El Tercer Ojo - Cuando la "Ciencia" y lo "Científico" se tornan Armas en las luchas ideológicas, políticas y mediáticas.
En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara
Amables lectores de El Tercer Ojo; dícese popularmente que "tratándose de la guerra –en cualesquiera de sus formas de expresión, sea jurídica, política, ideológica, psicológica o militar–, o del amor, todo se vale".
Hemos sido testigos, a lo largo de estas dos semanas, que las fiscalías generales del Estado de Morelos y la Ciudad de México, ante un único evento –el que refiere la explicación causal de la muerte de la joven Ariana Fernanda, hallada dentro de nuestra entidad federativa, pero supuestamente traída muerta desde la ciudad colindante al norte de Morelos– han llegado a conclusiones mutuamente excluyentes y realmente antitéticas sobre el hecho propiciatorio del deceso de la mujer encontrada sin vida.
Mientras que el Fiscal del Estado de Morelos concluye que la "verdadera e irrefutable causa de muerte de la mujer en cuestión es broncoaspiración secundaria a ingesta excesiva de bebidas alcohólicas y que, además, no hay evidencia de que sufriera actos violentos a los cuales sea atribuible la defunción", ello le permite concluir que no hay delito que perseguir y puede cerrase el caso, imputando a la propia víctima la responsabilidad sobre el resultado.
Por su parte, la Fiscal General de la Ciudad de México concluye que la "verdadera e irrefutable causa de muerte de la mujer en cuestión es homicidio intencional debido a la evidencia de una cantidad de golpes violentos y mortales, además de que, muerta ya, fue deliberadamente trasladada a otra ciudad para deshacerse de los restos de la víctima", ello le permite concluir que se trata de un feminicidio y sí hay delito qué perseguir e investigar.
Sin dos dedos meñiques de frente, a la vieja usanza craneoscópica y frenológica del siglo XIX, podemos asumir que no pueden ser verdaderas ambas proposiciones, a la vez, y que si una de éstas es verdadera, la otra, ergo, falsa será. Asimismo, que quien haya propalado la que se asume como falsa, miente a propósito en aras de obtener un beneficio personal –sea político, ideológico, económico, o afectivo y emocional–. Finalmente, que quien se propuso engañar a la sociedad mediante la información amañada está cometiendo un delito imputable jurídica y penalmente.
Por otro lado, ambos fiscales han argüido que –con la intención de mostrar que sus afirmaciones, proposiciones y conclusiones son las verdadera y legítimas, las irrefutables e incuestionables, inamovibles y sólidas– tales elementos de juicio se sustentan en la "evidencias científicas" obtenidas por profesionales formados "científica" y éticamente, mediante procedimientos y protocolos "científicos".
Hasta aquí he tratado de presentar a ustedes, queridos seguidores de esta columna semanal, el estado de la cuestión, al decir del filósofo italiano Antonio Gramsci, pero no pretendo presentar una conclusión sobre cuál de las dos versiones es la más creíble ni, mucho menos, cuál de ellas es la verdadera.
Más bien deseo resaltar el hecho de la vulgarización y fetichización de las acciones y creaciones humanas a lo largo de la historia de la humanidad. Refiero aquí el conocimiento fundado científicamente, la ciencia y sus productos.
Ahora resulta que la "ciencia" se torna en el demiurgo de la verdad. Quien posea las "evidencias científicas" posee la verdad y la razón porque ahora la ciencia y sus procedimientos protocolizados son los que aseguran la infalibilidad de los asertos, razonamientos, argumentos y conclusiones, más allá de la lógica.
Sin embargo una duda queda irresuelta ¿Cómo y quiénes y bajo qué criterios y parámetros decidirán quién, efectivamente, dice la verdad y quién miente?
De igual modo, debiera responderse a otras cuestiones trascendentes a este respecto.
¿Cuáles son los límites y alcances de la labor científica o de la ciencia?
¿Esta actividad y sus productos son inmunes a las cuestiones ideológicas, políticas, jurídicas y económicas?
¿La ciencia y sus productos son asépticos, neutros e impolutos?
Irónicamente dicho ¿Si la realidad no opera como predice la ciencia peor para la realidad, porque no es científica?
Considero que las "Comunidades científicas" y los "científicos" debieran marcar el alto a los oportunistas de toda laya o ralea.