Repaso - Maestros ameritados en Morelos: Una evocación

En opinión de Carlos Gallardo Sánchez

Repaso - Maestros ameritados en Morelos: Una evocación

Hace unos días, Gabriela Bañón Estrada, secretaria general de la Sección 19 del SNTE, inauguró en la sede sindical, junto con algunos invitados especiales y los integrantes de su comité directivo estatal, la Sala de los Maestros Morelenses Ilustres. La idea me parece buena, aunque falta por definir o informar cuáles serían los criterios para darle el carácter de ilustres a quienes resulten así valorados.

 

Recuerdo una iniciativa cuyo principal objetivo fue valorar el desempeño de algunos docentes en su labor cotidiana en el aula, a partir de tomas de opinión que causaron cierta controversia, porque para eso se convocó principalmente a miembros de las comunidades escolares, principalmente padres de familia.

 

La impulsora de ese tipo de reconocimiento fue la entonces presidenta de la Asociación Nacional de Padres de Familia, Pilar Casado de Gil. En su currículo se destaca la siguiente:

 

“Fue nombrada presidenta y directora general del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) durante los últimos años de la administración del doctor Lauro Ortega Martínez {...} Como presidenta de la Asociación Estatal de Padres de Familia de Morelos, ocupó diversos cargos en la directiva de la Asociación Nacional de Padres de Familia (ANPAF), de cuya presidencia se hizo cargo en diciembre de 1998.”

 

Ya estando en esas funciones fue que impulsó en todo el país el reconocimiento antes referido. En Morelos la titular de la Asociación Estatal de Padres de Familia, Alma América Rivera de Murillo, asumió con mucho empeño el proyecto y, hasta donde estoy enterado, logró que en cada zona escolar de los niveles de educación básica resultaran seleccionados uno o dos docentes, así como otros que, siendo directores o jefes de enseñanza, también fueron tomados en cuenta.

 

Sin embargo, repito, el criterio principal consistió en valorar su desempeño cotidiano, a partir del impacto positivo que tenían en el ánimo de integrantes de las diversas comunidades educativas, principalmente padres de familia. Me parece que poco se atendió a los años de antigüedad, los estudios profesionales realizados o los cargos directivos desempeñados. Se trataba de valorar, por decirlo coloquialmente, la talacha pedagógica del día a día, en donde seguramente se consideró el cumplimento, la dedicación para estar al tanto de los alumnos bajo su tutela y la disposición demostrada en su relación con los tutores de los niños. 

 

Hasta donde recuerdo, el proyecto tuvo buen desenlace. En el estado, la ceremonia de reconocimiento tuvo lugar en el Teatro de la Ciudad, a donde acudieron, entre otros, el entonces gobernador Antonio Riva Palacio López, el secretario local de educación, Jaime Arau Granda y el director general del IEBEM, Francisco Argüelles Vargas, así como Pilar Casado de Gil y Alma América Rivera de Murillo. En fechas posteriores hubo una ceremonia similar en el Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México, a la que asistieron docentes provenientes de toda la república.

 

Infortunadamente esa iniciativa no tuvo continuidad, seguramente por el desinterés de las siguientes administraciones gubernamentales, los correspondientes funcionarios colocados en el sector educativo y las representaciones de padres de familia que han venido sucediéndose sin pena ni gloria. 

 

Sirva la anterior evocación para interpretar la función de los docentes en las escuelas dispersadas por toda nuestra entidad, sobre todo cuando cumplen con las expectativas de las comunidades. Es en esos escenarios de orgullo y compromiso, en los que debe concebirse a las profesoras y los profesores, como promotores de un patrimonio cultural de inmedible valor social, y de identidad hacia esa noble tarea. No se trataría solamente de jugar a la feria de las vanidades y conformarse con reconocer en lo individual la trayectoria de algunos maestros sobresalientes, sino contextualizar esos actos y esas trayectorias como una aportación hacia la sociedad y hacia los mismos maestros.

 

Así pues, las expectativas acerca de la Sala de los Maestros Morelenses Ilustres considero que deben ser altas, como para que de allí se generen otros proyectos con la misma intencionalidad de revalorar la labor tesonera y profesional de muchos profesionales de la enseñanza en Morelos.

 

De refilón

 

¿Qué es de Alma América Rivera de Murillo? Espero que el tiempo me permita verla personalmente y saludarla con afecto. 

 

E mail: profechon@hotmail.com.