Repensando sobre los fuegos artificiales en la época decembrina.
En opinión de Gabriela de la Mora y Georgina Isabel Campos Cortés

En la temporada decembrina es común que disfrutemos, utilicemos o a veces aunque no nos gusten, seamos parte de una celebración en la que las luces, los colores, el humo y el ruido inunden nuestros entornos. En México, la pirotecnia es parte de nuestras tradiciones, además que para muchas familias esta actividad económica artesanal es un sustento importante. Sin embargo, sabemos que su uso conlleva riesgos en términos de salud, por exposición a los mismos, además de generar contaminación sonora y del aire. Y es que los fuertes ruidos pueden causar daños auditivos a largo plazo, mientras que los residuos de los fuegos artificiales liberan partículas tóxicas al aire, afectando a niños, personas con problemas respiratorios o cardiovasculares, como los ancianos y personas con enfermedades preexistentes.
No se niega que son vistosos y atractivos los colores y el contraste de la explosión de luces en un entorno nocturno, volviendo mágicos los momentos que se celebran. Es por ello que en nuestro país y en muchas otras culturas, se utilizan en múltiples y diversas celebraciones religiosas, culturales, familiares, deportivas, etcétera.
En general se suelen utilizar en eventos especiales colectivos, generalmente de carácter masivo, que además resultan agradables no sólo para quienes forman parte directamente de esas celebraciones, sino todo aquel que tiene la posibilidad de vislumbrar en el cielo las luces artificiales en el horizonte. Pero quizá esa magia de luces y colores que se esparcen en la oscuridad en el firmamento, no siempre es saludable y agradable para todas las personas y los entornos, ya que el fuerte sonido de las detonaciones puede generar alteraciones a algunos seres vivos (humanos y no humanos) además de la emisión temporal de partículas contaminantes y tóxicas que se suman a los contaminantes ambientales que ya de por sí respiramos en las ciudades, como resultado de la combustión de automotores y de otras actividades humanas, la generación de compuestos orgánicos volátiles, entre otros.
Además de los riesgos que tiene para la salud respirar los humos cuando se está expuesto a ellos sobre todo en la época invernal, en las que se presenta el fenómeno de la inversión térmica. Durante el invierno, la falta de radiación solar en el suelo enfría más rápido el aire, provocando una franja de aire frío inmóvil debajo de otras capas más calientes; a este fenómeno se le conoce como inversión térmica. El problema con las inversiones térmicas es que durante el invierno y mientras el sol no caliente las capas de aire frío, provoca que las diferentes capas no se mezclen, haciendo que la contaminación se concentre en las capas atmosféricas más cercanas al suelo y por lo tanto esto implica que el aire que respiramos tenga mayores concentraciones de contaminantes.
De ahí que, el tema de la pirotecnia en épocas decembrinas y la combustión que se produce por fogatas, se convierte en un asunto de salud pública, ya que, aunque no lo queramos, todos los habitantes de la ciudad podemos estar expuestos a la contaminación que esto produce y por lo tanto, padecer algunos efectos en nuestra salud.
Se insiste sobre todo en la necesidad de proteger a personas más vulnerables como son niños, adultos mayores y personas con enfermedades respiratorias, cardiovasculares y con síndromes específicos. Existen investigaciones que han probado que el uso de la pirotecnia contamina con metales, además de contribuir a la concentración de partículas suspendidas (PM10 y PM 2.5), monóxido de nitrógeno, dioxido de nitrógeno, ozono, monóxido de carbono y dióxido de azufre, conocidos como contaminantes criterio, entre otros. En el caso de la exposición aguda al dióxido de nitrógeno puede incrementar las enfermedades respiratorias, especialmente en niños y personas asmáticas. La exposición crónica a este contaminante puede disminuir las defensas contra las infecciones respiratorias. En cuanto a la exposición al ozono en altas concentraciones puede afectar el sistema respiratorio y causar irritación, tos, dolor de garganta y sensación incómoda en el pecho. Es el principal compuesto químico en el smog y puede agravar el asma, inflamar y dañar las células que recubren los pulmones. Respecto al dióxido de azufre, respirarlo puede irritar la nariz, garganta y pulmones; y se forma principalmente por la quema de combustibles fósiles, entre otras actividades industriales. El monóxido de nitrógeno es producido por la quema incompleta de combustibles, principalmente por la emisión de los automóviles, puede ocasionar una deficiencia de oxígeno en las células y los tejidos y las particulas suspendidas menores a 10 micrómetros son conocidas como partículas inhalables, y las de 2.5 micrómetros son conocidas como respirables. Sus fuentes son los automóviles, por ejemplo, el humo oscuro que se observa en los escapes de los coches y camiones, el polvo de las calles e incendios. Su exposición se asocia a la reducción de la función pulmonar, el agravamiento del asma y las muertes prematuras por afecciones respiratorias. También se sugiere que las partículas contribuyen a enfermedades crónicas del sistema nervioso central, síndrome metabólico y disfunciones renales.
De igual manera se tiene información científica en países como China e India donde tienen lugar importante festividades en las que se utilizan los juegos pirotecnicos. En ellos se describe que su uso tiene efectos en el ambiente y la salud humana, en concreto por la presencia de perclorato en cuerpos de agua, que puede ser un importante disruptor endocrino que afecta el funcionamiento de la tiroides. Robles González y colaboradores (2017) mencionan que en México no existen estadísticas oficiales sobre la producción y venta de pirotecnia, además que no existe un control sobre la composición de la misma para evitar el uso de metales como plomo, manganeso, arsénico, cromo y niquel que pueden ser tóxicos para la salud de las personas y el entorno natural.
Pensando en nuestros fieles compañeros, estos que tienen una sensibilidad auditiva mucho más aguda que la de los seres humanos y, es que los fuegos artificiales emiten sonidos de hasta 120 decibeles, lo que puede resultar en daños auditivos a corto y largo plazo en las mascotas, además de que el estruendo repentino les provoca ansiedad y miedo generando alteración y trastornos en el comportamiento.
Lo cierto es que el uso de la pirotecnia afecta la seguridad pública, además de los accidentes, quemaduras y hasta incendios provocados por el uso irresponsable. Las autoridades reportan cada año un incremento en las llamadas de emergencia relacionadas con accidentes de pirotecnia, que van desde quemaduras hasta incendios provocados por fuegos artificiales mal manejados.
¿Sería posible repensar nuestra festividades disfrutando de una noche observando la luna y compartiendo con nuestros seres queridos y mascotas en un entorno sin alteración auditiva y mucho menos sin contaminación ambiental?
Lo común en estas fiestas es el descanso, el encuentro y convivencia acompañados de deseos de abundancia y paz. La propuesta consecuente es aquí entre nos, respetando el derecho ajeno a la tranquilidad.
Referencias
Robles Gonzalez, I. V., Reyna Velarde, R., Guerrero Barajas, C., Robles González, V. S., & Ordaz, A. (2017). La quema masiva de pirotecnia: Un espectáculo que contamina. Revista bio ciencias (Nayarit, Méx.), 4(5), 1-18. DOI http://dx.doi.org/10.15741/revbio.04.05.01
Mercado, N. A. C. (2020). La pirotecnia, arte o amenaza contra la vida. Revista de Identidad Universitaria, 1(11), 5-7.
Programa de Gestión para Mejorar la Calidad del Aire de la Zona Metropolitana del Valle de México (ProAire ZMVM 2021- 2030). SEDEMA, SMAGEM, SEMARNATH y SEMARNAT. Ciudad de México. Diciembre, 2021.