Columna Desde la Torre - Anomía
En opinión de Roberto Enrique Rodríguez Guerrero
Nos encontramos en una condición de anomia, es el estado de desorganización social como resultado de la ausencia o degradación de normas sociales, que ya no son respetadas por los individuos, es el destino de una comunidad cuando los vínculos sociales se debilitan debido a diferentes causas, y la sociedad pierde su fuerza para integrar o regular a los individuos de manera adecuada.
El tejido social se encuentra hecho trizas, la causa fundamental de este fenómeno tiene su origen en las acciones que desde julio del 2018, cuando entró en funciones de facto la presente administración, sin esperar a que se llevara el cambio protocolario constitucional, les urgía iniciar la destrucción del país, Andrés Manuel López Obrador antes de llegar a la presidencia de la República era un activista de izquierda, con todas las virtudes que un político puede atesorar, los defectos que tenía muy graves, por cierto, fueron ocultados al ir aplastando a los comunicadores y actores políticos, impidiendo con ello la visibilidad de la llegada del autócrata más ruin en la historia del país, como un absurdo nunca observado, los defectos crecieron exponencialmente, y las virtudes que López Obrador construyó a lo largo de 18 años de estar en campaña, desaparecieron al hundir al país, sometido por el crimen organizado en la mayor parte del territorio nacional, el resultado es aterrador, tiñendo y salpicando sangre en México. Ante el silencio y encubrimiento del presidente de la República, los cobijó con el manto de la impunidad a los diferentes cárteles, rayan en la bestialidad, como el asesinato de dos sacerdotes jesuitas octogenarios en Cerocahui de la sierra Tarahumara; vergonzoso es, el avance de los homicidios intencionales, derecho de piso y extorsión, secuestro, huachicol, trata de migrantes, tala clandestina, comercialización de carnes de res, cerdo y pollo, frutas, legumbres aguacate, mercado de homicidios, apropiación de negocios, captura de territorios, desplazamiento de autoridades, usurpación de gobiernos, feminicidios, desapariciones, corrupción galopante en que sus familiares, funcionarios y las bandas locas de criminales, son los únicos beneficiados; a cumplirse tres años y medio como presidente, inexplicablemente no se vislumbra en el panorama un mínimo acierto en las políticas públicas , sus deterioros están palpables, el electorado que le creyó y depositó en el su confianza y de pronto ¡fuera máscaras! todo el bagaje de conocimientos que denunció sobre la corrupción, fue una pantalla para reflejar lo que harían en conjunto su familia y los más allegados; el afecto de “la casa gris de Houston”, creció de tal manera que para rescatar el interés de aquellos que requiere y exige para su proyecto populista dictatorial, echó manos en las elecciones intermedias del crimen organizado a fin de que la población diera crédito a su liderazgo , sin importar la grave crisis que viven los habitantes en la mayoría de la nación, los escándalos de corrupción no amainan, tampoco el descontrol en seguridad, los datos son alarmantes suman más de 121 mil 600 homicidios, los homicidios dolosos sumaron más que el total durante los seis años del gobierno de Felipe Calderón.
Surge la interrogante cómo es posible que un grupo de simpatizantes clientelares, cambian por un plato de lentejas la credibilidad y confianza de lo que manifiesta López Obrador en sus mañaneras. Inconcebible que se traguen lo de los ricos son los malos, los periodistas son fifís y mercenarios, la población que no le cree son unos conservadores; ah, pero los pobres son buenos y sabios, lo único que aportan además de su apatía, es la sangría más espantosa al erario público, esta historia de lo bueno y lo malo, que contó a los mexicanos, ahora impuesta en patrones de conversación vigente, creando categorías nuevas, cambiando las reglas del juego, sin importar que se vulneren los derechos humanos, las instituciones y la democracia.
Esto no sucedería si los partidos opositores, los diferentes actores y sociedad, no fueran parte del problema y se erijan en favor de la solución, otra dimensión sería que estuvieran unidos en contra del autócrata, el decodificador de la realidad nacional. Es el que toma las ideas de la fuente, las elabora y ordena en un código determinado, bajo la forma de mensaje. – “Es el que traduce el mensaje y le da forma a manera de que sean utilizado por el receptor; la interpreta a un gran número de mexicanos y la otra parte de población hasta el momento los tiene acorralados sin expectativas de cambio”, y sin mayor esperanza de libertad y progreso, entregándose en los brazos de una dictadura que puede durar hasta 70 años, las generaciones venideras serán pastoreados por uno y otro populista, irán ahondando las grietas de confrontación que taladra Andrés Manuel López Obrador, para mantener al pueblo sojuzgado y el espacio que deje esa gran mayoría será aprovechado por el dictador en turno; tiempo para la reflexión, preocuparnos y ocuparnos en establecer un gobierno público y no particular, el que está sirviendo para enriquecer a unos cuantos.
Mientras las personas no cambien, despierten de su autocomplacencia y estar auto compadeciéndose, para justificar que los otros son los malos y nosotros los buenos, timoratos que dan vergüenza, apáticos a más no poder, nos sumimos en el confort y en la espera del caudillo que les obsequie patria y libertad, sin asumir responsabilidad. Es necesario detenerse antes de que se vayan deslizando por el tobogán del comunismo, populismo-narco estado militarizado- que nos es de ficción, es la farsa de un modelo, el de la más vil de explotación, que te llevará a la pérdida de lo ganado durante casi un siglo de esfuerzo.
La última y nos vamos: Joe Biden, que en julio recibirá a López Obrador, se encuentra en una encrucijada, administración mixta en éxitos y esperanzas frustradas, ha logrado restaurar la integridad del Despacho Oval, sin mentir ni abusar de su autoridad como lo hizo Trump, quien apoyó a López Obrador ; actualmente en los Estados Unidos se expande la imagen de un México ingobernable, de ahí que 15 congresistas demócratas escribieron una carta al presidente de los Estados Unidos, exigiendo que responsabilice a López Obrador por crímenes contra la prensa, hicieron saber la ausencia de compromiso del gobierno mexicano por enjuiciar a los perpetradores de las desapariciones forzadas que en el mes mayo, rebasaron oficialmente las 100 mil personas. Todo parece que mientras México sea la puerta trasera de Estados Unidos y haga el trabajo sucio con los inmigrantes, dejarán que la política de abrazos y no balazos sea la carta de presentación ante el mundo, que ya conoce el fracaso de esta estrategia, no solo la sufren los mexicanos, ahora también quienes nos visitan, las consecuencias del crimen organizado están a la vista.