Cuando sea demasiado tarde… - Parece que ya es demasiado tarde…

En opinión de Gabriel Dorantes Argandar

Cuando sea demasiado tarde… - Parece que ya es demasiado tarde…

Buen día, apreciado lector. Parece que el año electoral ha comenzado en toda su plenitud, el mundo de las noticias se vuelve un reverendo asco, predominando en las notas los pleitos y argumentos vacíos que se esgrimen los candidatos con el fin de llamar la atención y denostar al contrario. No crea usted lo que dice mis adversarios, porque ellos claramente mienten. No espere usted propuestas serias: esta elección estará predominada por la mercadotecnia barata, la guerra sucia, y el crimen organizado. Pronto empezarán a aparecer productos hechos en China como paraguas y mochilas y camisetas de calidad ínfima pero que buscan posicionar la imagen de algún partido político, artilugios que terminarán irremediablemente en la basura (pero por supuesto pagados con la prerrogativa). El mundo de la nota verdadera e importante poco a poco va pasando a segundo plano, pero no se preocupe, aquí está su servidor para contarle un pequeño cuento no-electoral.

Este cuento nos regresa al origen de esta columna: el libramiento de Cuernavaca. Inaugurado en 1960 con el propósito de que los vacacionistas de la Ciudad de México que se dirigían al puerto de Acapulco no tuvieran que atravesar la ciudad de Cuernavaca dando una gran vuelta a lo que hoy se conoce como la colonia Antonio Barona (me imagino que por aquel entonces eran sólo ejidos). Pues bien, durante el sexenio del impresentable de Graco Ramírez, el pequeño, tuvo la genial idea (junto con milord Henry Monster Peña Nieto y el mismísimo Richard Gere), de ampliar el libramiento. Se jugó con la idea de hacerle un segundo piso (cosa que no se hizo, y en su momento lo lamenté, pero dadas las circunstancias actuales, creo que fue mejor que no se hicieran carriles elevados), y me imagino que les fue más fácil succionar erario de una obra que nada más parecería que fuera obra sin que necesariamente lo fuera. Gobierno federal invirtió más de dos mil millones de pesos en 14 kilómetros de carretera ¡que ya existían! Heredando a los morelenses una porquería que a veces tiene 10 carriles, a veces 9, a veces 8; que a veces tiene peralte y a veces no lo tiene, que a veces tiene carriles confinados, y a veces no los tiene. Pues bien, derivada de estas circunstancias, se generó un tramo que yo denomino “The Gauntlet”, en virtud de que ha demostrado ser mortal. Me refiero a, precisamente, la curva de la Barona.

El domingo por la tarde, el conductor de un camión de carga, de esos que traen caja, descubrió que el ancho de los carriles en esa sección no permite compartir el espacio con otro vehículo de envergadura similar, en este caso, un autobús del Pullman de Morelos. El resultado fue una carambola de 5 o 6 vehículos que por obra y gracia de Espíritu Santo no produjo fatalidades, pero por lo menos uno de los vehículos quedó hecho un verdadero acordeón. El tráiler se volcó e invadió uno de los carriles laterales, obstruyendo el tráfico en gran medida durante toda la tarde y gran parte de la noche. ¿Saben cómo ya sabíamos esto? Pues es precisamente la secuencia de tres curvas que está cubierta de varios colores de pintura, puesto que en algún momento se volcó ahí mismo un vehículo que llevaba tales productos (si no es que van varios). Observe los muros, ¿puede usted ver las marcas? De por sí el conductor cuernavacense no ha demostrado tener niveles excepcionales de pericia, además de que el tramo no está debidamente señalizado: (a) los camiones de carga desconocen que no deben circular por los carriles centrales (o lo conocen y les es inconsecuente), y (b) los conductores que nunca han circulado por la zona (invariablemente del vehículo que conduzcan) desconocen que esa zona pareciera estar diseñada para causar pérdida de vida.

            ¿Cómo se solucionó el tema? Levantaron la basura y seguimos como si nada. Nada se dijo en los periódicos al día siguiente, pareciera que el control de los medios es tal que ya no se reportan los asesinatos ni los accidentes sobre el libramiento, me imagino porque hace interferencia con la agenda política del estado. ¿Cree usted que lo vayan a arreglar? Cuando mucho, pondrán un par de letreros redirigiendo el tránsito pesado por los carriles laterales, cosa que no se cumplirá porque la ley de tránsito es papel de baño y en todo caso no hay patrullas patrullando en la zona. Han invertido meses en poner las luminarias centrales, ¿usted cree que los ingenieros se percaten que tal acción dificulta la visibilidad en los carriles laterales? Tal vez podrían poner limitadores de altura, para que sólo los vehículos pequeños puedan circular por los carriles confinados, pero ¿cuánto tiempo cree usted que tarde un camión en llevárselos? ¿o que se los roben para venderlos como fierro viejo?

            El libramiento de Cuernavaca es un monumento a la burocracia mexicana: infraestructura que cuesta millones de pesos que no se ven reflejados en pavimento, y que de paso buscan incrementar los niveles de mortalidad en las carreteras. Lo he dicho una y lo diré mil veces: gobierno nos quiere matar.

            Porque la infraestructura no ha muerto, pero no dude usted que la siguiente administración destine otros dos mil millones de pesos para solucionar tales pifias.