Serpientes y escaleras - ¿Para qué sirve la comunicación?
En opinión de Eolo Pacheco
La gobernabilidad va de la mano de la comunicación, aunque no lo entiendan
¿Para qué sirve la comunicación?
En una sociedad cada vez más observante y participativa de las actividades públicas y de lo que ocurre en su entorno, la comunicación se ha convertido en un elemento clave de la gobernabilidad. Ejercer el poder ya no es como antes, quienes lo tienen necesitan a su lado a la opinión pública para que sus acciones y sus decisiones logren el consenso y el aval popular. La gobernabilidad se logra con percepción y la percepción se obtiene a través de la comunicación.
Tomemos un ejemplo: cuando un taxista amenazó con un cuchillo al conductor de un auto en pleno centro de Cuernavaca y la imagen fue grabada y compartida a través de las redes sociales, muchos medios de comunicación hicieron eco del tema y días después las autoridades del transporte, no la policía capitalina ni la fiscalía estatal, ubicaron y pusieron a disposición al agresor.
Sobre este hecho hubo dos puntos de vista: el de la jefa de la policía de Cuernavaca que consideró que no se cumplió el debido proceso porque la detención no se dio en flagrancia y el de la opinión pública, a quien no le interesó la manera como se ubicó y capturó al taxista, pero celebró que se le detuviera y lo hicieran pagar por su delito. ¿Cuál opinión importa más?
Hace muchos años Lauro Ortega entendió la importancia de la comunicación y del manejo de la percepción en el gobierno: el gobernador Ortega hizo un buen trabajo al frente del ejecutivo estatal, pero sobre todo supo vender muy bien las acciones que realizaba y los logros de su administración. Ejemplos: inauguró varias veces las obras del Cañón de Lobos y en La Lagunilla, pero ocultó el robo de un avión cargado de productos extranjeros en el aeropuerto Mariano Matamoros; su gobierno resaltaba lo bueno y matizaba lo malo.
Dicen los expertos en el tema que la importancia de la percepción no está en lo que “es”, sino en “lo que parece”; hablando de asuntos delictivos y estrategias de seguridad hay una regla básica: no se puede modificar la estadística y es sumamente complicado cambiar la incidencia delictiva, lo que sí es posible es transformar la percepción. En castellano: amén de que se haga todo lo conducente para mejorar la paz y reducir los delitos, es fundamental hacer sentir segura a la gente.
A pesar de la importancia de la comunicación y de los efectos directos que tiene en la percepción pública el tema ocupa un segundo nivel en el ejercicio público y de poder local. Y no me refiero al manejo de la comunicación como el instrumento para promover una imagen individual o los intereses personales de alguien, sino en la tarea necesaria y obligatoria de todas las autoridades de mantener informada a la ciudadanía de las acciones que realizan las instituciones y de la situación que guardan el estado y las entidades a su cargo.
Un manejo adecuado de la comunicación fortalece a las instituciones, acerca a los gobiernos con los ciudadanos y socializa las decisiones que se toman desde el poder. La comunicación se puede entender y utilizar de distintas formas, pero cuando se implementa de manera adecuada genera beneficios para quienes la manejan. Entendamos algo: la comunicación por si sola no basta para hacer triunfar a un gobierno, pero es indispensable para que las acciones se conozcan y la sociedad las aprecie.
Un error común en los gobiernos es suponer que los problemas sociales, políticos o delictivos se resuelven con comunicación o que la falta de resultados se puede suplir con manejo de medios; nada más falso que eso: la labor informativa puede ayudar a contener opiniones, a matizar conflictos, a resaltar acciones, pero nunca podrá remplazar el trabajo que tienen que hacer las distintas áreas de una administración pública o privada.
Lo hecho en materia de comunicación en el gobierno estatal es loable, porque se trata de una labor de desgaste constante, de contención permanente y negociación individual para evitar que los conflictos se salgan de control. A esa oficina le encomiendan trabajos que debieron ser atendidos en otras áreas y que al no haber operación previa o entrar en crisis se exige a comunicación que los saquen del debate público. Se pueden criticar las maromas que da la oficina de prensa, lo que no se puede soslayar es que sin su trabajo muchos problemas de otras oficinas habrían alcanzado niveles mayores y quizá alguno de ellos habría derivado en la caída del ejecutivo.
En los municipios la comunicación también ha jugado un papel preponderante: en Jiutepec la oficina trabaja con orden y disciplina, se maneja institucionalmente y se ajusta a la personalidad y requerimientos del presidente; pocas veces ese departamento tiene que hacer labores de contención porque existe un liderazgo municipal que obliga a todas las dependencias a hacer su trabajo. En Jojutla la historia es distinta porque la comunicación la lleva el propio alcalde; a pesar de que existe una jefatura de prensa, esta se dedica únicamente a mandar boletines. El trabajo fuerte de comunicación en esa localidad lo hace Juan Ángel Flores con su personalidad, estilo y sensibilidad.
El manejo de medios en el congreso local es crítico porque formalmente no existe un encargado del área; quien ha asumido la labor de manera emergente la hace sin tener todos los elementos necesarios a la mano y maniobrando en una tormenta política donde existe una veintena de actores enfrentados en dos bloques y atacándose de manera constante. El poder legislativo se encuentra en una severa crisis de imagen y credibilidad, pero ello no es derivado de un mal manejo de prensa, sino de los conflictos políticos de los diputados y los escándalos personales en los que se han metido.
Cuernavaca también es un espacio que se debe observar: el alcalde José Luis Urióstegui es un hombre con un alto reconocimiento personal que como autoridad rápidamente va perdiendo respeto porque no se ven resultados ni cambios en la ciudad. En este caso concreto sí hablamos de un mal manejo informativo mezclado con una inexistente estrategia de comunicación y un mal gabinete; la imagen del alcalde debería ser la punta de lanza para posicionar a la nueva administración y dejar claro que existe un gobierno diferente, pero a tres meses de que arrancó una nueva administración no se ven mejoras en la capital. En el municipio se están llevando a cabo obras y acciones diversas, pero nada de ello trasciende porque son incapaces de comunicarlo correctamente.
En tiempos donde la información surge desde todos lados y acceder a ella es posible desde cualquier lugar, gobernar y comunicar son acciones que deben ir de la mano, tienen que estar sincronizadas y necesitan atenderse de manera profesional.
Cualquiera puede mandar boletines, pero no cualquiera sabe comunicar.
- posdata
Finalmente el presidente municipal de Cuernavaca José Luis Urióstegui ha confirmado que su gobierno prepara denuncias contra su antecesor Antonio Villalobos Adán. Son varios delitos atribuibles a su administración y a él en lo personal, confirma el abogado al tiempo de señalar que el uso del dinero de la recaudación anticipada constituye una violación que afectó las finanzas de su gobierno en un rango de los cien millones de pesos.
Hace algunas semanas, cuestionado sobre las acciones que emprendería contra la administración pasada, Urióstegui Salgado fue prudente al extremo, no se atrevió a cuestionar de ninguna forma a su antecesor y se centró en el hecho de que “si había algún delito se denunciaría… pero se haría con los elementos de prueba necesarios, para que las denuncias no se cayeran por falta de pruebas”.
La prudencia ha sido una característica de José Luis a lo largo de los años y ello le ha ganado respeto en todos los ámbitos; profesionalmente hablando es un abogado que conoce bien la ley y en lo individual es un hombre que nunca ha estado envuelto en escándalos. Pero hoy José Luis Urióstegui no es un abogado cualquiera, es el presidente municipal de Cuernavaca y una de las figuras políticas más reconocidas del escenario de poder actual; no se trata de dejar atrás la prudencia que le ha caracterizado y que lo ha forjado como un hombre serio, pero es necesario que entienda que en el ejercicio de poder el exceso de prudencia se puede confundir, como está sucediendo ahora.
Una vez que el alcalde ha confirmado que su gobierno actuará legalmente contra la administración anterior será interesante ver hasta donde está dispuesto a llegar; Antonio Villalobos no luce preocupado, hace su vida de manera normal en la ciudad, se mueve con ostentación y presume a todos los que lo quieran escuchar que no tiene miedo de nada porque tiene “un acuerdo personal” con su sucesor.
Basta recordar la forma como gobernó Villalobos, las decisiones institucionales que tomó, las afectaciones al erario, la participación de su familia y amigos en el manejo del presupuesto y la fortuna con la que terminaron él y los suyos para comprender que la constante en su gobierno fue la corrupción. Urióstegui fue cuidadoso de no declarar ni actuar en base a apariencias porque, dijo, lo haría hasta que tuviera pruebas concretas de las acciones ilegales cometidas. Hoy lo ha declarado y, supongo, tiene los elementos para que las denuncias procedan.
Más allá de su importancia social y económica, Cuernavaca es una plataforma política que obliga a quien está a cargo de ella a actuar con madurez, con profesionalismo y congruencia; obvio: en las últimas administraciones municipales no hemos visto nada de ello, por eso la ciudad está devastada, quebrada y sumida en la peor crisis de su historia.
En este punto es sustantivo que el alcalde tenga una doble agenda de trabajo: una que lleve la problemática municipal, que resuelva los conflictos, que atienda los problemas, que escuche a la gente y que cumpla las promesas de campaña; y otra dedicada exclusivamente a la revisión del pasado, a sancionar las faltas, a proceder legalmente contra los infractores y castigar a los que lastimaron a la gente. Son dos agendas que, además, deben ser manejadas por equipos distintos.
Ojalá que la declaración de José Luis Urióstegui respecto a la corrupción del pasado no sean solo palabras. Si algo tiene el abogado es que siempre ha sido un tipo congruente en lo que dice y lo que hace.
- nota
El Partido Encuentro Social va a desaparecer, ahora se va a llamar Encuentro Solidario porque así lo ha decidido su nuevo dirigente estatal Hugo Erik Flores, quien el fin de semana pasado tomó la batuta de la institución en un acto deslucido, sin la presencia del gobernador ni nadie del equipo de gobierno estatal.
Para el otrora poderoso súperdelegado, la dirigencia estatal de un partido destinado a desaparecer es lo único que le queda; ya no tiene acceso al presidente de México ni se codea con figuras de primera línea en la política nacional, como lo hacía cuando tenía un partido nacional y una representación federal.
Hugo Erik Flores está en la lona no solo porque perdió por dos veces el registro de un partido nacional, sino porque sus decisiones políticas lo alejaron de Andrés Manuel López Obrador y lo convirtieron en una persona non grata en los círculos de poder de la Cuarta Transformación en México.
Seguramente el flamante presidente estatal del PES buscará recuperar terreno junto a Cuauhtémoc Blanco; el tiempo dirá si el gobernador le vuelve a dar entrada y olvida que fue a causa de él que su gobierno se vio envuelto en innumerables conflictos y de él como persona que se hizo de múltiples enemigos innecesarios.
Ítem más: en unos meses veremos quienes se mantienen en las filas de ese partido, porque quienes lo hagan deberán tener claro que su futuro político concluirá en el 2024. Hugo Erik Flores ya no tiene capacidad de influir en las próximas candidaturas de Morena y no hay manera de que el PES conserve su registro después de las próximas elecciones.
“En Morelos no hay gente inteligente” me dijo la única ocasión que charlé con el entonces delegado de Bienestar Hugo Erik Flores. Veremos si en verdad hay ingenuos que le sigan el juego y apuesten su carrera política en un partido sin futuro que ya no representa nada.
- post it
El cabildo de Cuernavaca anuncia una lluvia de obras para la capital; serán 56 con una inversión superior a 132 millones de pesos. ¡Bravo!
Ojalá que el ayuntamiento las asigne a empresas locales y las comunique adecuadamente, para que la ciudadanía las aprecie.
- redes sociales
Graco Ramírez justificó en su cuenta de Twitter la construcción del puente idiota que gestionó en su época con el gobierno federal. Obvio: la mayoría lo tundió y le recordó lo que es: un ladrón.
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