Quimera
En opinión de Carlos Morales Cuevas
Se agita la respiración de las escaleras,
arden bajo tus plantas que ascienden como un eco desangrándose.
El sol es Dios, viejo andante,
narrador de historias escritas bajo la piel de los hombres.
Las paredes tiemblan, besan tus manos,
sienten resbalar el rímel de los ojos del tiempo.
El sol deambula, viejo errante,
trabaja veinticuatro siete y un poco más;
la noche lo ve brillar a la distancia,
los hombres tratan de ocultarse de la mirilla de su fusil
bajo escudos de follaje u hormigón.
El fuego te llega como ráfaga de corcheas,
buscas el cañón del arma emisora,
el cañón son los labios de un cuerpo desnudo,
un alma que arde,
dispara a tus piernas, tus brazos, tus alas… despiertas.