Observador político - Los próximos coordinadores de grupos parlamentarios en el Congreso local
En opinión de Gerardo Suárez Dorantes
En el umbral de la próxima legislatura LVI, el panorama político morelense parece estar siguiendo una danza predecible, donde los mismos actores vuelven a ocupar posiciones de poder sin importar su historial o desempeño; este juego se asemeja más a una oligarquía que a una verdadera democracia al poner en entredicho la legitimidad y la representatividad de nuestros líderes políticos.
PAN.- Un ejemplo claro de este fenómeno es el Partido Acción Nacional (PAN), donde la sucesión de poder parece estar predestinada, con figuras como Daniel Martínez Terrazas emergiendo como los próximos líderes parlamentarios; Daniel, es hermano de Juan Carlos Martínez Terrazas, secretario Adjunto a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional y quien le habla al oído a su dirigente Marko Cortés, y además, tienen el control del panismo en la entidad en la figura de membrete de Dalila Morales.
Y es qué, Daniel Martínez busca una curul en la Cámara de Diputados de Morelos como parte de una estrategia hacia la gubernatura en el 2030, lo que ilustra cómo los intereses partidistas a menudo prevalecen sobre las necesidades reales de la ciudadanía, es decir, están priorizando la maquinaria política sobre el bienestar común ya que solo profundiza la desconfianza y la apatía hacia la política entre la población.
PT.- El panorama se torna aún más sombrío cuando se considera el caso del Partido del Trabajo (PT), donde figuras como Tania Valentina Rodríguez Ruiz consolidan su poder a través de reelecciones consecutivas, socavando la diversidad de opiniones y la competencia interna que son fundamentales para una democracia saludable; es inaudito, ilógico y antidemocrático que se mantengan en la perpetuación del poder a través de una figura dominante dentro del partido en el que se plantean militantes serias interrogantes sobre la salud democrática y la falta de alternativas viables dentro de su estructura.
Tan solo el hecho de estar 20 años como dirigente del Partido del Trabajo no es sano ni para ella, para la militancia y mucho menos para la sociedad que exige procesos democráticos y al mismo tiempo, evitar que sean los mismos, los de siempre, los que cada tres años estén ocupando espacios de representación popular sin permitirles crecer a nuevas figuras y manteniendo el presupuesto del partido y al mismo tiempo del que gozan como diputados tal es el caso de Tania Valentina quien estará más de una década como legisladora local por la vía plurinominal.
MC.- Por otro lado, la reelección de figuras como Luz Dary Quevedo Maldonado, a pesar de acusaciones alarmantes y eventos de inseguridad que rodean su gestión, subraya la urgente necesidad de una verdadera rendición de cuentas y transparencia dentro de nuestras instituciones políticas; de ahí la promoción de una figura pública bajo la sombra de la sospecha solo perpetúa la falta de confianza en nuestras instituciones y socava la democracia misma.
Ella, además de que también compite por un cargo de mayoría ya está amarrada en la primera posición plurinominal por lo que es una de las opciones reales de quienes podrán ocupar la coordinación del Grupo Parlamentario de Movimiento Ciudadano en la Legislatura LVI.
PANAL.- En el caso del Partido Nueva Alianza (PANAL), el ex dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) es otra de las opciones reales y concretas de que será no solo diputado local sino coordinador de los turquesas, debido a que este instituto político será de los partidos que alcancen el registro en virtud de que los votos de Agustín Alonso y compañía, prácticamente tienen asegurado el 3 por ciento de la votación y con ella, la primera plurinominal en el siguiente Congreso.
Y es que el uso de la influencia política para asegurar la permanencia del partido en el espectro político, incluso después de perder el registro a nivel nacional, refleja una priorización de los intereses partidistas sobre los de la comunidad y los trabajadores.
LOS DEMÁS GRUPOS.- Sin duda, la política mexicana sigue siendo un escenario de intereses partidistas y maniobras calculadas, en especial porque la próxima legislatura local se vislumbra con la figura de Jonathan Márquez al frente del Comité Ejecutivo del Partido Revolucionario Institucional (PRI), quien, derivado de la actividad y sus relaciones en el nacional y el acercamiento con la candidatura a la gubernatura de la oposición, se perfila como el coordinador del grupo en dicha legislatura.
Sin embargo, esta seguridad no es más que una pequeña luz en medio de un panorama oscuro para algunos partidos políticos, puesto que la incertidumbre recae sobre aquellos como el MAS, PES y RSP, quienes podrían enfrentar la desaparición debido a una estrategia fallida en la selección de candidatos. La falta de liderazgo y la ausencia de propuestas sólidas los colocan en riesgo de no alcanzar el 3% de votos necesario para obtener recursos y, en consecuencia, la candidatura.
Este escenario pone de manifiesto una vez más la fragilidad del sistema político mexicano, donde la supervivencia de los partidos está determinada no por su compromiso con los ciudadanos y sus necesidades, sino por la habilidad para sortear los obstáculos burocráticos y las trampas del juego político.
Mientras tanto, la ciudadanía observa con escepticismo cómo las élites políticas continúan sus juegos de poder, dejando de lado el verdadero propósito de la política: servir al pueblo. Es hora de que los partidos políticos reconozcan su responsabilidad y trabajen en favor del bienestar colectivo, en lugar de priorizar sus intereses internos y su supervivencia a toda costa.
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