Juego de Manos - Homeless Gálvez
En opinión de Diego Pacheco
El contexto político actual obliga a las y los personajes y aspirantes a generar dinámicas que lleven a la empatía y a la acción, por parte de la ciudadanía, ello, haciendo uso de los sentimientos. Estos deben crearse a la medida del contexto en el que se desarrollan, para generar una conexión con este.
Asimismo, el no-tan-nuevo, pero aún creciente, boom de las redes sociales —preexistentes, renovadas y nuevas— obliga a quienes aspiran a un puesto de elección popular a incluirlas (más no volverlas el centro) en las estrategias políticas (ello, claro, tomando en consideración la accesibilidad que se tienen a las herramientas tecnológicas en cada espacio determinado). Esto se traduce en conocer la dinámica actual que se lleva a cabo en cada red social y adentrarse de una manera que se perciba lo más orgánica posible.
Llamar la atención en un contexto que brinda accesibilidad a las personas a un micrófono y una cámara, para lanzar mensajes para un también numeroso público, hace de la comunicación política una tarea titánica, más no imposible. Veamos un caso particular.
La controversia en torno a la casa de la candidata del Frente, Xóchitl Gálvez, que aseguran algunos que fue construida sin los permisos correspondientes, así como el llamado morenista a demolerla, son áreas de oportunidad para la panista quien, en numerosas ocasiones, ha tenido la capacidad de reaccionar, con atinado tiempo y forma, a los temas que están en la agenda.
A partir de los señalamientos, la panista declaró que, si llegasen a demoler su casa, serían numerosos los mexicanos y mexicanas que le darían asilo en un momento como ese. Y, posteriormente, sería la también senadora, Lilly Téllez, quien subiría un tweet (o, ¿un “x”?) en donde comparte una cena con Gálvez, señalando que ella le abre las puertas de su casa. Ahí hay una ventana de oportunidad para una campaña masiva de alcance nacional.
La realidad de los casos, o del bando que tenga la razón respecto a permisos y licencias pierde relevancia, en el contexto de una disputa política. Los tecnicismos se difuminan en la estampida de mensajes, descalificaciones y retórica. Aquí no gana quien tenga la razón, sino quien logra convencer sobre que la tiene. Y así, como en este caso, podemos observar esa tendencia en otros de igual relevancia que están ocurriendo a la par de que se escribe esta columna. La política no siempre juega sobre el tenor de las reglas que marcan los marcos normativos, y la percepción es fundamental para concretar los planes que se tienen.
Sobre el caso de la aspirante opositora: algunas personas consideran esta habilidad discursiva un símil de la del propio presidente, en el sentido en que tienen la habilidad de marcar temas en la agenda y tornar riesgos en oportunidades con agilidad retórica.
Este es un fenómeno peligroso para la 4T, pues la coordinadora de los Comités cuatroteístas, y eventual candidata presidencial, Claudia Sheinbaum, carece dentro de sus virtudes de una agilidad narrativa y discursiva como la descrita en el párrafo anterior. Su tono y ritmo son pasivos, neutros; mientras que sus expresiones se sienten acartonadas. En un afán de moldear su imagen a la semejanza del actual presidente, su equipo la posiciona en un espacio ajeno a ella, y se nota. Habría que reconsiderar esta estrategia tomando en consideración el reto en el Frente.
Asimismo, la frecuentada estrategia del grupo en el poder, enfocada en la desacreditación del contrincante y los ataques recurrentes con tono poco ortodoxo, había sido efectiva hacia los personajes que se encuentran estoicos en la personalidad política de tiempo atrás. No obstante, ante una precandidata que se monta sobre esta lógica, el método pierde efectividad.
Este es un fenómeno históricamente recurrente. Cuando una figura política rompe con el esquema homologado del momento, para traer una manera diferente (ojo en diferente, más no necesariamente novedosa) de comunicación y discurso, tiende a tener una ventaja frente a sus contrincantes.
Veamos el caso —citado hasta el cansancio, pero igualmente válido— de Kennedy contra Nixon o —más cercano a la actualidad— el de Donald Trump contra Hillary Clinton; más cercano a nuestro contexto, de Andrés Manuel López Obrador contra Meade y Anaya. En todos los casos, quien lleva una narrativa diferente y estratégicamente disruptiva, tiene una ventaja.
No obstante, cuando esta dinámica se vuelve de uso común, cuando la patente caduca y se vuelve de libre utilización, la efectividad se reduce. Ese fenómeno está ocurriendo para las próximas elecciones presidenciales, la estrategia morenista pierde efecto cuando la candidata opositora baila al mismo son; y se vuelve contraproducente cuando a la candidata cuatroteísta no le favorece el uso de esta. Hay que tener cuidado.
Por cierto
La estimación se mantiene, las mejores condiciones para el exaspirante a la candidatura morenista para la presidencia de la República, Marcelo Ebrard, se encuentran fuera del partido; no obstante, es cierta también la presión ejercida por la cúpula del partido, con la finalidad de convencerlo de cerrar filas con Claudia o, en su defecto, de apoyar al partido presidencial desde las filas contrarias.
Cada día que pasa, la fortaleza política del excanciller se debilita. Es claro que las negociaciones están ocurriendo con él, sí, pero no perdamos de vista que pueden estar ocurriendo también con su estructura. El nombre de Marcelo Ebrard pesa, pero Ebrard, independiente o indeciso, pesa menos, y cada día que pasa, el escenario se torna menos alentador.
El letargo en su toma de decisión sirve para fortalecer al proyecto político de Claudia Sheinbaum y, a su vez, para mitigar los daños que podría ocasionar una eventual salida de Ebrard para apoyar a un proyecto independiente o, también, opositor.
El tiempo es un recurso invaluable: