La importancia de vencer al futuro, la mirada de ¨Resiliente¨
En opinión de Marco Antonio Santos Trejo
En una comunidad formada por personas migrantes jornaleras tan sólo tres personas han podido acceder en 60 años a la educación superior; de una convocatoria para ofrecer trabajo a personas de la comunidad sorda en el estado de Morelos, sólo cuatro empresas y organizaciones ofrecieron vacantes para brindar oportunidades de trabajo, mientras hay una multitud personas sordas esperando.
José tiene 11 años, y es estudiante de una escuela rural. Nos cuenta que de grande quiere estudiar mecatrónica, mientras que Luis quiere ser profesor; sin embargo, todos los días ayuda a sus padres jornaleros, como si el destino estuviera marcado, ya que las condiciones sociales y la brecha de desigualdad en muchos rubros de su comunidad les pondrán obstáculos.
El CONEVAL indicó que hasta el 2018, el 48.6% de las personas con alguna discapacidad se encontraba en situación de pobreza, mientras que el 9.8% de ellos, en pobreza extrema; y que el rezago educativo, el acceso a la seguridad social y a la alimentación son las tres principales carencias que presenta esta población.
Las evaluaciones en el sexenio pasado arrojaban que el 37% de la población con alguna discapacidad no tenía acceso ni a servicios de salud ni de seguridad social, lo cual incrementaba sus niveles de vulnerabilidad.
Frente a lo anterior, los números cuentan, sin duda, pero tienen mayor peso las historias individuales y colectivas. Claro que se avanza en temas de inclusión, somos testigos y actores, sin embargo, la velocidad debe acelerarse, pues hay una deuda histórica, y debe ser respondida, pues el aquí y ahora dependerá de qué tan capaces somos de abrir los ojos y abrir las puertas, no desde el asistencialismo sino desde la solidaridad.
Una madre se acerca comentando que conoció un espacio donde laboran personas con discapacidad. Ella tiene una pequeña con una discapacidad intelectual, y nos dice: “no imaginaba que en el futuro ella pudiera tener un trabajo, creo que algo está cambiando”. Las posibilidades de encontrar un trabajo son muy pocas, y las puertas se abren a medias. En algunas empresas, cuando la cultura organizacional no esta adaptada y vinculada a una concientización sobre la inclusión, y no únicamente en términos de inclusión a personas con discapacidad, si no a una esfera más grande, es decir, la inclusión social, no estamos abriendo del todo la puerta.
Tenemos una responsabilidad: acompañar con solidaridad la inclusión social, uno a uno, no tocando puertas, sino abriéndolas.
Para arrebatarle espacio a cualquier futuro negativo, las instituciones públicas deben alejarse mucho más del modelo de mercado y ajustar su visión a las necesidades sociales de sus comunidades diversas, pues su raíz es esa y no la que se encuentra actualmente vigente en muchos espacios. Las instituciones deben apostar por la solidaridad. Menos fotos y más acción, ese es su deber y su supuesto origen. En la sociedad, quizá nuestra apuesta será empujar, insistir en organizarnos y encontrar los cambios en acciones concretas y estructuradas.
La economía solidaria tendrá un papel fundamental para cualquier pronóstico de un futuro inesperado o tajante. Mañana es hoy, y ese es nuestro camino.