Cuando sea demasiado tarde

En opinión de Gabriel Dorantes Argandar

Cuando sea demasiado tarde

            Tenía 20 años cuando me enfrenté a la vida adulta. La situación económica de mis padres impedía que yo continuara con mis estudios universitarios. Debía incorporarme a la fuerza laboral del país de la manera que me fuera posible para, por lo menos, solventar mis propios gastos, y en la medida de lo posible ayudar con los gastos de casa de mis padres. Debo de confesar que el primer objetivo de dicha misión me fue muy difícil, la segunda la pude alcanzar casi diez años después de haber emprendido dicha labor. Esa década de mi vida fue muy formativa, por decirlo de alguna manera. Ya tenía un poco de experiencia trabajando de asistente en una pequeña empresa propiedad de mi padre, pero luego empecé a dar clases en una primaria (computación, nada glamoroso como Matemáticas o Ciencias Naturales). Debo admitir que uno de los más grandes aprendizajes que he tenido ocurrió laborando como vendedor-cajero en una tienda departamental (tema que dejaremos para otra ocasión, si me es posible).

            Pasaron los años y pude continuar con mis estudios, pude obtener una pequeña beca y por las tardes y noches (y madrugadas) trabajé como traductor en temas de investigación en Psicología, Economía y Derecho. Al mismo tiempo debía cumplir con mis obligaciones de estudio y mi servicio como becario atendiendo un par de laboratorios. Al terminar la licenciatura, por razones harto diversas, hice un viaje a España que yo mismo me financié con lo poquito que pude ir ahorrando (está bien, mis papás me regalaron 300 euros y mensualmente me proporcionaban 100 más para pagar la renta del closet en el que vivía). Apliqué para entrar a la Maestría en la Universidad de Valencia, y me aceptaron. No quiero ser extenso, no había beca y daba 10 horas de clases de inglés durante el día (25 km. de bicicleta diarios) y entre mis clases, para luego cumplir con mis responsabilidades académicas. Dejé que venciera mi periodo como turista, y pasé a engrosar las filas de la inmigración ilegal en Europa. Después de casi cuatro años, regresé como Doctor en Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico en Áreas Clínicas y Sociales. Digo regresé porque la pequeña beca que pude asegurar se venció y las oportunidades laborales han sido muy precarias en España desde la crisis del ladrillo (por ahí de 2008 o 9). Volví harto del aceite de oliva y hablando como gachupín.

            Trabajé casi dos años en gobierno, hasta que una colega mía me ofreció una beca posdoctoral para trabajar con ella. Poco después y gracias a la gente que confió en mí, cumplía 31 años cuando me estrenaba como Profesor Investigador de Tiempo Completo de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Cuando gané el concurso para ocupar una plaza como PITC, fue la cosa más increíble que me pude haber soñado. Se acababan las jornadas laborales-académicas de 20 horas, no más ir contando hasta el último peso (o euro) para alcanzar a pagar mis gastos. Su servidor ingresaba a las filas de la academia, la docencia y la producción de ciencia de una de las principales universidades públicas del país. Por fin tendría la oportunidad de tener mis propias clases, mis propios estudiantes, mis propias prácticas, y hacer mis propias investigaciones. Era el sueño de todo individuo que sueña con proporcionar su pequeño grano de arena al conocimiento de la humanidad. No tenía que ser un gran hallazgo, no aspiro a ganar un premio Nobel. Bastaba con retribuirle a la sociedad lo que me ha dado.

He conocido el rectorado del Dr. Fernando Bilbao, del Dr. Alejandro Vera, y ahora estoy conociendo el rectorado del Dr. Gustavo Urquiza. Tuve la oportunidad de tratar un poco de cerca al Dr. Vera, y pude aprender mucho de él, como docente y como universitario. Ahí empecé a entender un poco cómo funcionan las cosas en política institucional. La cosa está color de hormiga.

El Plan Nacional de Desarrollo del sexenio de Enrique Peña Nieto incluye el objetivo de duplicar los alcances de la educación. Por lo tanto, el Plan de Desarrollo Estatal del impresentable de Graco Ramírez (conocido en las redes como Graco, el pequeño) incluye, poco sorprendentemente, el objetivo de duplicar los alcances de la educación. El Plan de Desarrollo Institucional de la Rectoría del Dr. Vera necesariamente debía incorporar dicho propósito, ¿cierto? Durante dicha administración la matrícula de estudiantes de la UAEM creció a más del doble, de 20,000 estudiantes a más de 40,000, en sólo 5 años. Todo bien, ¿cierto? Son los objetivos del desarrollo, ¿cierto? Pues no. El cálculo del presupuesto de la Universidad se mantiene fijo para 20,000 estudiantes, la Secretaría de Educación Pública se rehúsa a reconocer el aumento en la matricula, y año con año el déficit va aumentando. Personalmente soy partidario del Dr. Vera (por si no lo sabían), por lo que no ahondaremos en los conflictos derivados de la relación que él llevó con ese ser pequeño y lleno de inmundicia que alguna vez llamamos gobernador de este glorioso Estado. Lo cierto es que el presupuesto de la Universidad se retuvo arbitrariamente, y llegamos a pasar hasta meses sin cobrar. Los trabajadores debimos recurrir a préstamos y sufrir reveses en el pago de compromisos económicos previamente adquiridos. Yo no tengo hijos, y gracias a que en casa de mis padres siempre hay un plato de sopa caliente, no pasé un solo día sin comer. No he tenido el valor de preguntarle a compañeros con familia qué atender cómo es que hicieron para sobrevivir.

Este es el tercer o cuarto año que llega el verano y no sabemos qué pasará en agosto, mucho menos en diciembre. La Universidad le va perdiendo meses al año. El anterior llegó la crisis en octubre, éste llega en agosto. Sabemos que el Dr. Urquiza se reúne seguido con autoridades para tratar de hacer frente al problema, pero nuevamente no hay seguridad de lo que ocurra en el futuro inmediato. Este es el panorama que enfrenta nuestra Universidad, y cerca de 15 universidades públicas estatales de la República. El colapso es inminente.

¡Viene el cambio de sexenio! Enrique Peña Nieto entrega la estafeta a Andrés Manuel López Obrador (desconozco cómo es que Peña se tragó el discurso completo del flamante presidente). ¿Qué pasará con las Universidades? Esa pregunta resonó por los pasillos por varios días. Corre el mes de enero de 2019, y se borra de la Constitución la Autonomía de las Universidades. ¡Zaz! No más Autonomía para ninguna de las instituciones que previamente gozaban de ella. La comunidad entera pone el grito en el cielo, y corren los editoriales señalando culpables y exigiendo castigo. “Fue un herror” (sí, con h, porque así de burros son), fue el pretexto. La comunidad volvió a la relativa calma.

Durante las últimas semanas corre otro rumor. No, no el del presupuesto, ése ya se sabe desde hace mucho: en agosto no van a pagar. Se dice que se suspenderán los Estímulos al Desempeño. ¿No sabe usted qué son los Estímulos al Desempeño? Perdón, olvidé ese pequeño detalle. Los Profesores de Tiempo Completo tenemos un “apoyo” o “beca” que se adiciona a nuestro salario mensualmente. Este monto depende de (1) el desempeño del trabajador, y (2) la disponibilidad de recursos. Cada Universidad tiene la responsabilidad de administrar los Estímulos como mejor vea, en el caso de la de Morelos se debe entregar un reporte anual con el cual se calcula el monto. Dependiendo del trabajador, a veces es sólo una ayuda, pero para los grandes investigadores, este monto puede ser mayor a la totalidad del salario mismo. Así, podemos tener un mejor ingreso, ¡y sólo se pagan prestaciones por la mitad del salario! Además, así aseguramos que los profesores que trabajan más, ganan más, lo cual no me parece tan injusto.

¿Qué pasa con la 4ª Transformación? ¡Se acabaron los privilegios! ¡Aquellos investigadores que viajan en chárter, no podrán hacerlo más! ¿Qué hice con mis Estímulos? Me compré un coche. Junté mi aguinaldo de final de 2018 con dos meses de estímulos y di el enganche de un coche. Supongo que eso es pertenecer a la casta acomodada. Su servidor tiene 37 años. Licenciatura, Maestría, Doctorado, Posdoctorado (que nadie sabe si eso es un grado académico o no), y dos especialidades. La escala de valores que mis padres me inculcaron me hace pensar que poder comprar un coche es una justa recompensa por tantos años de quemarme las pestañas y destruirme el estómago con tanto café. Lamento mucho la injusticia que hay en este país, y todos los días trato de darle a los demás un poco de aquello provisto por la vida. Ahora se me etiqueta como miembro de una “casta privilegiada” (¿Alguien sabe de alguien que haya cumplido con sus obligaciones de familia por 18 años con dinero del erario?). Pues eso, en agosto no más Estímulos al Desempeño. No hay académico con coche mientras el pueblo es pobre.

Otro rumor corre por los pasillos. Se acaba el Sistema Nacional de Investigadores. Otro “apoyo” que provee el gobierno para aquellos que aportan a la producción de ciencia en este país. El proceso de evaluación es igual de complejo que el de los Estímulos, pero a grandes rasgos se reduce a cuántos artículos, capítulos y libros publicaste los últimos 3 años. Te piden uno por año, pero al final te piden que indiques cuáles fueron tus SIETE productos más importantes. Cosa fácil, se dice rápidamente. Le invito a usted, amable lector, a intentar publicar un artículo científico en una revista arbitrada con un factor de impacto superior a 2. Esto quiere decir que en los siguientes meses, los ingresos de todos los Tiempos Completos de todas las universidades públicas del país van a ver sus ingresos reducidos, al cabo de unos meses, en un 50%, o más.

Bueno, no sé qué haré con mi coche nuevo. Estoy entre venderlo o dedicar mis tardes a atender como Uber. Supongo que ése es el horizonte de mis problemas económicos. ¿Qué harán aquellos quienes tienen créditos de nómina, créditos automotrices, créditos hipotecarios, colegiaturas, útiles, alimentación, pagar la renta…?

Por supuesto que hablo por mí. No quiero ver mi ingreso decrecido. El sistema ya me violenta arbitrariamente, y está a punto de hacerlo más. Sin embargo no me asusta tanto, yo no soy problema para el gobierno. ¿Han pensado en los investigadores del Colmex? ¿De la UNAM? La producción de ciencia que este país tiene, de por si raquítica, está por sufrir su golpe más dañino, y probablemente mortífero, de la historia. ¿Para qué queremos producción de ciencia, si podemos generar mano de obra abundante e importar ciencia de otros países más “desarrollados”? Dígame usted cómo se le denomina a ese modelo de gobierno.

Esto no se verá en el otro sexenio, que lo atienda el siguiente pelmazo en turno. Esto lo vamos a ver el año que viene, cuando la producción de ciencia se desplome en el país, a ver cómo nos recuperamos de la fuga y destrucción de cerebros más impactante de la historia