Comunidades afromexicanas, en lucha por la igualdad étnica
En opinión de Dagoberto Santos Trigo
Los movimientos afromexicanos contemporáneos demandan dar fortaleza al SENTIDO DE INCLUSIÓN del país.
Es fundamental que, los organismos comiciales, las autoridades de los tres niveles de gobierno y la sociedad en su conjunto, contribuyan a la igualdad sustantiva. A la visibilización de dichos grupos. Esto, con el objetivo de hacer realidad los más altos ideales democráticos.
No se debe olvidar jamás que la distinción de clases, la indiferencia a las voces de los grupos históricamente segregados y otras formas de discriminación van en detrimento de la igualdad étnica.
Debemos poner atención al clamor genuino de esas comunidades, con interés, razonamiento y voluntad. Su voz es libre e independiente, que tiene también la potestad de contribuir a la toma de las decisiones cruciales de la nación.
Empero, los grupos fácticos -como algunos partidos políticos- usan a los afrodescendientes para saciar sólo sus intereses ideológicos. ¡Basta! Esas posturas alevosas son inconcebibles en un ESTADO IGUALITARIO.
Como seres gregarios, tenemos el poder de propiciar cambios significativos en las estructuras sociales, donde se promuevan -aún más-: la tolerancia, el respeto, el diálogo, la convivencia pacífica y la empatía.
Es preciso contribuir, inescrutablemente, a la construcción de un entorno incluyente, donde cada individuo sea valorado por su ESENCIA.
Al respecto, Nelson Mandela expresó: “Ser libre no es solo deshacerse de las cadenas propias, sino vivir de una forma que respete y mejore la libertad de los demás”.
La población afromexicana exige un equilibrio político tangible, en que no tengan cabida la simulación, los discursos banales y la hipocresía, que son posturas indeseables, que aumentan la deshumanización. El Estado de Derecho significa plenitud de protección. La emancipación es la supremacía de la mujer y el hombre.
Las personas afromexicanas son indispensables en la pluralidad y el pensamiento crítico. Las libertades que se han conquistado también son auténticamente de ellas. Somos responsables de velar por su conservación.
Su cosmovisión, formas de organización y cultura son un baluarte, que han coadyuvado a dar identidad a la nación, junto con los pueblos ancestrales.
En suma, México y Morelos son fuente de esa herencia, que debe defenderse con trabajo, integridad y perseverancia.
Estamos en un momento propicio para cavilar en torno a la dimensión de la deuda que aún tenemos con las comunidades de afromexicanos en la vida social, política, económica y cultural.
La diversidad es una riqueza en el núcleo de la armonía. Marca la pauta hacia la conformación de una SOCIEDAD IGUALITARIA Y DEMOCRÁTICA.
La democracia tiene una deuda: diezmar la invisibilidad de dicha población, pugnando por incrementar su representación. Ésta tiene que ser equitativa.
La marginación a la que han sido sometidos es pasmosa y, a la vez, inaguantable. Gran parte de la narrativa nacional es superficial, ataviada de insignificancia y fingimiento. Sobremanera, en los discursos de la esfera política.
El reciente reconocimiento constitucional de su existencia -en 2019- dejó un hito decisivo; empero, es apenas un atisbo de un camino extenso hacia una democracia verdaderamente inclusiva.
Dagoberto Santos Trigo 

