Escala de Grises - Paola Bañuelos

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises - Paola Bañuelos

La noche del 7 de julio, Paola Bañuelos acudió a un popular centro nocturno de Mexicali, un bar llamado “La Consentida”. Para regresar a casa, la joven de 23 años solicitó un automóvil a través de Didi, una compañía de transporte privado, alrededor de las 2:20 de la madrugada, según el testimonio de Mireya Flores, su madre.

 

Sin embargo, después de esa hora, el paradero de Paola fue una incógnita. Después de notar que no contestaba el teléfono, solicitaron apoyo para verificar las cámaras de los vecinos y comprobaron que no había llegado a su hogar. Ante la situación, su familia acudió a la Fiscalía.

 

Tras realizar la denuncia por desaparición, la ficha de búsqueda fue publicada y difundida en plataformas sociales, donde también se creó un grupo para compartir información relevante sobre el caso, organizar jornadas de búsqueda y, más tarde, informar sobre el feminicidio de la joven.

 

Después de cuatro días de búsqueda, Paola Andrea fue localizada sin vida en unos terrenos de siembra abandonados al sur del municipio. Tras realizar el proceso correspondiente, las autoridades informaron que las características del cuerpo coincidían con la descripción que la familia de la estudiante dio a las autoridades.

 

De acuerdo con las declaraciones de María Elena Andrade, titular de la Fiscalía de Baja California, el Servicio Médico Forense determinó que la causa de muerte fue “asfixia por estrangulamiento” y, días más tarde, agentes del Ministerio Público presentaron pruebas en las que se determinaba que Paola había sido víctima de agresiones sexuales.

 

El principal sospechoso es el chofer del taxi, identificado como Sergio Daniel “N”, quien se entregó a las autoridades en Ciudad Obregón para, posteriormente, ser trasladado a Baja California para ser presentado ante las autoridades.

 

Tras realizar las averiguaciones correspondientes, se dio a conocer que Sergio “N” cuenta con antecedentes por violencia intrafamiliar en contra de su propia madre. El 13 de julio se dio a conocer que el juez responsable del caso dictó prisión preventiva para el presunto feminicida y estableció seis meses para continuar con investigaciones complementarias.

 

Lamentablemente, este no es el primer feminicidio en México con estas características. Casos como el de Debanhi Escobar en Nuevo León, Karem de Jesús en Sinaloa o Mara Castilla en Puebla se suman a la lista de delitos en contra de las mujeres a lo largo de los años.

 

A pesar de las exigencias por parte de mujeres y colectivas feministas ni el gobierno, ni las empresas de transporte privado o entretenimiento nocturno, ni las instituciones han atendido la urgencia de implementar protocolos eficientes para garantizar la seguridad de las mujeres en nuestro país.

 

Como si el panorama de violencia de género no fuera suficiente, la ausencia total de perspectiva de género en México sigue haciéndose presente de una u otra forma. Tal fue el caso de la fiscala de Baja California, quien recomendó a las mujeres no viajar solas “por ningún motivo” para evitar situaciones como la de Paola.

 

En un país con más de 11 feminicidios diarios, la mayoría perpetrados por hombres, la responsabilidad de permanecer con vida sigue siendo de las mujeres. ¿No le parece grave? Para sorpresa de la fiscala y del porcentaje de la población que comparte las mismas ideas que ella, más del 40% de los feminicidios ocurren dentro del hogar y son perpetrados por un hombre cercano a las víctimas, incluso por sus parejas.

 

La violencia de género está presente en todos los espacios, a todas horas; pero las mujeres no son responsables de ser asesinadas independientemente del lugar en el que se encuentren, la ropa que lleven puesta, la hora ni cualquier otro asunto que pudiera parecer justificación. Eso debió quedarnos claro desde hace mucho.

 

Es indispensable que las autoridades y las personas que ocupen cualquier cargo de poder (dentro de las instituciones, las empresas y el gobierno) empiecen a implementar protocolos y estrategias que vayan más allá de la superficialidad, de los botones de pánico o de los silbatos de emergencia para proteger la integridad de las mujeres en todo momento.

 

Se necesitan capacitaciones constantes con perspectiva de género para atender los casos de feminicidio y garantizar justicia para las víctimas, pero sobretodo para prevenirlos y evitar que más mujeres sean asesinadas, criminalizadas y revictimizadas. Esto ya no es una opción, es una obligación del Estado y de quienes forman parte de él.

 

Ni una asesinada más:

arendy.avalos@gmail.com

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