El Tercer Ojo - Aproximación a la Noción de Libertad

En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara

El Tercer Ojo - Aproximación a la Noción de Libertad

“(…) Sobre mis refugios destruidos, / sobre mis faros derrumbados, / sobre los muros de mi hastío, / escribo tu nombre. / Sobre la ausencia sin deseo, / sobre la soledad desnuda, / sobre los pasos de la muerte, / escribo tu nombre. / Sobre la salud que regresa, / sobre el riesgo desaparecido, / sobre la esperanza sin recuerdo, / escribo tu nombre. / Y por el poder de una palabra / reinicio mi vida. / Nací para conocerte, / para nombrarte, / Libertad”.

 

Paul Éluard. Libertad (fragmento).

 

Hoy, estimados lectores de esta columna semanal, me propongo compartir con ustedes una breve reflexión sobre, según mi opinión, el evento mediático y político más destacado de la semana.

 

Como nos fuimos enterando mediante las noticias diarias, Alfredo Jalife Rahme fue detenido el 05 de diciembre, en la Cd. de México, a un año de distancia de que Tatiana Clouthier hubiera interpuesto una demanda penal, en el estado de Nuevo León, por difamación.

 

No es mi propósito analizar el contenido de la denuncia, ni por qué en el estado de Nuevo León aún se mantiene tal precepto de considerar este asunto como un evento de carácter penal y no civil a diferencia del resto de las entidades federativas ni, mucho menos, por qué los índices de velocidad o los tiempos para proceder ante las demandas en cuestión sean de esta temporalidad o las coyunturas políticas que envuelven la decisión de actuar en este sentido hayan sido en este momento. ¡No!

 

Eso sí, una vez que este hecho generó las condiciones favorables para haber sido testigos de polémicas de diverso talante al respecto, deseo aventurar la tesis de que el Nudo Gordiano de la disputa se sustenta sobre las ideas que se tienen con respecto a la libertad y “sus límites”, el honor y la dignidad, la “libertad de expresión” así como también la “libertad individual” de acudir a los tribunales para demandar la restitución del respeto a la dignidad y el honor, mediante ejecutorias de las instancias judiciales.

 

Hasta aquí todo parece muy claro y sencillo de explicar y comprender; sin embargo, cuando en tales disputas y diferendos se encuentran personajes que ejercen funciones públicas o políticas y, por el otro lado, quien ejerce actividades de opinión y expresión mediática todo se enturbia y se presta a diferendos que, según mi opinión, debieran afrontarse políticamente y no judicialmente.

 

¿Dónde empieza y dónde termina, en este caso, la “libertad de expresión”?

 

Quienes son proclives a los arneses y baremos del control del comportamiento humano, expresan literalmente que la “libertad de alguien” termina en el lugar preciso donde comienza la “libertad de otro alguien”; este modo de pensar supone que los seres humanos somos una especie de ínsulas que siempre e invariablemente tendremos como límite a otras ínsulas. De esta manera, pareciera que la libertad de Alfredo Jalife termina donde comienza la libertad de Tatiana Clouthier; ahora bien, si por alguna razón (al margen de que estemos o no de acuerdo con cualquiera de estas personas o de que sea verdadero o falso lo que expresa uno de los contendientes) el otro acude a los tribunales para proceder a judicializar el diferendo y, como consecuencia, se procede a restringir la libertad personal de movimiento, expresión y actuación del otro con la acción carcelaria, entonces somos testigos de un procedimiento judicial para restringir y acallar la libertad de expresión y actuación del otro.

 

Léase, clara y literalmente, un fenómeno de “Lawfare” o judicialización de las diferencias ideológicas o políticas con fines políticos.

 

Este procedimiento es, sin duda, sumamente peligroso porque bastará que quien quiera impedir a otro ejercer su libertad de actuación, expresión o pensamiento, proceda a demandar, en el estado de Nuevo León, por “difamación de honor y dignidad”, para que se proceda a la represión judicial mediante la cárcel.

 

Este fenómeno lo hemos visto claramente en el caso de Luiz Inácio da Lula, en Brasil; de Pedro Castillo, en Perú; de Evo Morales, en Bolivia; entre otros, en América Latina y, en México, son incontables los casos.

 

Tan sólo por ello, celebro que haya sido puesto en libertad Alfredo Jalife Rahme.