La diversidad como agravante.
En opinión de Aura Hernández
(…) qué placer puede producirme, habiendo muerto Patroclo, el fiel amigo a quien apreciaba sobre todos los compañeros y tanto como a mi propia cabeza? Lo he perdido, y Héctor, después de matarlo, le despojó de las armas prodigiosas, encanto de la vista, magníficas, que los dioses regalaron a Peleo, como espléndido presente, el día en que lo colocaron en el tálamo de un hombre mortal (…)
Aquiles sobre Patroclo en La Ilíada
De acuerdo con un estudio realizado por el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) en 2013 sobre el diagnóstico agresiones de odio motivados por orientación sexual y la identidad de género, los crímenes de odio contra integrantes de la diversidad sexual tienen, entre otras varias de las siguientes características:
Han sido cometidos con conocimiento previo, por parte del agresor, de la orientación sexual o identidad de género de su víctima; han implicado el ejercicio de agresión o violencia (psicológica, física o sexual) con la intención de lesionar derechos, causar daño físico o psíquico y/o castigar y; la motivación de la persona perpetradora ha sido la intolerancia, el rechazo, el desprecio o el odio hacia la orientación o identidad de género asumida de la persona lesionada.
Según este mismo estudio, el término “crimen de odio” nace en Estados Unidos en 1985 cuando el FBI, tuvo que investigar una oleada de crímenes que tenían connotaciones de índole racial, étnico y hasta nacionalistas.
De acuerdo con el concepto del FBI recogido en el estudio de Cejil, “un crimen de odio, también conocido como crimen por prejuicio, es una ofensa criminal cometida contra una persona, propiedad o comunidad, la cual es motivada, completa o parcialmente, por el prejuicio del infractor en contra de una raza, religión, discapacidad, orientación sexual, etnia u origen nacional”
La semana pasada en Morelos tuvimos noticias de un crimen de odio contra la comunidad de la diversidad sexual en el estado. Javier Eduardo un joven integrante de ese colectivo fue encontrado asesinado en Acapantzingo con signos de violencia física, y algunas partes de su cuerpo calcinadas y con un letrero en un cartón junto rastros de lo que pareciera ser bandera de la diversidad.
La familia de José Eduardo reportó su desaparición desde el pasado 22 de agosto y lo encontró hasta el día 25, lo que generó protestas por parte de agrupaciones y colectivos que se manifestaron públicamente frente a la sede de Palacio de Gobierno de Cuernavaca, en las redes sociales y en medios de comunicación para protestar por lo que consideraron como un crimen de odio.
Jaime López Vela, integrante de la Secretaría Nacional de la Diversidad Sexual declaró a medios de comunicación, que México es el segundo país donde se cometen el mayor número de crímenes en contra de los integrantes de la comunidad lésbico, gay, bisexual, transexual, transgénero, travesti e intersexual (Lgbttti), y difícilmente se podría terminar con esta violencia porque no hay leyes que castiguen a los culpables, ni programas de atención para acabar con la discriminación.
A no ser por el activismo de los colectivos, este hecho hubiera pasado desapercibido y confinado a la sección policiaca de algunos medios de comunicación, como de hecho lo estaba, lo que pone en evidencia la intolerancia, el rechazo y la discriminación que padece este grupo por parte de una buena parte de la sociedad mexicana.
Ejemplo de discriminación las declaraciones de los jerarcas católicos, según las cuales la epidemia de Covid es una sacudida por los pecados como la homosexualidad o el aborto, como lo es también la negativa de los integrantes de la legislatura local para legislar sobre la identidad sexual y los derechos de las personas trans.
El gran reto ahora es lograr que la Fiscalía del estado investigue este caso con la perspectiva de la diversidad sexual y que se incorpore esa condición en la investigación y que los órganos impartidores de justicia hagan lo propio al imponer penas y responsabilidades, y que se atrevan a ir más allá incorporando también la noción de crimen de odio.
No es deseable que estos crímenes sean tratados como delitos comunes e incluso pasionales como ya ha sucedido. Pues normalmente se procura y se imparte justicia a partir de estereotipos y prejuicios que denotan un profundo desconocimiento del personal encargado de garantizar el acceso a la justicia.
“Los asesinatos de las personas de la diversidad sexual, son la expresión más grave de los crímenes de odio en contra de ellas, ya que por lo general se cometen con una descomunal rabia, con métodos espeluznantes y de tal forma que los cuerpos de las víctimas quedan destrozados”, señala en su informe Cejil.