidad, enfrentaba a la oposición y no dejaba que los golpes llegaran directos al jefe del ejecutivo. Justo lo que a nivel nacional ha hecho durante seis años la dirigencia nacional de Morena y justo lo que en Morelos no se hace.

Igual que en la secretaría de gobierno y en la coordinación parlamentaria, en la dirigencia del partido la gobernadora necesita alguien de confianza, un aliado, alguien que además tenga peso político propio.

·         posdata

La última visita a Morelos del presidente Andrés Manuel López Obrador fue llamativa por muchas razones, empezando por el hecho que es la primera vez en Morelos que coinciden en un mismo acto los gobernantes salientes y entrantes, tanto en lo federal como en lo estatal.

Fue significativa también porque mostró una transición de poder muy notoria en el caso local, porque aunque el ejecutivo federal siempre ha sido condescendiente con Cuauhtémoc Blanco, en esta ocasión su atención y su cariño se ubicó del lado de Margarita González Saravia, a quien reiteradamente felicitó por su triunfo y adelantó que sería una gran gobernadora.

La simpatía de la presidenta Claudia Sheinbaum también fue marcada hacia el lado de la gobernadora electa; desde la campaña la doctora fue visiblemente cordial y afectiva con la candidata a la gubernatura y su última visita no fue la excepción. Esa simpatía, por cierto, no aplica para el futbolista, a quien la presidenta respeta, pero no aprecia como sucede con AMLO.

El trato hacia el gobernador Blanco Bravo fue cordial de parte de ambos mandatarios federales, pero notoriamente menor al que ambos tuvieron con González Saravia, con quien, por cierto, el futbolista evitó estar cerca.

Margarita González Saravia quedó contenta con la gira y sobre todo con el trato que recibió de Andrés Manuel López Obrador y de Claudia Sheinbaum Pardo en lo público y en lo privado. Cuauhtémoc Blanco Bravo notó que su estrella se está apagando y que sus tiempos de gloria quedaron atrás, por eso se retiró del evento antes de que los presidentes se fueran.

Así son los ciclos. Nada es eterno.

·         nota

Dos meses restan al sexenio actual, a partir del primero de octubre habrá una nueva titular del ejecutivo y comenzará una nueva historia de gobierno.

Un mes antes, el primero de septiembre, arrancará la Legislatura 56 en donde Morena tendrá mayoría, pero no los votos suficientes para hacer lo que quiera. De cara a la conformación de los bloques políticos la lógica indica que de un lado estarán los aliados de la 4T y del otro la oposición, pero muy probablemente no será así.

El Partido del Trabajo podría mantenerse del lado opositor, como lo han hecho en los últimos tres años; Tania Valentina no tiene ideología, valores ni convicciones, se mueve por intereses económicos, siempre busca su beneficio personal y los lazos que la unen con el fiscal Uriel Carmona no le permiten romper sus acuerdos.

En el aire está el PRI y Movimiento Ciudadano, porque aunque de manera natural podrían ubicarse del lado opuesto a Morena, las circunstancias podrían cambiar esa lógica porque ese sería el mejor escenario para los diputados y para sus partidos. Cualquier ajuste que se de en el terreno legislativo debe ser operado por el coordinador parlamentario de Morena.

Siguiendo con el calendario hay que tener presente que Cuauhtémoc Blanco se retirará definitivamente del cargo en las próximas semanas, porque el primero de octubre asumirá una curul en San Lázaro. En algún momento tuvo la ocurrencia de decir que pediría licencia y luego regresaría a entregar el gobierno estatal, situación improbable y nada deseable; quien entregará el poder a la próxima gobernadora será el secretario de gobierno Samuel Sotelo, quien nuevamente por unas semanas estará en funciones de gobernador.

Dos meses se van volando.

·         post it

El titular de la próxima secretaría de seguridad estatal será propuesto por la federación, concretamente por el secretario Omar García Harfuch. Nada nuevo, así pasó con el comisionado José Antonio Ortiz Guarneros, enviado desde México a Morelos.

Dos reflexiones al respecto: 1- Si el futuro jefe policiaco es enviado desde México, ojalá y haga caso al gobernador, porque si no se repetiría la historia actual.

Y 2- ¿Militar, marino o civil?

·         redes sociales

Margarita González Saravia está entregando su confianza a quienes en un par de meses encabezarán las dependencias del estado. La confianza se devuelve con resultados. Sin resultados lo que procede es hacer cambios.

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