Juego de Manos - ¿La única oposición?

En opinión de Diego Pacheco

Juego de Manos - ¿La única oposición?

La reforma para mantener a las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública hasta el 2028 fue aprobada la semana pasada en el Senado de la República, resta el trámite correspondiente en la Cámara de Senadores, donde podemos adelantar que pasará sin mayor problema. En el debate, los dimes y diretes no se hicieron esperar y se traspasaron los cuestionamientos políticos por descalificaciones a la vida privada de algunos congresistas. Así, concluye un primer encuentro sumamente importante para la política nacional, más allá del contenido de la reforma en cuestión. Me explico.

Con la confrontación abierta y agudizada de las fuerzas oficialistas y opositoras en el país, el llamado bloque de contención del Congreso de la Unión, conformado por el PAN, PRI y PRD, anunció que las reformas enviadas por el Ejecutivo Federal no pasarían por las Cámaras, bajo el argumento de un desacuerdo ideológico y pragmático (y un claro trasfondo político). En ese sentido, como ocurrió con la reforma eléctrica, se preveía un escenario de parálisis legislativa parcial, toda vez que los números de los partidos no cuatroteístas era necesario para alcanzar la mayoría ante se requiere para pasar paquetes legislativos de gran trascendencia.

En ese sentido, se esperaba un desenlace similar para la reforma propuesta en materia de seguridad pública, expectativa que se fortaleció a partir de la primera “derrota” del ala oficialista, que obligó a retrasar el proceso de discusión en el pleno, tiempo en el que el cabildeo desde la Secretaría de Gobernación fue incesante y, como consecuencia de ello, al momento en que se retomó la discusión legislativa, el paquete propuesto desde el Ejecutivo Federal fue aprobado en lo general y en lo particular, pasa a la Cámara Baja para los trámites correspondientes.

Entonces ¿a qué vamos con todo esto? El llamado bloque de contención ha sido vulnerado. Se ha demostrado que, mediante la negociación correcta, la presuntamente impenetrable ala opositora puede ser motivada a modificar su postura en favor de los intereses de Palacio Nacional. Es un punto trascendente porque, por un lado, es un antecedente de la maleabilidad de la oposición en favor de los intereses a los que, en el discurso, se enfrentan y; por otro lado, genera una fragmentación dentro de los partidos opositores, quienes ven una división entre quienes se alinean y quienes no lo hacen.

Ahora, vendrá un nuevo encuentro legislativo en torno a la reforma electoral que, de igual manera, se promueve desde el Ejecutivo Federal: la reforma constitucional en materia electoral. Como ya hemos abordado dentro de este espacio, dicha iniciativa pretende, dentro de otras cosas, desaparecer los Organismos Públicos Locales Electorales, convertir al Instituto Nacional Electoral (INE) en el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (que percibiría un presupuesto menor) y —quizá lo que más llama la atención para las y los aspirantes de un curul— reducir el número de diputaciones y senadurías plurinominales.

A partir del reciente desencuentro entre los partidos integrantes de la Coalición Va Por México (o, mejor dicho, entre el PAN-PRD vs. Alejandro Moreno), y la consecuente aprobación de la iniciativa de reforma en materia de Fuerzas Armadas en las calles, el Partido Acción Nacional ha señalado que pretende conformar un nuevo bloque de contención para frenar la reforma electoral del presidente de la República. Asimismo, aseguró que en el tiempo reciente se comprobó que la única oposición verdadera en el país es blanquiazul (vemos). En ese sentido, podemos esperar un cabildeo incesante desde y hacia todos los partidos políticos del Congreso de la Unión, cuya suma de fuerzas será el factor que determine el éxito o derrota de la reforma electoral de Palacio Nacional.

Habrá que añadir el factor humano a la ecuación pues, si bien los debates anteriores tendrán un impacto en la vida nacional, este paquete legislativo tendrá efectos directos en la dinámica legislativa y, por ende, pondrá en riego las posiciones que muchas de las personalidades ven hoy como pases directos al ejercicio legislativo (y, de paso, al fuero constitucional). En ese sentido, la individualidad de las personas que hoy cuentan con el poder de toma de decisiones en la materia jugará un papel protagónico en el desenlace de esta propuesta de reforma constitucional.

Independientemente de filias y fobias hacia colores y banderas, este es un análisis necesario respecto a lo que podría ser el desarrollo de la política nacional en los años venideros, rumbo a las contiendas a celebrarse en 2023 y 2024, con especial énfasis en la referente a la silla presidencial. Ello, no solo por las consecuencias particulares que podría tener la aprobación de una u otra reforma, sino por las alianzas y contrapesos que se mantienen, fragmentan o construyen en el trayecto. Aunque a través de encuestas podríamos anticipar un escenario favorable para el partido en el poder en las elecciones del ’24, es muy pronto para cantar victoria. Cada punto a favor que uno u otro bando obtenga de aquí a la recta final, será un punto menos que les reste a sus objetivos. Cada logro cuenta.

 

Por cierto

Día con día, los Guacamaya Leaks dan más material del cual hablar, mientras que el número de personas involucradas en los documentos filtrados crece sin cesar. Ya no hablamos únicamente de personas del más alto nivel, sino que también nos referimos a personas públicas en espacios estatales y municipales. Será importante la investigación en la materia para deslindar responsabilidades pero, mientras tanto, el trabajo de comunicación de las y los servidores y personalidades públicas señaladas deberá de ser exhaustivo. Por otro lado, el trabajo autocrítico y reflexivo de quienes no han sido involucrados en esta controversia será de igual importancia. El que nada debe, nada teme; pero quien no cuente con esta seguridad deberá prepararse para el eventual momento en que su caso sea llevado a la luz.

 

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