Escala de Grises - Hasta que se seque el mar

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises - Hasta que se seque el mar

Stephanie y Susej eran dos amigas que viajaron desde Maracay, una ciudad en Venezuela, para conocer México, específicamente la capital del país. De acuerdo con sus fotografías en plataformas digitales, visitaron algunos de los lugares turísticos más importantes, como las pirámides de Teotihuacán.

 

La relación de las amigas era tan cercana que tenían la promesa de estar juntas hasta que se secara el mar. Sin embargo, el 30 de julio, sus cuerpos fueron encontrados en la alcaldía Tlalpan. Su última publicación en plataformas digitales fue dos días antes. De acuerdo con El País, ambas presentaban signos de violencia, un disparo en la cabeza y quemaduras extremas, como si hubieran tratado de calcinarlas.

 

Como parte de las investigaciones, a inicios de agosto se registraron dos inmuebles en los que, según las autoridades, se encontraron indicios que podrían ayudar a resolver el caso. Incluso, el pasado fin de semana dos personas (un hombre y una mujer) de la misma nacionalidad que las víctimas fueron detenidas por posesión de droga y, de acuerdo con la Secretaría de Seguridad Ciudadana, podrían estar involucradas en el caso.

 

El doble feminicidio ha sido retomado por la Fiscalía de la Ciudad de México y, de acuerdo con la poca información que se ha dado a conocer hasta el momento, el crimen está relacionado con una red de trata sexual que opera no sólo en el país, sino en Latinoamérica.

 

La hipótesis es que Stephanie y Susej formaban parte de esta red de trata y, en un intento por escapar, fueron asesinadas. La explotación sexual de mujeres extranjeras se ha convertido en un negocio para el crimen organizado, especialmente si tomamos en cuenta la vulnerabilidad bajo la que se encuentran mujeres jóvenes, migrantes, cuya única intención es acceder a mejores condiciones de vida.

 

Si pretendemos entender el fenómeno de trata de personas, es indispensable considerar el contexto social, económico y político de los países que forman parte de la red. El doble feminicidio de las jóvenes venezolanas evidencia la serie de omisiones e incontables delitos que el gobierno local y federal pasan por alto.

 

Cuando hablamos sobre corrupción y negligencia por parte de las autoridades, no hay que contemplar únicamente los fraudes financieros o el robo de recursos, sino también los múltiples sobornos que grupos del crimen organizado ofrecen y que el personal acepta con tal de mantener los ojos cerrados.

 

¿Cuáles son los protocolos de protección que existen para que mujeres, infantes y adolescentes no formen parte de esta red? ¿Cuáles son los mecanismos implementados por parte de las instituciones y los tres niveles de gobierno para prevenir un doble feminicidio? ¿Cómo se atienden las vulneraciones constantes a los derechos humanos?

 

¿Cuál es el posicionamiento de los organismos internacionales al respecto? ¿Qué acciones se están tomando para evitar que más casos como el de Stephanie y Susej ocurran en México o en cualquier otro lugar del mundo? Ahora, este no es el primer delito que saca a la luz el problema de trata en nuestro país.

 

Entre los casos más famosos y reportajes más leídos podemos mencionar el de Lydia Cacho en Cancún y el de Alejandro Almazán en Acapulco. Sin embargo, el número de carpetas de investigación por trata de mujeres sigue incrementándose con el paso de los años.

 

México es uno de los países con un índice elevado de casos y, a pesar de que se concentra en los estados céntricos, el problema se extiende por todo el territorio. Resulta indispensable que las autoridades, gobiernos e instituciones empiecen por abordar los problemas estructurales que han pretendido esconderse durante décadas.

 

Es imperativo dejar de normalizar la explotación sexual de mujeres, niñas, niños y adolescentes. Es necesario establecer protocolos eficientes que puedan ayudar a evitar que el país esté lleno de impunidad. Garantizar la integridad de las personas que ingresan al territorio nacional no es una opción, es una obligación por parte del Estado y, dados los recientes acontecimientos, es evidente que falta mucho trabajo por hacer.

 

Abordar los problemas de género es también considerar la importancia que tiene la transversalidad y abrir los ojos ante la serie de violencias que atraviesan a las víctimas, ese es el primer paso para lograr avances significativos en un país donde ocurren 10 feminicidios cada día.

 

Por supuesto, garantizar justicia para las víctimas y sus familias debería ser una prioridad. Localizar a las personas responsables del doble feminicidio y no cerrar la carpeta de investigación sin antes encontrar la verdad sería una gran forma de hacerlo. Exijamos justicia para Stephanie y Susej, para todas. Siempre.

 

Hasta que se seque el mar:

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