Serpientes y escaleras - Gatica, el primero

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Gatica, el primero

 

El exalcalde capitalino fue sentenciado a dos años de cárcel… ¿Quién sigue?

 

Gatica, el primero

La sentencia impuesta esta semana en contra de Rogelio Sánchez Gatica por el desvío de 154 millones de pesos durante su gestión como presidente municipal de Cuernavaca marca un precedente frente a las acciones ilegales que distintos personajes han cometido en las administraciones públicas. Los magistrados ordenaron dos años de cárcel y un pago por concepto de reparación del daño por 37 millones al exalcalde capitalino; en la lista de corruptos faltan Manuel Agüero, Antonio Villalobos, Jesús Corona, Jazmín Solano… y por supuesto Graco Ramírez.

Ubiquemos a quién fue sentenciado: Rogelio Sánchez Gatica fue magistrado del poder judicial, procurador de justicia de Morelos, secretario de seguridad pública en la capital y alcalde suplente de Cuernavaca; como titular del ayuntamiento el abogado tuvo a su lado a Jorge Arturo Olivares Brito, un personaje que presumía su cercanía con el edil y según él, era su operador político y de negocios.

Los problemas que vivió Rogelio Sánchez Gatica como titular del gobierno municipal no fueron pocos y casi todos estuvieron relacionados con dinero; al abogado le antecedía una larga y respetable carrera jurídica y una vida ordenada, sin sobresaltos ni escándalos, pero como presidente municipal quedó expuesto por sus pocos conocimientos administrativos y su dependencia hacia personajes como Olivares Brito, que abusaron de su confianza y lo llevaron a terrenos peligrosos que hoy le pasan la cuenta.

El litigio por el desvío de recursos públicos del municipio fue largo y aparentemente habría llegado a su fin el 28 de abril del año pasado cuando un tribunal de enjuiciamiento absolvió a Sánchez Gatica de las acusaciones y solo consideró culpable del delito a Ana Gabriela Domínguez, quien durante ese trienio fungió como tesorera; ante este fallo la fiscalía promovió un recurso que el martes pasado fue resuelto por los magistrados Rafael Brito y Bertha Rendón, quienes cambiaron el fallo y determinaron que el expresidente municipal sí es culpable del desvío y merecedor de una pena corporal de dos años (cárcel) y el pago de 37 millones de pesos por concepto de reparación del daño.

La sentencia de los magistrados del tribunal superior de justicia de Morelos debe verse más allá del delito que se le adjudica al exedil, porque sienta un precedente que debe aplicar para las demás autoridades que han sido acusadas de infracciones iguales o mayores que esta; viendo lo juzgado, la falta cometida por Rogelio Sánchez Gatica parece menor a las que otros alcaldes han cometido en los últimos años, incluso observándolo de manera personal, humana, el caso del expresidente municipal capitalino es llamativo porque hablamos de un hombre al que muchos considerábamos decente y a quien desde hace varias décadas se le trata con respeto.

Veamos la actuación del exalcalde Gatica en contraste lo que hizo el expresidente municipal de Jiutepec Manuel Agüero, un tipo al cual han demandado por diversos delitos entre los que sobresale el uso ilegal del dinero recaudado de manera anticipada por concepto de predial, las grúas que manejaba su familia, los inmuebles que le rentaba al ayuntamiento y la obra pública que se asignaba de manera directa a sus amigos e incondicionales, empezando por Antonio Albarrán, su constructor de cabecera que, además, por unos meses fungió alcalde suplente y a quien muchos dentro del ayuntamiento señalaban como el hombre de los negocios del graquista.

Esas mismas historias se han repetido desde hace tiempo en muchos municipios del estado, los casos más escandalosos están en los municipios más grandes, donde se manejan más recursos, pero eso no ha sido limitante para que en algunas administraciones pequeñas se cometan los mismos abusos, en menor proporción, pero causando el mismo daño a las finanzas públicas. Muchos presidentes municipales han librado el brazo de la ley y evadido la justicia porque en el poder judicial nunca había aparecido alguien que les pusiera un alto. Hasta ahora.

Los tres casos más escandalosos en los últimos años están en las administraciones pasadas de Cuernavaca, Cuautla y Temixco; en los tres ayuntamientos fue evidente el abuso de los titulares y el mal uso del dinero público. Siempre ante las críticas había una respuesta cínica de parte de los ediles que se sabían protegidos un manto de impunidad, lo que además del daño patrimonial representaba una burla para todos los ciudadanos.

La sanción impuesta al exalcalde Rogelio Sánchez Gatica tiene que ser la primera de más acciones que las autoridades judiciales impongan a malos funcionarios, a personas que han abusado del cargo, que hicieron mal uso de los recursos públicos, que violaron la ley y que hasta ahora se pasean tranquilos por la calle; esos ladrones deben ser llamados a cuentas y como en el caso del exalcalde de Cuernavaca, obligados a resarcir el daño.

Rogelio Sánchez Gatica es un buen hombre, es un buen abogado, pero descuidó el manejo de la administración municipal, permitió que otros personajes tomaran decisiones por él y hoy paga las consecuencias. Los casos de Antonio Villalobos, Jesús Corona, Jazmín Solano y Manuel Agüero, solo por mencionar algunos, son diferentes: estos presidentes municipales actuaron con dolo, a sabiendas del daño que provocaban a sus municipios y sin miedo a la ley porque se sabían protegidos por la impunidad.

La pena impuesta al expresidente Rogelio Sánchez Gatica está apegada a derecho, es ejemplar y debe marcar un antes y un después en el proceso de impartición de justicia en Morelos; tras analizar nuevamente el caso los magistrados determinaron que el exalcalde es penalmente responsable del delito de peculado, por lo que se le sentenció a dos años de prisión y el pago de 37 millones de pesos como medida resarcitoria, mismos que deberán ser cubiertos por él y su extesorera.

Si a un hombre decente que cometió un error en el manejo de la administración municipal lo han castigado de manera ejemplar, lo menos que debemos esperar los ciudadanos es que los magistrados midan con la misma vara a todos aquellos que se encuentran en la misma condición, con el agravante de que sus desvíos son mayores, se hicieron de manera insolente y causado grandes daños a las comunidades y a sus habitantes.

La única manera que existe de que la justicia no llegue es que los jueces y los alcaldes en funciones los protejan.

  • posdata

Las derivaciones sociales y políticas que han seguido al colapso del puente colgante del paseo ribereño obligan al gobierno capitalino y a su titular a hacer un alto en el camino para frenar el desgaste y atender de manera correcta la crisis. Este accidente mostró las carencias del equipo municipal y la urgencia de que el ayuntamiento se prepare para afrontar las contingencias que se les presenten.

En una semana el alcalde José Luis Urióstegui pasó de víctima a cómplice y ello es resultado de la manera como el ayuntamiento atendió el problema; el presidente municipal no es de ninguna forma el culpable del colapso del puente: la obra fue realizada por el gobierno de Graco Ramírez y los trabajos de mantenimiento correspondían al gobierno de Antonio Villalobos. Pero el ayuntamiento no ha sido capaz de aclarar esto.

Habría que entender algo: el alcalde y su esposa resultaron heridos en el percance, se entiende que en esta condición José Luis Urióstegui no estuviera totalmente consciente de lo ocurrido y trastabillara en sus primeras declaraciones, pero las demás áreas de su administración, empezando por la oficina de comunicación social, debieron reaccionar de inmediato y no lo hicieron.

Este hecho es grave, pero seguramente no será la única crisis que esta administración enfrentará a lo largo del trienio; la capital morelense es una ciudad compleja donde todo el tiempo ocurren cosas y por ello es fundamental que el gobierno municipal tenga un equipo de estrategia, análisis y control de crisis que ayude al presidente municipal.

José Luis Urióstegui es un buen hombre, es un funcionario honesto y cabal al que le tocó gobernar Cuernavaca en uno de los momentos más difíciles de su historia: sin dinero, con altos niveles de inseguridad y presionado por un partido político y una tripleta de hermanos que solo estorban.

Cuidar al alcalde José Luis Urióstegui debe ser una tarea de todos, porque su figura y su historia personal contrastan con la de alcaldes anteriores que solo causaron daño a la ciudad y abusaron del cargo en perjuicio de los habitantes. Se vale cuestionar la capacidad de respuesta del ayuntamiento por el mal manejo que han tenido frente a la crisis del paseo ribereño, pero no podemos ni debemos perder de vista que la culpa de este accidente no es del gobierno actual y el alcalde es una víctima de los hechos.

El fallo que vemos es de estrategia, pero en ningún momento nos debe hacer dudar de la integridad y honestidad del alcalde.

  • nota

Finalmente los diputados lograron un punto de encuentro que pusiera fin a la parálisis legislativa que prevalecía desde hace siete meses; esta semana las integrantes del G8, empezando por la diputada Paola Cruz, retomaron las presidencias de sus comisiones y con ello superaron un episodio que los daño a todos.

Hacia adelante, esperemos, la agenda parlamentaria deberá enfocarse a solventar los temas pendientes de la agenda del congreso, pero particularmente a recuperar la imagen dañada por los desencuentros internos y al cambio de actitud individual de algunos legisladores; figuras como Francisco Sánchez y Agustín Alonso, reconocidos por su buen desempeño como presidentes municipales, deben ser los más interesados en el cambio de narrativa.

Políticamente hablando el congreso debe ir más allá de la representación política y popular del estado, tienen que ser un contrapeso en el ejercicio del poder, pero en función del beneficio del estado, no de los intereses partidistas o las revanchas personales. Lamentablemente por el actuar de algunos diputados de las últimas legislaturas esto no ha sido así, por el contrario, lo que hemos visto es que una tras otra las legislaturas se han convertido en espacios donde se disputa el poder y los beneficios económicos individuales sin contemplar las necesidades del estado.

El reto de la 55 Legislatura empieza con los acuerdos internos, pero debe llegar hasta la concepción de un poder respetable por su trabajo y comportamiento.

  • post it

Lo que está sucediendo en el municipio indígena de Xoxocotla es delicado, no solo se trata de la inconformidad ciudadana frente a una administración municipal, detrás de todo esto, comentan, existen los intereses de algunos grupos criminales que tratan de apropiarse de la zona para operar con impunidad.

En dos meses ese municipio vio como su presidente municipal electo fue ejecutado y luego de la misma manera asesinaron al secretario del ayuntamiento, ambos hechos lamentables y los dos enmarcados por un clima de violencia que afecta a todos los habitantes de esa población.

Ahora que una autoridad judicial ha fallado respecto a quién debe presidir el ayuntamiento otro grupo ha expresado su inconformidad y amenaza con llevar su molestia a otros niveles. En Xoxocotla las autoridades del estado tienen un foco rojo que debe ser atendido desde varios ángulos: político, social y de seguridad.

Qué bueno que ya hay un nuevo secretario de gobierno en Morelos, el anterior habría dejado que los problemas continuaran hasta que se resolvieran solos… o no quedara nadie vivo para reclamar.

  • redes sociales

¿De qué le ha servido a José Luis Urióstegui tener a su lado a los hermanos Martínez Terrazas? Vamos ¿De qué le sirve a la ciudad que tres vividores políticos acaparen gran parte de la operación del ayuntamiento, protejan a incompetentes y lucren con los recursos de la Cuernavaca?

Cuando una institución tiene más de una cabeza es un monstruo.

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