De voz en voz - ¿Dónde está Maylin? ¿Dónde está la justicia?
En opinión de Tania Jasso Blancas

En Morelos, una joven desapareció. Pero no es solo una joven. Es Andrea Maylín Chino Ramos. Es una sobreviviente. Es una mujer que alzó la voz. Y hoy, no sabemos dónde está.
Maylin tiene 22 años. A los 17 sobrevivió a un intento de feminicidio y a una violación agravada. Su agresor: Leonardo Emilio N. Un nombre que no debería volver a pisar las calles, pero que, por decisión de un tribunal, podría estar libre. El juez Job López Maldonado había dictado una condena de 39 años. Pero luego, de forma insólita, la sentencia fue revocada el 27 de noviembre de 2024. ¿Por qué? Porque se ordenó la reposición del juicio. ¿Justicia o simulacro?
La historia no es sencilla, pero sí brutalmente clara: Maylin hizo todo lo que supuestamente se espera de una víctima. Denunció. Aportó pruebas. Sobrevivió. No se quedó callada. Incluso usó redes sociales para denunciar que temía por su vida, para que, si algo le pasaba, el país supiera que no fue un accidente. Que fue el sistema. Que fue el silencio.
En sus propias palabras, temía ser revictimizada por las omisiones de un sistema judicial que la había traicionado más de una vez. Y tenía razón. Hoy está desaparecida desde el 20 de junio de 2025. Vista por última vez en Yautepec, Morelos. ¿Coincidencia? ¿Destino? No. Es impunidad.
Su pareja sentimental dice que ella salió de madrugada, sin celular, sin ropa, sin avisar. Que dejó a su hija de año y medio. Que se fue y ya. ¿Y por qué tardó tres días en notificarlo? Porque, según él, se le murió un caballo. ¿Una mujer desaparecida pesa menos que un animal muerto?
La Fiscalía hizo un cateo. Nada. Se revisó el terreno donde se enterró al caballo. Nada. La familia busca. Nada. Los colectivos marchan. Nada. El Estado promete justicia. Pero a Maylin, no la protegieron cuando más lo necesitaba.
Y aquí es donde el discurso se rompe. En 2024, Margarita González Saravia —entonces candidata, hoy gobernadora— firmó la Agenda Feminista Estatal junto con activistas de colectivos como Las de Violeta, Acciona y Divulvadoras. Afirmó que habría “cero tolerancia” con los agresores de mujeres. ¿Dónde está esa promesa ahora? ¿Dónde está la gobernadora hoy que Maylin está desaparecida y que su agresor tuvo la oportunidad de evadir una sentencia por intento de feminicidio?
¿Qué pasó con esa agenda feminista? ¿Era solo papel mojado? ¿Una foto para la campaña? ¿Una promesa vacía?
A Maylin la dejó sola el sistema. La dejaron sola los jueces, la fiscalía, el defensor de su agresor —quien, por cierto, ahora es magistrado—, y una estructura completa que debería estar para defender a mujeres como ella. Ella lo dijo con claridad: “Si algo me pasa, no solo será culpa de Leonardo Emilio, sino de todo el sistema de justicia del estado de Morelos”.
¿Y saben qué es lo más doloroso de todo esto? Que tenía razón.
En Morelos, como en muchas otras partes del país, la justicia no llega a tiempo. Llega, cuando llega, con marcha, con pancarta, con presión pública. Pero no llega por voluntad. No llega por oficio. No llega porque el Estado tenga como prioridad la vida de las mujeres. Llega —si acaso— cuando ya hay una víctima menos.
Maylin no solo cargó con el trauma de una agresión brutal. También tuvo que defenderse de un aparato que, en vez de protegerla, la hizo mendigar justicia. Su caso expone todo lo que está roto: la falta de perspectiva de género en los juzgados, la indiferencia institucional, el cinismo con el que se trata a las mujeres que denuncian.
Y mientras tanto, ¿quién cuida a su hija? Una niña de año y medio, hoy bajo la custodia de sus abuelos maternos. ¿Qué explicaciones se le darán cuando crezca? ¿Cómo se le contará que su madre luchó, denunció y aun así desapareció?
A las autoridades, les queda una sola opción: actuar. De verdad. No con comunicados vacíos ni cateos para la foto. Tienen que encontrar a Maylin. Tienen que explicar por qué un juicio por tentativa de feminicidio fue revocado. Tienen que responder por qué no hubo medidas de protección efectivas. Tienen que decirnos qué están haciendo hoy para proteger a las mujeres morelenses.
Y a quienes firmaron esa agenda feminista: es hora de rendir cuentas. No ante los medios. No ante los votantes. Sino ante las mujeres que creyeron en sus palabras. Ante las madres que hoy cuidan a sus hijas con miedo. Ante las jóvenes que piensan dos veces antes de denunciar. Ante las palabras de Maylin, de quien esperamos no se convierta en estadística.
La desaparición de Andrea Maylín Chino Ramos no es un caso aislado. Es un síntoma de un Estado que falla. De un sistema judicial que prefiere proteger a los agresores. De un país que sigue sin entender que la violencia contra las mujeres no se combate con discursos, sino con acciones firmes, sostenidas y valientes.
Hoy, lo mínimo que podemos hacer es exigir justicia. Pero también recordar que la justicia no es solo encontrar a Maylin. Es garantizar que ninguna otra joven en Morelos tenga que suplicar por su vida, que ninguna otra niña tenga que crecer sin su madre por culpa de un sistema indiferente.
Proteger a las mujeres no puede seguir siendo una promesa de campaña. Es una urgencia. Es una deuda. Es un deber. Morelos no necesita más discursos, necesita mecanismos reales de prevención, de protección y de justicia. Porque si el Estado no puede cuidar a Maylin, ¿a quién está cuidando?