El Tercer Ojo - Aproximaciones psicosociales a las consecuencias y dinámicas de la desaparición y búsqueda de personas en Morelos.

En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara

El Tercer Ojo - Aproximaciones psicosociales a las consecuencias y dinámicas de la desaparición y búsqueda de personas en Morelos.

A: Angélica Rodríguez Monroy

Diana Márquez Olvera

 

Apreciados lectores que siguen semanalmente El tercer Ojo, esta ocasión deseo compartir con ustedes una sucintas reflexiones derivadas de la charla que, a través de nuestros canales de YouTube y Spotify de La Comuna de la Palabra, tuvimos con la Dra. en Psicología Sandra Márquez y la compañera Angélica Rodríguez Monroy –madre y buscadora de nuestra alumna de la Facultad de Psicología de la UAEM, Viridiana Anaid Morales Rodríguez, "desaparecida" hace ya más de diez años– a propósito del tema que intitula esta colaboración.

 

Quienes deseen ver o escuchar completa la misma pueden hacerlo mediante los siguientes enlaces: https://youtu.be/wy-8YAhIKWQhttps://open.spotify.com/episode/2nxv3y1DxTiD2fVWEpBcIa?si=EQoXdMaTQf6V8W8w-SjjVg.

 

Quiero, en principio, exponer ante ustedes un punto de partida con base en una pregunta: ¿El concepto de "desaparición" representa claramente una realidad sociopolítica contemporánea o, más bien, es un eufemismo que, por sí mismo, no representa absolutamente nada?

 

Partamos de una premisa esencial: El significado del término "desaparición"; sin duda ambigua y absurda la definición de la RAE, refiere al acto de desaparecer, antónimo del acto aparecer; sin embargo, podemos asumir que la "realidad" no desparece mágicamente, en este sentido parece que al suceso de la "desaparición" debe adicionarse una cualidad dicotómica para intentar, al menos ello, comprender o explicar el suceso de la "desaparición" de una persona. O bien, de manera deliberada y voluntaria decide tal persona no aparecer ante quienes le buscan, por las razones –o sinrazones— que fueren o, por el contrario, este suceso es, para la persona "desaparecida", en contra de su voluntad, es decir, es una "desaparición forzada".

 

Ahora bien, tratándose del segundo supuesto, no cabe duda que un conjunto de circunstancias y personas, o grupos de personas, pertenecientes a estructuras organizativas delincuenciales, propiciadas por la colusión, omisión de responsabilidades gubernamentales, corrupción e impunidad, es posible que persista este fenómeno que acarrea consecuencias imprevistas y desgarradoras del tejido social.

 

Lo que recién expongo muestra nítidamente que resulta imprescindible afrontar esta problemática bajo el manto de una estrategia dual; por una parte, asumir debemos que esta problemática no tendrá solución alguna si no atacamos el conjunto de condiciones sociales (políticas, económicas y jurídicas) que han hecho posible el nacimiento, desarrollo hipertrofiado y, aparentemente irresoluble, "problema de la desaparición forzada", como fenómeno socioeconómico y sociopolítico.

 

Por otro lado, y ello es ineludible, debemos asumir que resulta inevitable el reconocimiento de que esta fenomenología acarrea consecuencias dentro del orden psicosocial, tanto para los familiares de las "personas desparecidas" –madres, padres, hermanos, parejas, hijos, etcétera–, así como para las propias "personas desaparecidas" porque no podemos, ni debemos, asumir que están muertos o que jamás serán hallados.

 

Indubitablemente sabemos que las consecuencias en el ámbito psicológico son individual o colectivamente sufridas y afrontadas; también sabemos que éstas se manifiestan en el inmediato, mediato y largo plazo.

 

Bajo estas circunstancias es esencial admitir que los profesionales de la psicología o del campo de la salud mental debemos acompañar y apoyar a los familiares de las "personas desaparecidas" a buscar no únicamente a sus seres queridos, a tornarse en "buscadoras", sino también a construir las fortalezas necesarias para no abatirse, sino para disponer de la fuerza necesaria para buscar hasta hallar a sus seres queridos y la verdad y la justicia necesarias en para continuar viviendo dignamente.

 

Finalmente, es necesario y fundamental asumir que no es un problema de las "personas desaparecidas" y sus familiares, sino que, sobremanera, es una cuestión del orden social y, como tal, debe afrontarse, en los dos niveles de análisis expuestos, por los gobiernos en turno, con políticas públicas efectivas, verosímiles y creíbles. De otro modo no habrá otra cosa que discursos y demagogia.