Luis Enrique Ramírez, un buen conversador

En opinión de Óscar López

Luis Enrique Ramírez, un buen conversador
Luis Enrique Ramírez, un buen conversador

Detrás de cada gran hombre hay una gran mujer y detrás de cada gran mujer hay un gran gato

Helena Paz

 

Óscar López

 

Hace un par de meses aconteció que en el estado de Sinaloa asesinaron al periodista cultural Luis Enrique Ramírez. Hasta la fecha el crimen sigue en la impunidad como es el caso de otros comunicadores. Las autoridades informaron estos días que ya se tiene a dos presuntos implicados en el homicidio. Y como dice la frase que ha acompañado al gremio periodístico y a las organizaciones de derechos humanos: “No se calla la verdad matando periodistas.”

Conocí a Luis Enrique Ramírez hace ya un tiempo en Cuernavaca. Venía a entrevistar a la escritora mexicana Elena Garro, quien acababa de llegar de París. Yo tendría 16 años y ayudaba en la oficina de comunicación social del hoy extinto Instituto de Cultura de Morelos (quien por cierto fundó y contribuyó en mucho el filósofo  Ricardo Guerra Tejada). Bajo el mando de Patricia Jiménez Pons, y mi prima, Dulce María Velázquez, nuestro trabajo era redactar y repartir carteleras culturales en los domicilios de varios artistas. Ese fue mi primer encuentro con las dos Elenas.

 

En el tercer año de preparatoria, uno de los profesores que impartía la clase de literatura, nos dijo que en Cuernavaca habría una presentación de un libro y un homenaje a una de las escritoras más reconocida en las letras. Asistimos al evento. Más tarde en 1998 ya estudiaba la carrera de periodismo en una universidad privada y tenía tiempo para visitar a las dos escritoras y luego formar parte del proyecto periodístico de La Jornada Morelos, el cual dirigía Francisco Guerrero Garro. Una compañera que estudiaba también la carrera me dijo que por qué visitaba a los dos Elenas. Según para ella “estaban locas” y que “perdía” tal vez el tiempo.

 

Fue la autora de La rueda de la fortuna quien me presentó a Luis Enrique Ramírez. Cabe mencionar que Helena Paz siempre fue muy desconfiada y en cierta medida muy controladora cuando se trataba de entrevistas. Pero a Luis Enrique nunca le trato mal, al contrario, con él mantenía una relación muy buena (por qué, no lo sé…)

El reportero las visitaba muy seguido. Les llevaba libros, refrescos de cola y cigarrillos. Algo que no olvido es que Luis siguió frecuentando a Paz después de que falleciera su madre Elena Garro. Confieso que a su edad era un comunicador muy joven, amable y muy sonriente. Siempre tenía un comentario o un chiste para alegrar en el momento. A veces me pregunto por qué diablos desapareció del terreno cultural y regresa unos años más tarde para escribir sobre política.

Pasado el tiempo en el año 2000, Luis Enrique llevaba una grabadora cuadrada, como las que se acostumbraban en ese tiempo y su libreta en mano; ahí en ese espacio acompañado por más de treinta gatos comenzaban las largas conversaciones. Se podía perder el día entero y hablar de tantos temas. Del reportero cultural del diario El Financiero, conservo aún dos ejemplares, al que considero uno de los mejores conversadores en el terreno de la cultura: pero sobre todo un excelente entrevistador.

La poeta Helena Paz me había dicho que Luis era uno de los más brillantes reporteros y un gran “caballero”. Me preguntaba constantemente si había visto a Luis porque ya no la visitaba. El asunto es que Helena Paz ya no vivía en la casa que la Fundación Octavio Paz le prestaba para vivir con sus gatos y sus dos perritas. Ella fue llevaba a una casa de reposo. Quizás era la nostalgia de Paz Garro.

La muela del juicio (1994, Conaculta) y La ingobernable: Encuentros y desencuentros con Elena Garro (2000, Hoja Casa Editorial) son huella de su deslumbrante paso por el periodismo cultural. Deja constancia de lo que representa entrevistar, comunicar, transmitir o bien darnos a conocer el personaje tal cual en una charla. Para algunos sus entrevistas no gustaron.

 

Luis Enrique Ramírez fue periodista cultural que se esforzó para dejar una huella en la prensa escrita. Practicó la entrevista de semblanza, el ensayo y el reportaje del medio del espectáculo en México. Dos de sus libros son La muela del juicio y La ingobernable. Destaca de su trabajo periodístico sus numerosas y a veces extensas entrevistas de semblanza, donde predomina la narración y la descripción de la personalidad física e interior de quienes se ocupa, como las hechas a Elena Garro.

En su primer libro aparecieron sus prolongadas pláticas con Elena Garro, Rufino Tamayo, Gabriel Figueroa, Gabriel Vargas, Pita Amor y Chavela Vargas, a mi parecer lo más aproximado para conocer a los artistas. La ingobernable es la cristalización de sus numerosas y continuadas charlas con Elena Garro en Cuernavaca. En el libro, entre semblanza y ensayo, se observa a una Elena Garro apasionante, polémica, contradictoria, genial, imbuida en la fe, la imaginación y la magia. Habla de su vida con Octavio Paz, su versión del movimiento de 1968 en México, su gusto por los gatos, el delirio de persecución que la acompañó siempre y de otros hechos de su vida.
¡ Hasta la victoria Luis ! nos quedan tus enseñas, sobre todo ahora releo tus entrevistas que ya son memorables en el periodismo cultural. Aunque hoy para algunos diarios, empresarios, políticos y medios de comunicación el arte ya es un lujo. Su pensamiento es de mercenarios de la cultura: de la ignorancia misma.

 

Luis Enrique Ramírez, un buen conversador.