Árbol inmóvil - Impepac, el obstáculo
En opinión de Juan Lagunas
La nula imparcialidad del Impepac (evidenciada por el alud de León Trueba), será un factor que desencadenará antagonismos estridentes en estos comicios (a partir de las campañas y, aún más, tras la jornada de votación).
Los partidos, desde ahora, vislumbran los puntos débiles del órgano, para asestar saetas de desestabilización. En suma, el OPLE es un obstáculo.
En el precepto 44, de la LGIPE, una de las atribuciones del Consejo General (del árbitro nacional) consiste en: “ee) Ejercer las facultades de asunción, atracción y delegación, así como en su caso, aprobar la suscripción de convenios, respecto de procesos electorales locales, conforme a las normas contenidas…”. Si la incertidumbre (el déficit) sigue haciéndose perdurable en el estado, nada podrá detener este proceso intervencionista. Ni las declaraciones “carismáticas”.
Esto, desde una perspectiva general, viene a constatar que el Impepac no aprendió nada en su primera prueba de fuego; al contrario, deterioró algunas etapas de la contienda de 2015; desde entonces, su caída no cesa… (El precipicio ya no se ve a lontananza).
La regla es nítida (y “áspera”, dirán los apesadumbrados: viles paladines de la divagación comicial). La asunción es “… la atribución (…) de asumir directamente la realización de todas las actividades propias de la función electoral que corresponden a los Organismos Públicos Locales…”.
Atracción: “…atraer a su conocimiento cualquier asunto de la competencia de los OPLE´S, cuando su trascendencia así lo determine o para sentar un criterio de interpretación…”.
Dado el panorama que existe, no conviene ni la “asunción” parcial -en este instante-. Y, de un modo enérgico, no sería susceptible inclinar la confianza en ninguna esfera. Los integrantes de ambos organismos (INE-Impepac) surgen por dádivas políticas; cuotas partidistas; compromisos fuscos y subrepticios (descarados).
Empero, así están las reglas dentro de esta democracia inexacta. Tras cada justa, todo desemboca en la ofuscación y el olvido. (Conclusión primaria: no sólo los partidos causan hartazgo. Las instituciones, iguales de aciagas).
La pandemia trastornó el derredor. Con base en eso, el devenir se sigue tornando indeterminado. Por ende, todos y nadie son neófitos. Sólo el ciudadano, por medio de su voluntad, sabrá qué hacer. (Lamentablemente, aún coexisten la compra, coerción y manipulación del sufragio).
¿Qué plan tendrán en materia de capacitación? El usual (que llegó para quedarse): en “línea”. Por fortuna, el árbitro local no tiene cabida en ese ámbito, ni en la ubicación de las casillas.
El problema se agudizará en los cómputos distritales del OPLE. Éste tendrá que otorgar validez de los resultados. Justo ahí, sin ambigüedades, se va a desatar la euforia de las discrepancias e inconformidades. Ni el Tribunal Estatal Electoral estará listo para guarecerse de esa lluvia intempestiva.
El tiempo augura tensiones en, al menos:
- Conflictos en la planeación.
- Centralismo.
- Presupuestos. Costos; es decir, disparidad financiera.
- Invasión de funciones.
- Intrusión del gobierno local.
Corolario: ni asunción… Ni autonomía. La “sucursal” del INE es innecesaria y peligrosa. La monotonía se impone.