Justicia para las mujeres violentadas

En opinión de Mirna Zavala

Justicia para las mujeres violentadas

“Ni una más”

 

Llegamos a la segunda semana de noviembre y nos enfilamos hacia las fiestas navideñas y de fin de año. La pandemia va quedando atrás y las actividades ha recuperado su tono y sintonía. La ciudadanía sigue esforzándose por consolidar su economía familiar en medio de una inflación que no termina y encarece los productos particularmente de primera necesidad. Pero además, en medio de los lamentables condiciones de violencia que vive el estado y el país.

En los últimos días han ocupado diversos espacios de comunicación el diferendo relacionado con la lamentable muerte de Ariadna, el hecho nos deja ver diversas realidades:

La violencia. Esa conducta intencionalmente realizada por la fuerza para dominar o infringir a uno mismo o a otra persona daño sicológico, físico o de otra naturaleza, que incluye el quitar la vida. Violencia que se ha ido generalizando en todos los sectores de la sociedad y va destruyendo el tejido que nutre las buenas relaciones y convivencia humana.

La violencia en contra de una mujer, de las mujeres. Infringida, cualquiera que sea la causa. Independientemente de lo que pensemos sobre hombre y la mujer, generalmente la fuerza física del hombre es mayor y tiene la capacidad de violentar gravemente a la mujer. Violencia que el hombre trata de justificar de muchas maneras. Pero todos lo sabemos: nada hay que lo justifique.

Las instituciones. Las diferentes dependencias que tienen a su cargo la persecución e investigación del delito. Cuya actuación debe sostenerse en la justicia, la verdad y la legalidad. Pero que en la práctica está sujeta a diversos factores negativos: corrupción, influyentismo, distorsión de la verdad, amenazas, intereses particulares, complicidad, saturación de carpetas de investigación, en fin, toda una serie de elementos llevan a la impunidad o la fabricación de culpables para parecer como instituciones eficaces en el ejercicio de sus funciones. Si existe un prejuicio mayor, sin duda es este: la justicia es para los ricos.

Las familias de las víctimas. Nadie merece que le sea arrebatada una hija o un hijo. Un dolor inmenso queda instalado en el corazón de las familias dolientes que no se irá nunca. Ninguna autoridad debería desestimar ni despreciar y mucho menos abandonar la exigencia de justicia en estos casos. La indolencia ahonda el resentimiento y el deterioro del tejido humano. No es que uno desconozca que existe graves carencias económicas, materiales, tecnológicas, sin embargo, lo más lamentable es la falta de sensibilidad y empatía con el dolor humano. Seguiré comentando. Días de tristeza social.

MIRNA ZAVALA