Secreto a voces - El catolicismo y Francisco
En opinión de Rafael Alfaro Izarraraz

La expansión del catolicismo en el mundo occidental tiene que ver con la época del imperio romano, pues se convierte, el catolicismo, en su heredero involuntario una vez que Roma es incapaz de gobernar los vastos territorios conquistados. Para que eso ocurriera es preciso contemplar el contexto en el que ocurre su nacimiento, evolución y consolidación del cristianismo, antes o durante el fin de la era pagana dentro en el contexto histórico imperial. El punto que llevó al catolicismo a ocupar un lugar destacado dentro del imperio (el siglo III ya de la era cristiana) fue el origen de sus ideas disruptivas con respecto al judaísmo aristocrático, el paganismo y la crisis del modelo imperial de vida.
El cristianismo fue una corriente anticlimática pues afirmó, contra el imperio, que Dios era la única autoridad a la que mujeres y hombres deberían someterse, cuestionando la regla de poder dentro del imperio romano, cuya figura emblemática y todopoderosa era el emperador. Contradecía las creencias de los judíos en torno a la venida del Mesías pues Jesús se autoproclamaba la encarnación de aquella antigua creencia. Como resultó lógico, los creyentes del Torá rechazaron de manera tajante la idea de identificar a Jesús con el Mesías. Otro factor, es que para Jesús los pecadores (una prostituta, por ejemplo) estaban más cerca de la salvación de sus almas comparado con los ricos, los mercaderes o poderosos personajes con poder terrenal. Qué lejos están las iglesias de ese patrimonio espiritual.
En ese sentido, Jesús, era una anomalía dentro del contexto histórico en que vivió, en una región sumamente conflictiva porque ahí cohabitaban tribus judías (saduceos, fariseos, esenios) que mantenían divergencias entre ellos y no eran de matices sino profundas en términos de la práctica de las creencias religiosas. Jesús, sus enseñanzas, no eran bien recibidas ni por el imperio romano ni por los otros grupos de origen judío o paganos, egipcios, sirios, que también habitaban ciudades como Jerusalén. En aquellos tiempos realmente para el imperio romano el cristianismo no tenía gran relevancia, salvo que los romanos tenían la responsabilidad de mantener bajo control a las poblaciones de estas lejanas tierras y las divergencias religiosas eran motivo de tensión.
Los judíos eran un grupo más destacado que los seguidores de Cristo. Tenían, los judíos, influencia y poder dentro del imperio romano lo cual no significa que hayan sido excluidos de crueles persecuciones. Los judíos se encontraban dispersos por grupos en diferentes ciudades del imperio romano y en la misma capital del imperio, Roma. Demandaban poder de las ciudades en donde habitaban y se le concedía a pesar de su procedencia no romana, a pesar del descontento de la población romana. Gozaban de ciertos privilegios debido a la costumbre de acumular fortunas asociadas con la actividad comercial de la que se beneficiaban la autoridad imperial. Como grupos aristocráticos (los fariseos) controlaban el poder del mundo judaico.
Son los poderosos quienes deciden condenar a Jesús a la crucifixión. La autoridad judía, que residía en la persona de Caifás, acusa a Jesús de sedicioso que se consideraba una conducta por la que podrían imponerles la pena de muerte. Los judíos, la aristocracia judía, no querían a Jesús porque cuestionaba su modo de vida y la legitimidad de sus creencias. La gota que derramó el vaso fue que Jesús decidió acudir al festejo de las pascuas (que reunía a más de cien mil visitantes más 80 mil de los habitantes de Jerusalén) que aglutinaba a la mayoría judía de aquellos tiempos. Montado en un asno que simboliza un animal de los pobres contrariamente al caballo que era parte de la cultura de transporte de los ricos y de la población romana con cuyos cuadrúpedos se integraba a las temibles legiones imperiales. Fue vitoreado por la población, lo que causó estupor y molestia entre los poderosos.
Lo que provocó el odio de los mercaderes judíos fue que Jesús los expulsó del Templo centro de actividades espirituales, del comercio, contribuciones y valor de las monedas que aglutinaba hasta 10 mil personas. La autoridad imperial permitía que en algunas regiones el poder se compartiera con la población local y sus representantes quienes se encargaban de acumular y concentrar el tributo que enviaban a la autoridad imperial. Todas las actividades que en la época moderna se concentran en diferentes instituciones, en Jerusalén, el Templo concentraba todo. Si entendemos que por el tiempo de las pascuas llevaban actividades censitarias para concentrar el pago del tributo, lo que ocasionaba disgusto entre la población judía que mantenía aparte del tributo a una pesada casta de sacerdotes que eran parte de la aristocracia judía. Faltaba una mecha que activara un incendio y la presencia de Jesús en las pascuas así como la expulsión de los mercaderes despertó temores.
La historia de la crucifixión de Jesús no la vamos reproducir porque es bastante conocida, únicamente insistimos en que a Jesús lo condenaron a muerte la aristocracia judía pero que, limitada por las normas romanas, tuvieron que trasladar el juicio a los tribunales del imperio para ejecutar su infamia de quien pregonaba el “amar los unos a los otros”, en una sociedad dividida y asumida como aquella en donde únicamente había dos grupos sociales los esclavos y no esclavos que se asumía como algo natural y no producto social. Vamos a otro momento clave del cristianismo, el proceso que llevó al popular cristianismo a convertirse en una empresa colonial al servicio de los imperios coloniales, a la era católica que, aunque de origen cristiano, se alejó de sus bases y se asimiló a la vida de las clases altas.
Los cristianos poco a poco fueron creciendo dentro de los límites del imperio romano, pero su influencia se reflejó hacia el occidente y menos al oriente. El oriente, desde tiempos llamados de las grandes civilizaciones, siempre fue hasta el siglo XVI una región cultural y económicamente muy importante, lo que ahora son China, la India, la región mesopotámica, Egipto. La parte oriental del mediterráneo fue siempre prospera. El occidente, era centro de poblaciones bárbaras, así calificadas por los griegos y romanos con los que más tarde formaron una misma unidad cultural. La relativa debilidad cultural y “pobreza” representó para el cristianismo una veta que poco a poco se fue ensanchando por ser un espacio relativamente “vacío” a diferencia de las importantes culturas y creencias religiosas de lo que ahora son China y la India.
El punto de inflexión del crecimiento del cristianismo debido a su organización, también fue la conversión del emperador Constantino al cristianismo y quien puso fin a las persecuciones de cristianos y la convierte, poco a poco, en religión de Estado. A tal grado que algunos emperadores toman la opinión de los sacerdotes del cristianismo para elegir a los emperadores. Ellos mismos son el poder imperial. En el año 325 se lleva a cabo el Concilio de Nicea, convocado por Constantino, con el fin de que dos corrientes, la representada por Arrio y Alejandro de Alejandría, llegaran a acuerdos acerca de cómo organizar a la población católica. A partir de esta fecha se consolidan textos que serán para el futuro la fuente de inspiración cristiana, en la que se recupera el espíritu cristiano pero adaptado a los intereses del poder imperial.
Con el fin del imperio romano, en el siglo V después de la era cristiana, la vida espiritual de occidente queda en manos de la Iglesia católica con sede en Roma. La compenetración entre la Iglesia y los pueblos de Occidente y las naciones que surgieron en la era postromana (conocida como el medioevo europeo) fue única. La empresa colonial que desarrollaron las naciones europeas después de el arribo de los españoles a las islas de Mar Caribe, marca un punto en el que el cristianismo vive una era de expansión similar a la que vivieron cuando conquistaron las almas del occidente. Infelizmente, los representantes de la Iglesia que acompañaron la empresa colonial no tuvieron, salvo excepciones, ningún rasgo de las enseñanzas cristinas de Jesús. Fueron cómplices de todo lo ocurrido en lo que sería el continente americano. Únicamente el papa Francisco, recientemente fallecido, se atrevió a pedir perdón a los pueblos precolombinos por aquellas acciones inhumanas. El problema es que Francisco ha dejado las estructuras de la Iglesia intactas.
La Iglesia católica de hoy se parece más a la aristocracia judía de los tiempos de Jesús.