Juego de Manos - Paridad no es inclusión
En opinión de Diego Pacheco
En Morelos, los partidos políticos enfrentaron dificultades para poder cumplir con la paridad de género en las candidaturas. “No hay mujeres que quieran participar” se escuchaba a menudo. Este fenómeno obedece distintos factores, partiendo desde que la política fue asumida, por años (y, me atrevería a decir, a la fecha) como una actividad primordialmente masculina, por lo que se cierran las puertas y se ponen obstáculos a las mujeres que aspiran a un espacio.
Por otro lado, muchas mujeres que aspiran a un puesto electoral encuentran barreras en sus círculos cercanos, que parten, a su vez, de una concepción machista de la mujer. Algunos de las razones por las que las aspirantes rechazan la oportunidad de participar son que deben cuidar a sus hijos o hijas —a pesar de que su marido pudiera hacerlo— o porque su pareja no se los permite.
La “solución” propuesta para que la política sea un espacio inclusivo para las mujeres (y, de hecho, para todos los grupos rezagados de esta actividad) ha sido establecer una cuota de paridad obligada en las candidaturas; sin embargo, esta es una respuesta superficial a un problema de profundidad.
A pesar de que la insistencia por incluir mujeres en la vida pública se ha convertido en un requerimiento electoral, los organismos políticos han encontrado maneras de perpetuar la estructura machista preexistente al elegir candidatas relacionadas (o subordinadas) con los aspirantes hombres, ponerlas a competir en los espacios inviables para el partido y no darles los recursos necesarios para su campaña.
Asimismo, la violencia de género es un factor que sigue influyendo en la participación de las mujeres en política. Recientemente, la candidata a la presidencia de Xochitepec, Alejandra Lagunas Rodríguez, renunció a sus aspiraciones para alcaldesa luego de ser víctima de una serie de amenazas, que culminaron en daños a su vehículo. De acuerdo con Trinidad Gutiérrez —quien forma parte del Observatorio por la Paridad y Violencia Política de Género en Morelos— el caso de Alejandra es ejemplo de la violencia y los obstáculos que enfrentan las mujeres para acceder a un espacio en el poder.
Entonces ¿qué hacemos? Lamentablemente, no encontraremos la solución a esta problemática en el corto plazo, puesto que es un camino que tendremos que construir a partir de la formación de las nuevas generaciones, para reconfigurar la sociedad. No obstante, sí es posible avanzar en la mitigación de los daños a partir de acciones profundas y constantes —basados en un verdadero entendimiento del problema—. De otra manera, se seguirá poniendo un curita a la hemorragia que se vive en el país.
Volver al pasado
El Partido Encuentro Solidario (o PES 2.0) lanzó una serie de publicaciones a través de redes sociales en las que hizo público su rechazo al aborto, la eutanasia y la adopción homoparental; mientras que demostró aceptación por temas como el Pin parental y la familia heteronormal. Revisemos algunas de sus propuestas.
Sobre el Pin Parental, la institución política señala que existen temas complicados de comprender para los hijos (y las hijas), por lo que los padres (y las madres) saben hablarlo mejor con ellos (y ellas). También, señalan que “los temas de sexualidad no son aptos para niños”. #YoEducoAMisHijos, dicen. Es interesante que se mencione el rol de los padres (y las madres) para tratar temas complicados, cuando muchos de estos han sido evadidos por generaciones, lo que creó los prejuicios e información falsa que buscamos combatir hoy en día.
Ahora, respecto a la educación sexual, esta ha sido una carencia en la educación institucional y hogareña durante décadas. Información respecto a los distintos tipos de anticonceptivo, las enfermedades sexuales, los cuerpos, el placer, la sexualidad responsable o el consenso; son puntos que no se tocan con profundidad, o que se abordan con una postura inclinada a la abstención. La mejor sexualidad ha sido socialmente aceptada como la que no se tiene, o que se practica bajo los estándares de la heteronormatividad tradicional.
Sobre la adopción homoparental, el argumento parte de que “todos crecimos con las enseñanzas de papá y mamá” por lo que hacen un llamado a no cambiar “las bases de nuestras familias”. Vaya, aquí leemos un argumento que parte de una nula reflexión y que vela, como es costumbre, por las preconcepciones moralistas, cuando debería estar ocupado en el bienestar y desarrollo de la niñez en busca de una familia.
Por último, la violencia de género y el aborto. A pesar de negarse rotundamente a la despenalización del aborto, este partido se ha señalado como un aliado de la lucha de las mujeres encaminado a enfrentar la violencia de género, el problema es que, en la práctica, ha pasado de simpatizante a violentador. Y es que, en primer lugar, negarles a las mujeres la decisión sobre su maternidad —y, al mismo tiempo, cargar la responsabilidad de la concepción sobre ellas— es un acto de violencia que refleja un pensamiento arcaico. Es una contradicción discursiva, cargada de cinismo y que va en contra de la misma lucha que dice apoyar.
Sobre este tema, vale la pena señalar que marzo fue el mes más violento para las mujeres (en materia de homicidio doloso) desde que se tiene registro. Con 267 mujeres víctimas de homicidio doloso, el mes antepasado superó a abril del 2020, que hasta entonces había sido el lapso más violento. A ello, se le debe agregar 92 feminicidios contabilizados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), para dar cuenta de las 359 mujeres que fueron asesinadas ese mes.
Con este desafío colosal que tenemos como país, las respuestas a medias y las soluciones moralistas no solo se quedan cortas, sino que insultan la inteligencia y la lucha de miles de mujeres que, a diario, alzan la voz por alcanzar la libertad, seguridad y la justicia que deberían ser, por defecto, suyas.
Ahora, es verdad que la política se caracteriza por la pluralidad de pensamiento, lo que es base para el debate y el progreso; no obstante, basar la publicidad partidista en mensajes que atentan contra los derechos humanos es un acto de pragmatismo tramposo, que prioriza la rentabilidad electoral sobre la seguridad y el bienestar de grupos en situación de vulnerabilidad o que sufren de violencia. La ganancia política a toda costa atenta contra los mismos principios que le dan vida al quehacer público, y llevan a un camino peligroso para todas y todos.
Por cierto
Hablando de campañas desafortunadas, la candidata a diputada local al distrito 14 en Jalisco por el Partido Acción Nacional, Lupita Gómez, fue vista con malos ojos luego de que se dio a conocer su publicidad electoral. “Hazlo conmigo (el cambio) no con la morena” se lee el texto acompañado con una imagen de la candidata.
Esto, evidentemente, fue criticado a través de redes sociales, tachando esta propaganda como un acto sexista —pues objetiviza a la mujer a través del doble sentido— y racista —ya que perpetúa los estándares de belleza eurocentrista, al poner a una candidata blanca despreciando a “la morena”—.
El PAN, como todos los partidos políticos, se ha autoproclamado como aliado del feminismo, que se describe como un organismo comprometido con la lucha de las mujeres y que trabaja para mejorar la vida de las mexicanas. El problema de las instituciones políticas que se hacen llamar “feministas” es que suelen serlo solo en el discurso, sin intenciones verdaderas de respaldar la lucha que libran miles de mujeres, todos los días, desde distintas trincheras.
Por otro lado, en otros Juegos hemos abordado la problemática del racismo en México y como esta ha sido invisibilizada. La discriminación a los grupos indígenas y el rechazo a los rasgos que los caracterizan está presente en las distintas esferas de la vida nacional (llámese política, empleo, cultura, discurso, etc).
Cuando se ataca a un grupo en situación de vulnerabilidad, no hay balas de salva. El daño colateral es inevitable.
Alto al fuego: