Juego de Manos - El nuevo Congreso y las reformas pendientes

En opinión de Diego Pacheco

Juego de Manos - El nuevo Congreso y las reformas pendientes

Es oficial, el Congreso de la Unión no solo será territorio amigable para la futura presidenta de la República, sino que, de mantenerse la unidad entre los partidos cuatroteístas, se podría alcanzar la mayoría calificada, necesaria para aprobar reformas constitucionales en una de las Cámaras. En números, esta mayoría se compone de 334 de 500 legisladores y legisladoras en la Cámara de Diputados, y 85 de 128 en la de Senadores.

A partir de la información disponible al momento en que se escribe esta columna, se estima que Morena y aliados cuenten con 83 legisladoras y legisladores en la Cámara Alta y 373 en la Cámara Baja. Con estas cifras, se lograría la mayoría calificada en Diputados, pero no el Senadores.

Al inicio del sexenio saliente pudimos ver las implicaciones que tiene una mayoría calificada en el Poder Legislativo, pero, ojo, esta no sería la primera vez que un mandatario tiene control de las Cámaras. El episodio inmediato de un Legislativo aliado al ejecutivo lo vimos en el sexenio de Peña Nieto y, si miramos más atrás, encontraremos otros ejemplos. La idoneidad de estos escenarios depende de los ojos que juzguen.

Un escenario interesante: luego de la tragedia ocasionada por el Huracán Otis en Acapulco, y el complicadísimo escenario de reconstrucción, los tropiezos políticos de las figuras locales, y la criticada postura y acciones tomadas por el presidente de la República en el contexto del huracán; en Guerrero, Morena y sus aliados ganaron 23 de 28 diputaciones locales, incluyendo los distritos correspondientes a Acapulco y Chilpancingo, municipios cuyas alcaldesas fueron fuertemente criticadas por su actuar en la tragedia. También, triunfó en 46 de las 83 alcaldías en disputa.

 

Las reformas en el porvenir

 

El presidente de la República ha dado a conocer 18 reformas que plantea se realicen a la Constitución. Recordemos que, a partir del 2021, la posibilidad de aprobar reformas constitucionales enviadas por Palacio Nacional se redujo considerablemente y, por ello, diversos planes que se plasmaban como insignia sufrieron de muerte de cuna.

Ahora, con la nueva composición del Congreso de la Unión, el poder de aprobar paquetes legislativos sin necesidad de convencer a ala opositora es, nuevamente, una realidad. Las reformas presidenciales en cuestión se desglosan de la siguiente manera:

Reforma al Poder Judicial: que plantea la designación por voto popular de las y los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, topar sus salarios, reducir sus números y el periodo de su encargo. Reforma al sistema político: que propone eliminar a las y los legisladores plurinominales, la elección mediante voto de autoridades electorales y la reducción del financiamiento para partidos políticos. Reforma sobre Órganos Autónomos: que pretende desaparecer diversos órganos autónomos y delegar sus funciones a diversas dependencias federales.

Asimismo, se plantean reformas en materia del sistema de pensiones; de pueblos indígenas y afromexicanos; a la Guardia Nacional; al sistema de salud; sobre programas sociales; sobre programas de aprendices; y algunas enfocadas en la electricidad; trenes de pasajeros; protección animal; la austeridad; maíz; vivienda; salarios para profesores, policías y enfermeras; el combate al fentanilo; y vapeadores.

Así, todo indica que las reformas en cuestión transitarían sin mayor problema, pero ¿será?

Hay un fenómeno que se debe tomar en cuenta para el análisis del presente y el futuro cercano: la transición del poder. Conforme los días pasen, la presidenta electa (y todas aquellas personas que ocuparán un cargo de toma de decisiones) se hará de más y más poder, a la par que el presidente saliente (y todas aquellas personas que terminarán su encargo), lo pierde. Esto ocurre en todos los sexenios y, salvo contados escenarios, es independiente de colores y banderas. Quien llega, quiere gobernar.

En ese sentido, si bien se habla (y se reitera hasta el cansancio), sobre la continuidad del proyecto obradorista, se debe tomar en cuenta que la próxima presidenta es una persona con ideas y proyectos propios. En ese sentido, el impulso que ella brinde a las 18 reformas planteadas por el presidente López Obrador dependerá de cómo estas se alinean con su plan de gobierno. Ello no solo aplica para este caso en particular, sino para todas acciones de gobierno de aquí en adelante.

Bajo esa línea de ideas, es común que entre personajes entrantes y salientes se generen roces, así formen parte del mismo proyecto. Las discordancias son humanas y el poder es difícil de soltar. Pero este fenómeno es una característica intrínseca del ejercicio democrático.

  

Por cierto

Durante la tarde de este domingo, la gobernadora electa del Estado de Morelos, Margarita González Saravia, recibió su constancia de mayoría por parte del Instituto Nacional Electoral. De esta manera, es oficial su triunfo con 460 mil 271 votos —es decir, el 48.38% del total de los emitidos—, superando al segundo lugar por alrededor de 18 puntos porcentuales.

El grado de gobernabilidad de la próxima administración estatal partirá de tres puntos: el respaldo social al proyecto, que, en este caso, se hizo del 48.38% de los votos para esta elección; la posibilidad de generar alianzas estratégicas para un trabajo en conjunto con el Congreso del Estado, que en este trienio contará con una mayoría morenista; y, finalmente, el trabajo en cooperativo con los gobiernos municipales. Aquí es donde será necesaria la habilidad de negociación y construcción de acuerdos para el éxito.

 

El horizonte se mira favorecedor para la gobernadora entrante:

diegopachecowil@gmail.com