Serpientes y escaleras - Edgar, el contrapeso necesario
En opinión de Eolo Pacheco
Edgar Maldonado tiene todo para ser un buen secretario, es decisión de él serlo
Edgar, el contrapeso necesario
Casi desde el arranque el gabinete de Margarita González Saravia mostró fisuras que en otras administraciones tardan hasta tres años en aparecer: grupos con agendas propias, operadores financieros que trafican con el nombre del gobernante, mensajes políticos contradictorios, grupos al interior y una sensación pública de que existe un poder paralelo al del jefe del ejecutivo. Uno de los principales retos del nuevo secretario de gobierno es redefinir el equilibrio interno.

Lo anterior es del conocimiento público, secreto a voces, verdad popular que, empero, se niega bajo argumentos anodinos que presumen estabilidad, cuando lo que existe es división. Pese a la negativa institucional, la sociedad tiene claro que no todo es miel sobre hojuelas en el gabinete: cuando en un gobierno no hay una sola voz de mando, la confianza social se resquebraja.
La designación de Edgar Maldonado como titular de la política interna se convierte entonces en un movimiento estratégico, pero no para encabezar un nuevo grupo político, sino para equilibrar el tablero y alinear criterios, acciones y lealtades en torno a una sola persona: la gobernadora.
Pero así como la llegada del abogado a la fiscalía representó un reto mayor, porque Maldonado Ceballos no tenía la experiencia, perfil y conocimiento que se demanda de alguien para esa posición, en el caso de la secretaría de gobierno también hablamos de un perfil incompleto, porque pese a las muchas virtudes profesionales y personales del nuevo secretario, no es alguien que conozca a fondo el estado, a la clase política, a los sectores sociales, ni tampoco es un experto en manejo de información y escenarios de riesgo, indispensables para la gobernabilidad.
Igual que en la Fiscalía, en la Secretaría de Gobierno el valor de Edgar Maldonado está en la lealtad que tiene con la gobernadora y su decisión de entrarle a los temas que le encomienden: estudiando, aprendiendo, rodeándose de gente que domine el tema y allegándose de información que le permita dar resultados.
Ese proceso apenas caminaba en la fiscalía y no culminó porque al extitular no le dio tiempo de limpiar la dependencia, ni de renovar sus prácticas; en apenas unos meses lo único que logró Maldonado en la FGE fue dar una sacudida superficial, hacer algunos cambios urgentes, reforzar ciertas áreas y tener algo de manejo de imagen. En el fondo la dependencia perversa, corrompida, coludida, carmonista e insensible sigue estando ahí, libre nuevamente y en espera de que llegue alguien sin los valores morales y compromiso personal del extitular. La transformación en la fiscalía no se logró, porque no dio tiempo de hacerlo.
Nuevamente Edgar Maldonado tuvo que ser llamado como bateador emergente, ahora en una encomienda distinta, pero no por ello menos compleja o relevante: en la fiscalía había que desterrar los viejos vicios, las corruptelas, las complicidades… en la Secretaría de Gobierno lo que debe hacer es devolver a esa oficina el rol que necesita y que la gobernadora requiere para que las tendencias a la baja que marcan el desempeño de su gobierno en los primeros nueve meses del año no continúen disminuyendo.
Edgar Maldonado no era experto en temas de procuración de justicia, ni tampoco tenía perfil de policía; aún así lo enviaron por la confianza que le tiene la gobernadora y dio buenos resultados; ahora llega a la Secretaría de Gobierno sin ser un operador, sin tener amplias relaciones políticas ni muchos resortes de poder, pero asume el cargo por las mismas razones que fue enviado a la FGE: lealtad y confianza. Seguramente también dará buenos resultados.
Edgar Maldonado no tiene la trayectoria de Juan Salgado Brito, ni las virtudes personales que permitieron a su antecesor dar fuerza a una secretaría sin facultades, lo que si tiene es el compromiso personal con Margarita González Saravia y la decisión de no irse por caminos distintos, ajenos a la mística de la mandataria. Si la ley no le da las herramientas suficientes para hacer su trabajo, el nuevo secretario deberá suplirlas con operación, inteligencia, información, diálogo y presencia.
Precisamente por ese bono de confianza Edgar Maldonado tiene un enorme compromiso con Margarita González Saravia; el nuevo funcionario no debe quedarse en su zona de confort, replicando la voz institucional, siendo un burócrata o aceptando ser una figura decorativa; si verdaderamente quiere ayudar a la gobernadora necesita meterse a los temas que duelen, enfrentar los conflictos que todos conocen, pero pocos tocan y demostrar que su cercanía no es solo un vínculo afectivo, sino una responsabilidad mayor.
Aunque pocos lo digan, al interior del gabinete hay la esperanza de que el regreso de Edgar Maldonado sirva de equilibrio, abra un nuevo canal de comunicación interna y externa que permita a la jefa del ejecutivo conocer con más claridad lo que ocurre a su alrededor, no solo lo que le dejan ver.
Eso no se logrará por sí solo o de manera automática, para que suceda el secretario tendrá que salir de su oficina, ir a territorio (pero no solo en giras), hablar con quienes están molestos, identificar problemas antes de que estallen, reforzar relaciones con quienes aún tienen esperanza en el proyecto y devolver a la oficina aquella vieja área de inteligencia e información que históricamente permitía al gobernante entender los escenarios, conocer a los actores políticos y advertir los problemas con anticipación, para evitar que se convirtieran en crisis.
Hoy la secretaría de gobierno de Morelos es un cascaron con pocas facultades, una dependencia a la que pocos toman en cuenta porque saben que no tiene herramientas jurídicas para actuar y está por debajo de las decisiones de otra oficina; la esperanza es que una figura como Maldonado permita a la SG recuperar el rol que tuvo, el que tienen todas las secretarías de gobierno en todos los estados del país y que a nivel federal concentra la Secretaría de Gobernación.
Si Edgar Maldonado cumple con las funciones reales de un secretario de gobierno (no solo las pocas que le ha dejado la ley), si escucha, concilia y corrige, si abre canales de comunicación efectivos y respetuosos con los otros dos poderes del estado, si interactúa con los partidos políticos, si revive la mesa de la gobernabilidad, si atiende a los muchos grupos sociales que hoy están sueltos y sin interlocutor, unifica al gabinete, pero sobre todo si se sale del guion de que todo está bien y de que todos los que critican son enemigos, su llegada a al ejecutivo será de mucha ayuda para la gobernadora.
Si no lo hace todo seguirá igual: tendremos a un burócrata más, doblegado y sometido a la fuerza real del gabinete, inútil para el estado, atractivo para las fotos y listo para regalar dulces, pero incapaz de recomponer la marcha del estado y robustecer la autoridad del ejecutivo.
Si la política interior no se ejerce, alguien más la toma; y cuando eso sucede el gobierno ya no gobierna, solo administra a inercia.
Morelos no necesita más adornos en el gabinete.
· posdata

El cambio de personas llegó al Poder Judicial de Morelos, no así la transformación de actitudes y vicios que han caracterizado a esa institución en los últimos años.
Por enésima ocasión abogados litigantes denunciaron que jueces dictan sentencias sin pruebas, fabrican delitos, castigan a personas inocentes y dejan libres a los culpables.
Lo dicho por los abogados no es distinto a lo que de manera institucional ha mencionado en otro momento el secretario estatal de seguridad pública, la fiscalía y los últimos tres jefes (a) del ejecutivo. Es verdad pública que en el poder judicial de Morelos se negocia la justicia y la ley se vende al mejor postor.
Antes se acusaba al magistrado presidente Jorge Gamboa de proteger a jueces, de negociar con los expedientes y enriquecerse a costa del patrimonio y el dolor de los justiciables; hoy está al frente Juan Emilio Elizalde y todo sigue igual, salvo quizá el carácter timorato de un magistrado que deja pasar todo, que solo espera que concluya su encargo para jubilarse y a quien no le molesta ser un florero.
La gobernadora, los empresarios, los ciudadanos y la clase política coinciden en algo: el poder judicial necesita un cambio de fondo que comience por las personas, pero que erradique los vicios que permiten que la ley no se aplique con justicia.
Es claro que con los magistrados actuales la puerta giratoria no ha dejado, ni dejará de funcionar.
· nota
El bacheo, confirma el alcalde José Luis Urióstegui, es la principal demanda ciudadana en Cuernavaca; eso, el cambio de luminarias y el servicio de agua potable concentran lo más solicitado por la gente.
El ayuntamiento que encabeza José Luis Urióstegui ha impulsado una cantidad de obras sin precedente que, además, se llevan a cabo con recursos propios; el problema es que muchos trabajos que realizan son de mala calidad y duran poco.
¿No sería posible que revisen el desempeño de los constructores y en caso de ser necesario, se apliquen las fianzas correspondientes?
Eso es algo natural en cualquier gobierno.
· post it

El asesinato de Carlos Manzo, alcalde de Uruapan Michoacán generó una indignación nacional que no esperaba el gobierno federal; a pesar de que en lo que va del gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla van siete presidentes municipales ejecutados, el de Manzo, conocido también como el Bukele mexicano, abrió un frente de desgaste muy grande para la administración de Claudia Sheinbaum dentro y fuera del país. La respuesta de la mandataria en su conferencia mañanera, acusando a Calderón, a los periodistas y a la gente, no pudo ser peor.
En esta ocasión ocurrió lo que no se había visto hasta ahora en ninguno de los múltiples hechos de violencia que se han presentado en esta administración: que las críticas le llegaran al secretario federal de seguridad Omar García Harfuch. Eso es señal de que el tema es demasiado grande… o de que hay fuego amigo en el gabinete.
Igual que Sinaloa, Michoacán se ha convertido en un foco rojo electoral para Morena en el 2027. Al tiempo.
· redes sociales

La ASF detectó un posible daño al erario de Morelos por más de 155 millones de pesos en el último año de Cuauhtémoc Blanco. Lo observado tiene que ver con el gasto federalizado entregado para salud, porque los Servicios de Salud no pudieron comprobar 148 millones 368 mil pesos entregados por IMSS Bienestar.
También se identificaron irregularidades en la contratación de 33 trabajadores eventuales del Hospital del Niño Morelense, con un costo anual de casi 5 millones de pesos.
La parte delicada de esta historia es que, aunque el daño patrimonial se cometió en el periodo de Cuauhtémoc Blanco, la nueva administración encabezada por Margarita González Saravia no habría actuado legalmente contra los responsables, lo cual convertiría a sus funcionarios y a su gobierno en objeto de observaciones y de una eventual sanción de parte de la Auditoría Superior de la Federación.
¿Por qué no señalaron las irregularidades? Dicen en los pasillos de la SS que es porque los mismos que operaban antes los negocios en esa dependencia, siguen llevando la en las compras y adjudicaciones.
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