TMEC

En opinión de Javier Bolaños

TMEC
La semana que concluye nos dió una enorme cantidad de noticias y eventos que impactan de forma importante a la opinión pública y también generan nuevos escenarios para nuestro país.
La detención de Genaro García Luna acaparó la atención y opacó otras temas que son de profunda relevancia para la vida y futuro de nuestro país. Por esa detención seguramente muchos no pueden conciliar el sueño, pero no podemos dejar pasar de forma ligera aquello que se negoció y que afectará el empleo y la vida productiva de México.
La firma del protocolo del TMEC con la renegociación de algunos temas que ya habían sido cerrados, ha generado opiniones contradictorias pues aunque la gran mayoría dice que es mejor algo a nada, también no son pocas las voces que expresan preocupación por todo lo que cedieron los negociadores mexicanos.
El hecho de aceptar que funcionarios estadounidenses estén en nuestro país supervisando el cumplimiento de los contenidos en la reforma laboral, es a todas luces una concesión lamentable.
Ya anuncian en los Estados Unidos que se enviarán a 5 funcionarios para fungir como inspectores en México, lo que implica preguntarnos, ¿en razón de qué acuerdo y sobre qué ley de nuestro país se sienten con facultades para ejercer actos de autoridad en nuestro territorio?
Todo parece indicar que el estancamiento económico y la falta de estrategias que impulsen el crecimiento, provocó desesperación en los negociadores mexicanos y los orilló a aceptar ceder lo que se había ganado; sin duda hay capítulos del acuerdo comercial que no se han conocido a plenitud y será de la información que surja en los Estados Unidos como nos iremos enterando.
No se olvide que en el origen de la negociación le dieron la espalda a Canadá, y ahora se apresuraron a firmar el protocolo cuando en el Capitolio anunciaban que lo revisarían con cuidado y sin prisa, y en Canadá planteaban llevarlo a enero.
En el senado mexicano pudieron esperar a que el texto negociado se hiciera público antes de votarlo, hoy no pueden decirse molestos ni extrañados por alcances que a muchos sorprenden.
Cuando se planteó el hoy extinto TLC, provocó reacciones iracundas que iban de la descalificación general a la protesta por “estar cancelando la soberanía nacional y entregando nuestro futuro a lo EstadosUnidos”, hoy, en la renegociación, esas voces no sólo están apagadas sino que surgen otras que todo lo avalan.
En otros tiempos, en el pasado reciente, lo que está empezando a salir a la luz pública por filtraciones fuera de México sería un escándalo; hoy parece que el fin justifica cualquier medio.
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