Serpientes y escaleras - Gobernadora
En opinión de Eolo Pacheco
Los últimos cinco hombres han sido malos gobernadores; vamos por una mujer
Gobernadora
Por diversas y válidas razones vivimos tiempos de mujeres; los esfuerzos para generar conciencia sobre la importancia de la igualdad, la equidad y el respeto son enormes, aún insuficientes, pero importantes en un momento donde la violencia se ha recrudecido y las afecta a ellas de manera directa. En el terreno político las damas tienen la oportunidad de lograr los cambios que necesita el estado y el país, los que los hombres no hemos podido alcanzar, empezando por un cambio radical de actitud y manera de ejercer el poder. El reto es enorme.
En unos meses los mexicanos tendremos a la primera mujer presidenta y los morelenses a la primera gobernadora; en ambos casos las expectativas son altas y riesgosas, porque cuando la ilusión no se cumple viene la decepción. Paciencia, es algo que el ciudadano debe tener a la mano, porque el reto que enfrentarán las futuras gobernantes no es sencillo.
Al morelense le tocará elegir entre dos proyectos que parecen opuestos en lo ideológico, pero tienen un origen similar y el mismo reto como entidad. No importa lo que una y otra candidata prometan, ni tampoco la forma como pretenden alcanzar sus metas, al final hablamos del mismo estado, de la misma gente y sobre todo de los mismos recursos y herramientas para trabajar.
Entendamos algo: los grandes y muy graves problemas que tiene Morelos en materia de seguridad, desarrollo y corrupción son los mismos no importa quién gane la próxima elección; ya sea Margarita González o Lucía Meza, lo que enfrentarán al frente del ejecutivo es lo mismo: un estado sumido en la violencia, con al menos una tercera parte del territorio dominado por grupos de la delincuencia organizada e instituciones sin dinero para atender las demandas.
A lo largo de este sexenio los conflictos se agudizaron por razones políticas, porque los tres poderes entraron en conflicto y la lucha personal se apoderó de las instituciones. El proceso contra el fiscal Uriel Carmona no es un asunto aislado, es parte del duelo entre diputados y gobernador, producto de intereses personales, ambiciones políticas y un total desinterés del estado.
Pongámoslo en contexto: la 55 legislatura morelense es la más cara, ineficiente e improductiva de todo el país, cada uno de sus integrantes recibe más de 2.5 millones de pesos mensuales, durante dos años intentaron derrocar al gobernador apoyados en las fiscalías, pero el tiempo se les vino encima; la designación de magistrados es parte de la misma historia, se trató de una jugada para tomar el control del tercer poder para poder procesar al ejecutivo una vez que actuaran legalmente en su contra.
La actitud del futbolista frente a la clase política local, frente a los otros dos poderes y la sociedad fue determinante para generar este caldo de cultivo: a Cuauhtémoc Blanco nunca le interesó dialogar, acordar o conciliar con nadie, desde el primer día mostró su desprecio por los políticos, desinterés por los morelenses e ignorancia de la responsabilidad que le confirieron los votantes. El futbolista nunca actuó como gobernador, dejo que su hermano tomara las decisiones y permitió que su gabinete hiciera lo que quisiera, sin exigirles resultados. En lugar de resolver problemas el mandatario se la pasó peleando con todos.
Lastimosamente lo hecho por Cuauhtémoc Blanco no es exclusivo de su administración; Graco Ramírez hizo lo mismo, con la agravante de que convirtió al gobierno estatal en un enorme negocio familiar y permitió que grupos delincuenciales llegaran al estado amparados por su jefe de policía. Casos similares fueron los de Marco Adame Castillo, Sergio Estrada Cajigal y Jorge Carrillo Olea; los últimos cinco gobernadores fracasaron.
La próxima jefa del ejecutivo de Morelos recibirá la herencia de cinco sexenios de terror, caracterizados todos por sus vínculos con el narcotráfico, por altísimos niveles de violencia y múltiples actos delictivos que no pueden entenderse sin la complicidad institucional. En materia económica la historia no es mejor: Sergio Estrada, Marco Adame y Graco Ramírez fueron gobernantes corruptos, se hicieron millonarios con el cargo y lucraron con el dolor de la gente.
La expectativa de que las cosas sean distintas con la primera mujer gobernadora es alta porque es el único cambio que nos hace falta intentar; en los últimos treinta años el morelense le ha dado oportunidad al PRI, al PAN, al PRD y al PES disfrazado de Morena, ya votamos por un militar, por un joven mecánico, por un médico muy religioso, por un político de izquierda y por un futbolista. En todos los casos nos ha ido mal. Ahora elegiremos a una mujer.
Las diferencias entre Margarita González y Lucía Meza son muy pocas: la abanderada de la oposición presume casi treinta años de experiencia, pero su expertise se centra en el terreno legislativo y partidista, no en lo administrativo, es decir, en casi tres décadas Lucía Meza nunca ha trabajado en la administración pública. Caso opuesto es el de Margarita González, quien nunca ha ganado una elección, pero tiene experiencia en los tres niveles de gobierno.
No hay garantía de que la próxima gobernadora resolverá los problemas del estado y siendo sinceros es muy difícil que en el corto plazo logren cambiar el panorama estatal en términos de inseguridad, violencia y desarrollo. No es factible porque para hacerlo se necesitan conjugar muchos factores, empezando por el trabajo coordinado de los tres poderes y la suma de voluntades más allá de las siglas. Actualmente el legislativo y el judicial son coto de políticos y cuota de partidos, por eso tenemos un estado sin ley, sin paz, sin desarrollo y sin moral.
Lo que sí puede cambiar la próxima gobernadora es la manera de ejercer el poder y la forma de relacionarse con la sociedad, actuar con más humildad que los últimos cinco ejecutivos, dejar de lado los odios personales, gobernar para todos y sobre todo no permitir que su familia, amigos o cómplices hagan del gobierno un negocio individual, como ha sucedido en los últimos cuatro sexenios.
Aunque la firmeza de carácter es importante en un gobernante, su capacidad de tolerancia e inclusión pueden ser más importantes en un momento como el que vivimos. Las dos candidatas tienen una personalidad fuerte, las dos toman decisiones solas y las dos tienen claro lo que quieren hacer desde el ejecutivo, pero solo una de ellas es capaz de controlar su carácter.
Los problemas de Morelos no se resolverán con fuerza, ni mucho menos con amenazas; los últimos once años el estado ha sido ring de los políticos, con gobernadores fajadores a los que les encanta pelear con el rival y fueron incapaces de controlar sus impulsos. La virulencia política de Graco Ramírez y la actitud pendenciera de Cuauhtémoc Blanco no resultaron en nada bueno, por el contrario, polarizaron la política y dividieron a la sociedad. Lo que menos necesita Morelos en los siguientes años es una gobernadora peleonera, que busque revancha, que proyecte sus traumas personales o trate de imponer su voluntad a toda costa. La terquedad es pésima consejera.
La apuesta por una mujer es para que la próxima jefa del ejecutivo no actúe como los últimos cinco hombres que han ocupado ese cargo.
· posdata
Dice el exgobernador Sergio Estrada Cajigal que le parecen “exageradas” las medidas impuestas en su contra, es decir, el arraigo domiciliario.
¿Exageradas?
La denuncia por la cual un juez de Quintana Roo ordenó arraigo domiciliario es por haber agredido físicamente a una mujer. ¿Eso le parece un asunto menor?
Igual que cualquier violentador de mujeres Sergio Estrada Cajigal es un personaje impresentable.
El proceso en su contra está avanzando y la denunciante exige que cambien las medidas precautorias: de arraigo domiciliario a cárcel.
Si la queja de la denunciante llega hasta sus últimas consecuencias, Estrada Cajigal podría pasar varios meses o años en la cárcel. Suponiendo que ganara la elección, al estar en arraigo domiciliario no puede tomar protesta y por tanto no tendría fuero; si un juez falla en su contra iría a la cárcel aún habiendo ganado la elección, porque no habría asumido el cargo por estar arraigado.
¿Eso también es exagerado?
· nota
Las agresiones, abusos y violencia han acaparado la atención de las campañas en este 2024; desde los ataques a candidatos hasta las historias turbias de algunos de ellos, lo que ha destacado en este proceso electoral es el doble discurso de los partidos, que por un lado hablan de pacificar el país, unir a la sociedad y salvaguardar la integridad de las personas y por otro ejercen o protegen distintos actos de violencia.
Los últimos días la atención en Morelos se ha centrado en el frente opositor, en donde algunos de sus miembros han sido acusados por agredir a sus parejas; ahí está el caso del exgobernador Sergio Estrada Cajigal, postulado a un distrito federal por el PAN y arraigado en su domicilio por la denuncia de una mujer a la que golpeó.
Una historia más es la de un joven que formó parte del equipo jurídico de la senadora Lucía Meza Guzmán, a quien señalan de agredir de todas las formas posibles a quien hasta hace poco era su pareja sentimental; se trata de Leonardo González Saavedra, quien pretende ser regidor de Emiliano Zapata apoyado por los partidos del Frente Opositor de Morelos.
La dama denunciante dio a conocer que a lo largo de varios años sufrió agresiones verbales y físicas de parte de esta persona, al punto que la amenazó de muerte.
La de Lucía Meza había sido hasta hace un par de semanas una campaña excelsa, prácticamente sin errores y con una tendencia positiva; los golpes recibidos por estos temas sin duda la afectan porque ponen en entredicho su palabra al relacionarla con personas como Leonardo González Saavedra, quien en sus redes sociales presume una gran cercanía con ella y ahora es objeto de una denuncia pública con pruebas de sus agresiones.
Figuras como Leonardo González Saavedra hacen mucho daño a la campaña de Lucía Meza porque se trata de hechos reales, confirmados y denunciados en uno de los temas más dolorosos del momento: la violencia contra las mujeres.
Los violentadores no debían ser postulados ni tomados en cuenta para un espacio público por ningún partido. Está en la ley.
· post it
Lo que parecía definido, dicen, se comienza a complicar. A simple vista parecía que la reelección de José Luis Urióstegui en Cuernavaca era cuestión de trámite luego de que Morena postuló a Alejandra Flores, una dama poco apreciada dentro del morenismo y casi desconocida en el resto de la sociedad capitalina; José Luis, en cambio, es el alcalde en funciones, un abogado prestigiado, reconocido por ser buena persona, pero sumamente cuestionado por el mal trabajo que ha hecho al frente del ayuntamiento.
“La marca es muy fuerte” afirman quienes andan en la campaña de José Luis; la contienda no es contra Alejandra, sino contra Morena y ahí el duelo es muy duro”.
El entorno tampoco ayuda al abogado: la falta de agua ya hizo crisis en la capital y no pasa día sin que ocurra un incidende de violencia o delictivo en Cuernavaca.
Como si lo anterior no fuera suficiente, en el entorno de Urióstegui hay figuras impresentables: los partidos que lo patrocinan, los hermanos Martínez Terrazas, el regidor Fernando Carrillo, Sergio Estrada Cajigal y los priístas que van en su fórmula.
Como persona José Luis es mejor propuesta que Alejandra, pero votar por el abogado implica permitir el regreso de lo peor del PRI, PAN y PRD.
· redes sociales
¿Ya notaron cuántos violentadores hay en esta campaña? De los dos lados.
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