El campo de Morelos y la migración
En opinión de Rodrigo Abelardo Botello Martín
El movimiento armado que se dio durante la Revolución Mexicana cuyos objetivos principales fueron: introducir en México una democracia genuina, una reforma agraria justa para los campesinos y libertad e igualdad para el pueblo, estuvo lejos de manifestarse en verdadera justicia hacia los hombres de campo de nuestro estado. Morelos fue escenario de grandes batallas tanto armadas como políticas y esto se reflejó en una gran inestabilidad económica.
Las haciendas que durante la colonia producían todos los bienes de consumo del estado, durante la revolución pasaron de mano en mano una y otra vez, ocasionando un grave deterioro en sus instalaciones, además de la suspensión de su producción. Existen muchas anécdotas de este tiempo como la que cuentan referente a que cuando llegaban los revolucionarios, los propietarios de las haciendas ponían la foto del líder del grupo revolucionario, sin embargo, en no pocas ocasiones las fotos no correspondían al líder, por lo que los propietarios eran fusilados por traición. Cabe señalar, que muchas de estas haciendas fueron destruidas y abandonadas. Muy pocas al paso de los años han sido rescatadas, las cuales actualmente están destinadas para uso turístico; otras son de uso privado y algunas otras se encuentran invadidas.
Durante la Revolución, los movimientos armados fueron la causa de que muchas familias, principalmente de Cuernavaca, huyeran de la guerra que inició el 20 de noviembre de 1910 y concluyó el 5 de febrero de 1917. Existen reseñas históricas que manifiestan que a la llegada del General Álvaro Obregón a Cuernavaca no encontraron a nadie, ¡sólo perros salvajes! Sin embargo, los enfrentamientos no concluirían ahí: todavía iban a ser asesinados los caudillos que representaron los liderazgos más fuertes del movimiento revolucionario.
Una de las muertes más sonadas fue la del General Emiliano Zapata, la cual se conmemora año tras año el 10 de abril, después de ser víctima de una emboscada en la hacienda de Chinameca, Morelos. Personaje histórico que es recordado más allá de las fronteras de nuestro país como un líder revolucionario con grandes postulados de libertad y justicia.
Como señalé anteriormente, la revolución ocasionó la salida de muchas familias morelenses: hombres, mujeres y niños se desplazaron hacia diversos lugares de la República entre 1910 y 1930. Fue tanta la precipitación con la que salieron dichas familias, que se llevaron pocas cosas consigo y dejando sus casas y la mayoría de sus pertenencias abandonadas. Todos estos bienes fueron saqueados repetidas veces. Fue en estos años que el estado de Morelos queda fuera del régimen constitucional, y es hasta 1930 que se regresa a la normalidad eligiendo a un Gobernador del estado: al C. Vicente Estrada Cajigal, quien a favor de su experiencia tenía la de haber sido Jefe de gobierno del Distrito Federal.
Con el objeto de que los antiguos habitantes regresaran a habitar el territorio despoblado por la guerra de Revolución, el gobierno les pagaba los gastos de los fletes para que volvieran a Morelos, especialmente a Cuernavaca, y eran publicados los nombres de los que retornaban en el periódico oficial. Sin embargo, algunos ya no regresaron.
Ese periodo en el que el territorio quedó abandonado por sus antiguos habitantes, tuvo un alto precio en identidad para los que habitamos actualmente en estas tierras. Fueron 20 años en que se perdieron un sinnúmero de tradiciones que se transmitían de manera oral en el seno familiar Este fenómeno se manifiesta más en Cuernavaca, ya que en los municipios no se dio con tal magnitud.
Por esta razón es por la que la población de las principales zonas urbanas de Morelos, está constituida principalmente de migrantes de otros estados, pero también por gente de los municipios del estado, que han llegado a vivir a las ciudades. Sin mucho pensar las ciudades de Morelos están formadas por migrantes de primera o segunda generación. No es fácil contar en la ciudad de Cuernavaca a los nacidos aquí, ya que muchos son hijos de una primera generación de morelenses, de padres que llegaron en años pasados al estado.
Ante este panorama, podemos comprender la imperiosa necesidad de construir esa identidad que quedó interrumpida en la revolución. Acercarnos a su historia, retomar esas raíces, valores, tradiciones, experiencias, arte, interesarnos por nuestros antepasados; todas ellas son ideas que podrían apoyar en la reconstrucción de nuestra identidad. De manera concreta, y sólo por citar algunas sugerencias, estaría organizar actos cívicos temáticos donde las nuevas generaciones que no han tenido la oportunidad de conocer más nuestra historia, lo puedan hacer en el reconocimiento de personajes, lugares, monumentos. En fin, hay un sinnúmero de tácticas en las que participando, podemos convertirnos en reconstructores y constructores de nuestra identidad. ¡Yo los invito a que juntos “echemos y engrosemos las raíces” de esta hermosa tierra que es Morelos!