La jaula
En opinión de César Daniel Nájera Collado
Me preocupa mucho una característica recurrente en nosotros los humanos: la adicción a la nostalgia. Esta puede ser una enfermedad que nos posee y nubla, alejándonos del presente y apreciándolo ya cuando es pasado. Desde un anciano que recuerda, casi con recelo, sus años de juventud, hasta un país que extraña cuando la gente caminaba por sus calles sin tener miedo, los humanos perfeccionamos el oficio de extrañar, al grado de motivarnos a vivir con meros recuerdos.
No soy tan osado como para decir que es parte de nuestra naturaleza impredecible, pero sí puedo percatarme de cómo nos imposibilita de arreglar problemas. El pasado es un ejemplo, una estatua, y no debe ser una jaula. Si echamos de menos un sentimiento anterior, esforcémonos por revivirlo, en lugar de quedarnos viéndolo en una vitrina de la cual sabemos que no puede salir. “Antes estábamos bien” es una frase que escucho recurrentemente. Solo pienso, ¿alguna vez hemos estado perfecto? Pues no. Y esto significa que siempre hay margen de mejora, o al menos, de un bienestar. Si ahora respiramos aire sucio, trabajemos por cambiar la contaminación. El oxígeno limpio de los recuerdos ya no puede ser inhalado. Si extrañamos el amor de una persona, compensémoslo con amor propio, que al final solo eres dueño de ti.
Esta adicción puede ser tratada. Es posible que siempre recordemos, e incluso admiremos el pasado, pero que eso no nos impida de tomar el presente. Suena a cliché, pero si uno a uno cambiamos la manera de afrontar esta vida indomable, tal vez podamos aferrarnos a su lomo un poco más, y sobre todo, de mejor forma.